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Quizás al otro lado de esta lluvia,
me esté esperando un beso tuyo.
Quizás, si navego al final de este río oscuro,
me aguarden tus brazos tibios y una copa de vino.
Quizás al término de mis sueños contigo,
estés poniendo lumbre para calentarnos los dos.
Quizás, sólo quizás, al terminar estas líneas,
pudiéramos volar juntos a un lugar placentero.
¿Quién le niega la esperanza a este amor?
-No es posible, porque nació en la lluvia oscura
y se abrió camino buscando la luz del día,
sabe de soledades y esperanzas sin sentido
y se ha vuelto sabio con cada luna llena.
Volvió a levantarse y dice tu nombre con alegría,
empezó a cantar de nuevo el aroma de tu cuello
y recobró la cordura con la caricia tibia de tu voz.
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