Junio 25 de 2017
17:22
Piensa en ella y trata de comprender lo que la hace tan especial para ti... Tienes una respuesta y otra... Y otra más... Su ser, su esencia y lo que todo ello puede significar: momentos, historias, sentimientos, esperanzas, adversidades. Todo lo cual hace que la traigas una y mil veces cada día a tu recuerdo, configurando un libro mental donde podría decirse que ella está alojada de forma fragmentaria.
Mas sabes bien que son apenas signos de tu corazón para no olvidarla, recobrando a voluntad rastros y huellas que se van acumulando como pequeños trozos de una fotografía infinita que jamás llega a completarse. Sabes que se quedaron en las estaciones del tiempo sus suavidades, sus palabras, sus suspiros y los brillos de sus ojos con los que has evocado las horas más felices.
Pero ella es ese misterio que jamás alcanzarás a comprender, porque ni una sombra real de su persona puede asirse cuando no está. Es por eso que corres y vuelves a buscarla. Quieres otro brillo nuevo, una variación del sabor de su boca, un matiz nuevo en su acento y una tersura huidiza en su piel. Y más profundamente, encontrar en su corazón esa luz escondida que te fascinó desde el primer día y que jamás atraparás.
Y comprendes entonces, que para amarla debes ante todo amar su libertad y amar aquello que es, sin la determinación de hundirte en tus propios deseos. Esa limitación se turna con la fascinación, de modo que no sabes nada, salvo que amas. Amar junto a ella, amarla a ella es un camino que no existe completamente y que va surgiendo sin que anticipes el cómo. el cuándo o el dónde.
¿Y ser amado por ella? Esa cuestión es otra historia.
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