Octubre 24 de 2017
8:52
Aún habiendo dos mil páginas entre ella y yo,
queda tanto por contar y soñar lo que no ha sido,
que no me alcanzará esta existencia
para quererla a su ritmo.
Nuestra vida es prisión de momentos,
cielo de posibilidades entre ambos
espacio infinito de posibilidades
que se deshojan como pétalos
y renacen en nuestros besos escondidos.
Entre ella y yo no existe el tiempo,
o eso pensé mientras envejecíamos
y mientras nos besábamos entregando el alma...
Y sigue siendo así, de algún modo,
pues, con todos los giros de nuestros días,
recién me parece haberla conocido.
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