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Contar horas sobre tu cuerpo desnudo
mientras las ondas de un mar cercano
arrullan con su canto salado
tu respiración de mujer.
Y las emociones que saltan de nuestro pecho
tienen réplicas titilantes en el cielo
son como espejos que nos esperan,
mientras volamos de este mundo.
Las bocas fijas,
humedeciendo besos,
como si el tiempo se desvaneciera
al dejar de besarnos
y quisiéramos retenerlo
con los labios abiertos.
Y en la locura ciega,
en la ansiedad sorda,
de las caricias febriles
mirando tus ojos en éxtasis,
me sigo preguntando
por qué tiemblo al besarte,
por qué canto al amarte,
y por qué reímos de placer
entregándonos el alma,
empapados en la humedad de nuestro sexo.
miles de estrellas sobre tu cuerpo desnudo,
nuestra sangre alborotada que se saluda
hermanas por un mismo sentimiento.
Tu apellido latiendo en mis sienes,
mi apellido palpitando en tus senos
y en la mitad, la misma brisa del mar
que canta nuestro nombre a lo lejos...
Lo que más nos une, más nos separa
y lo que nos alejó, nos trajo de regreso.
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