jueves, 27 de diciembre de 2012

Mientras Regresas


27 de Diciembre de 2012
20:42

Fue una navidad más sin verte, apenas adivinando lo que haces y sientes. Esta noche caminé nuevamente alrededor de tu casa de antaño, escenario anónimo de tantas vivencias contigo.

Como acostumbro hacer, dejé dos rosas rojas en la esquina de aquél distante adiós:

Liliana:
Amor imposible,
Amor perdido,
Canción bella que entono a solas,
mientras regresas.


De vuelta a la normalidad de mi vida sin ti, tal como ha sido desde hace largos años, vivo la nostalgia, la pena y la febril devoción de estar contigo, tan cerca como pocas veces desde cuando nos separamos.

Parece demencial, frenético e inútil, pero me mantiene con vida.

Me alegra haber saludado ese amor que no olvido, que mantengo latente en el alma aguardando tu retorno. Me embeben los sonidos de las canciones que me saben a ti, que te mantienen presente en mi memoria.

En secreto mantengo repitiéndolas en un acto repetitivo, pertinaz y agudo, pero íntimo y vital. A unos metros, recordaba nuestras siluetas abrazadas en la noche, momentos

-Mientras regresas


Esperanzas  - Los Pecos





lunes, 17 de diciembre de 2012

Hoy fue muy lindo conversar contigo






Diciembre 17 de 2012
23:05

Hoy fue muy lindo entablar conversación contigo.

Me alegraste la vida con tus palabras, y me sentí en familia mientras charlábamos. ¡Cómo me cambias la existencia tan de repente! Habías estado ausente, distante los días anteriores. Pero hoy tenías algunas cosas que contarme, así como yo a ti. ¡Hasta te hice reír con algunas ocurrencias! Te confieso que tras un extenso silencio, quise importunarte para que me prestaras atención. Quise decirte todo, arrojarme al abismo para encontrar la soga que me abriera el paracaídas. No recuerdo cuántas veces me ha funcionado contigo. Pero hoy tus respuestas joviales evitaron tal imprudencia de mi parte. Y me sentí feliz de que hubiéramos establecido contacto. De todos modos prefiero tus risotadas que la amargura o las lágrimas que soy consciente puedo llegar a causarte.

Claro que ignoras tantas cosas que oculto por amor y respeto. Pero es mejor evitarte penas en esta época de tu vida. Ya llegará el momento amor. Te mando un beso, y la ilusión de un encuentro. Fue una sensación conocida y añeja, como un buen vino. Fue maravilloso sentirme otra vez así contigo.

Te extrañaba, tras estos días de silencios.



Para reconquistarte - Marcos Llunas







domingo, 16 de diciembre de 2012

Sigo esperando encontrarte






Diciembre 16 de 2012
23:18

Si supieras que a pesar de tu negativa a contestar mis llamadas, a pesar de tu silencio y la distancia de tus palabras; a pesar de la muy eventual calidez en nuestras conversaciones impersonales... Sigo esperando encontrarte.

Anoche visité la que fue tu casa de niña, hace tantos años ya. Reviví secretamente la primera vez que hablábamos, mientras lavabas ropa tranquilamente. También aquellos instantes en los cuales bailábamos desprevenidamente, las canciones que primero armonizaron nuestros pasos juntos; el que fuera tu dormitorio durante años. ¿Sabes que anoche lo vi tan pequeño, tan indiscreto y accesible, tan familiar?... Deslicé mis dedos por las rejas de la ventana a través de la cual miraste tantas veces, como arrebatando una caricia remanente.

Sabes ahora que durante aquellos años lejanos enloquecía por verte, y me emocionaba infinitamente la sola idea de que estuvieras cerca, en esos instantes de fiesta. Por esta época es realmente necio olvidarlo todo. También estuve en la sala de abajo, donde alguna vez recostamos el cariño que extrañábamos uno del otro, y sorbimos con dulzura el contacto de la piel y los besos desesperados. Aquella noche el piso se convirtió en un lecho cálido, y la respiración de quienes estaban cerca en música de fondo para el amor que nos dimos. ¡Oh, cuánta locura! ¿Cómo pudiste olvidarme con todo lo que cada caricia implicaba en esos días por los que vivo ahora?

Y anoche, al final de mi recorrido, como se ha vuelto costumbre, vacía frustración, canto ronco y repetitivo, tragedia de mis últimas décadas,... Regresé a la soledad de mi vida, de mi casa y de mis sueños que se mueren de frío, mientras te llaman agonizantes. Mientras se mienten a sí mismos con la ilusión fallida de tu ventana iluminada;  de tu casa en la actual oscuridad, cuando paso de prisa esperando la fortuna de encontrarte al fin, como placebo de mi mal sin cura.

No obstante, ahora que lo pienso, prefiero la tortura de no verte al final, tras haberlo esperado y luego de tentar al destino; prefiero ese dolor en lugar del abismo de no intentarlo, de resignarme a perderte sin remedio; lo prefiero mil veces, aunque los ecos de esas paredes blancas y tristes me reciten con frialdad y burla que es demasiado tarde.

Mas sé que el Cielo ahora oscuro, me regalará tus caricias, el calor de tu cuerpo, la agitación de tus senos y tu respiración estremecida en mi oído. ¿De qué otro modo se puede concebir el final de semejante suplicio sin ti? ¿Cómo más podría entenderse el sentido de esta obsesión de años, si hasta la tormenta más colosal espera el brillo del sol? ¡Cuánto ansío tenerte, mi amor! ¡Cuánta falta le haces a este corazón, a estas manos, a esta piel que sigue guardando ternuras sólo para ti! ¡Cuánta necesidad tengo de decirte que te amo, de dejar que se desborden mis palabras para que sepas acerca de la enfermedad de tu ausencia que tanto me duele, y que sólo tus abrazos y tus besos alejan! ¡Amor, amor, amor de mis delirios! ¡Nunca así se estremeció mi alma por tenerte cerca, por ver el fin de este dolor injusto! Sólo comparable, pero sólo quizás, a esa inolvidable noche en la cual te devoraba con mis besos, mientras te decía como un demente "te amo, te amo, te amo Liliana" y tú me repetías con mi nombre, susurrabas, y gemías embriagada de caricias y desnudez.

Te espero, te ansío, hasta el final de mis días, irremediable regalo de la vida, mi paz y mi tormento. Mi golpe mortal y tersa caricia, cruel distancia y mil veces deseada e íntima cercanía. ¡Oh tu vientre! ¡Oh tu abrazo! ¡Oh tu aliento! ¡Oh tu dulzura de mujer! ¡Oh prisión de tus tibiezas!



El Reloj - Lucho Gatica





sábado, 15 de diciembre de 2012

La música







15 de Diciembre de 2012
13:03

Volviendo al pasado para calmar penas

La música que bailábamos es una terrible omisión en todas estas líneas, aunque no en la primeras que escribía recordándote. Se trata de un factor importante en nuestros primeros acercamientos, el cual se mantuvo constante a través de años. Tristemente, desaparecía cuando me hallaba a solas, pero apenas de un modo, porque lo cierto es que estaba conmigo para recordarte y despertaba con mucho furor mis nostalgias. Trágicamente, se esfumó por completo, al decidir torpemente alejarme y realizar mil cambios en mi existencia, queriendo olvidarte.

Me fijo hoy particularmente en la cadencia de la salsa, la dulce cercanía de algunas cumbias, y la alegría de los merengues dominicanos. Incluso los vallenatos que nos acercaban con romanticismo y un particular encanto. Mi fiesta comenzaba al verte en el salón donde luego bailábamos. Te aparecías, mezcla de alegría y vanidad, siempre tan bella y deseable. Al menos de mi parte, se iniciaba un místico ritual en invitarte y tomar tu mano, para luego aprisionar tu talle con mi mano derecha. Te cortejaba con gran disimulo, respiraba con emoción encendida el aroma delicioso de tu cabello, y frecuentemente me acercaba a tu mejilla, sintiéndote tan cercana. En semejante éxtasis, no me quedaba aliento para decirte nada. Generalmente mis palabras eran tímidas, y el acento de mi voz impostado y absurdo. Sólo quería saber que estabas frente a mí, que nos abrazábamos, que podía sentir tu pecho latiendo frente al mío. Pienso que es extraño que antes de nuestro primer beso me dijeras que ignorabas que yo te amara así todo ese tiempo, ¡pues definitivamente aquellos abrazos nuestros eran a menudo tan apasionados y cercanos! Tersamente acariciaba tus manos, y tu cuerpo se hacía cálidamente liviano cuando nos acompasábamos con tal sincronía, que el pulso se me antojaba sensualmente uno, entre ambos.

¡Ahora pienso que inconscientemente es de eso que hablaba, cuando erráticamente te dije que bailar era algo deplorable y bajo! Qué insensatez negar que me moría por ti, y por revivir esas noches inolvidables.

Varias ocasiones te besé mientras bailábamos, pero recuerdo al menos dos: la más romántica, cuando en medio de una fiesta familiar, las luces se apagaron por una falla en el fluido eléctrico. Abrazados, tan juntos como habíamos estado en los días previos, haciendo algunas diligencias, (pero nada más), te besé... ¡Qué momento tan lindo, mi amor! ¡Cómo viene una y otra vez a mi corazón, para endulzar mi existencia! ¡Cómo se hizo magia aquél instante perdido! ¿Sabes que he regresado años después, a aquél salón improvisado varias veces, para recordar el abrazo, el silencio, la oscuridad y el néctar sabroso de tus labios? ¡Ambrosía que me hacía delirar, olvidando el tiempo y la distancia! Dónde estás hoy, mujer, que me enloqueces aún por un beso. ¡Por qué están tan frías las paredes de aquél espacio, guardando lejanos ecos de la música que anidó aquél encuentro furtivo! ¡Cómo es que nadie responde, si invoco en febriles arrebatos de melancolía tu nombre ansiado tantos años! Nunca volvimos..., aunque en la ansiedad de mi locura, yo sí, a buscarte en el silencioso recinto de tantas locuras perdidas.

Otra vez, en la agitación de un baile distinto, rodeados de tu familia y la mía (¡que irónica y ambigua expresión!). Ellos nos animaban, y para ambos todo resultó una mezcla de extrañeza y descarada vergüenza. Nuestro beso surgió espontáneo, entre risas y baile, y marcó la pauta de un momento inolvidable, público y simpático. De todos modos, quizás por el licor que habíamos bebido, tal vez por la jocosa circunstancia y la amabilidad de todos, el momento pasó, dejando su huella entre nosotros. Hoy me taladra el alma, suponiendo mil cosas acerca de lo que pudo significar... Estábamos en la sala de tu casa, y ya sabrás que por enigmáticas razones visito aquél lugar, tan ajeno hoy a los dos, tan extraño en el presente. Pero al mismo tiempo tan cargado de hondas emociones que revivo en esta agonía de tu partida.

Hay una fotografía, quizás la única, donde estamos bailando, en la sala de mi casa. Es un testigo mudo de las tormentas de pasiones que en mí se despertaron durante aquellos años. ¡Cuánto lamento no tener más, para recrear mis ojos con tu imagen bella entre mis brazos, que aún te esperan! En esa misma sala, estábamos un 17 de Mayo, mientras la torpeza y el alicoramiento le dieron pies a mis sentimientos para confesarte que te quería de verdad. "¿sabes, algo bonito?"... (...) Sobre ese mismo suelo cuyas baldosas están hoy partidas y teñidas de vejez, tu madre juntó nuestras manos otra noche, en circunstancias tan parecidas, para que pudiéramos bailar, pues por uno de mis ridículos arrebatos de orgullo, estaba molesto contigo. Y por la torpeza que me caracterizó, y me caracteriza aún, en medio de tal cobardía y locura, terminé besando otra boca cuando tú te habías marchado. ¡Cuánto sinsentido desperdiciando noches enteras a tu lado, suponiendo equivocadamente que la vida te mantendría cerca para siempre!

¡Cuánto diera hoy por recuperar siquiera una hora de esos abrazos íntimos, de tu vientre intocado y tu boca, de tu mano entre la mía, y la música dándonos alas para soñar sin fin! ¡Cuánto luto hoy, cuánta mezcla actual de melancolía y locura! ¡Cuánto sufro por no olvidar lo que pasaba entonces, incluso a base de escuchar esas canciones en la soledad de mi casa, de revivirte, mi musa, en bailes hipotéticos! ¡Embriagados mis ojos, loco de frenesí, te imagino conmigo como si nada hubiera pasado! Mis pies que han andado tanto desde aquellas madrugadas, quieren revivir épocas junto a los tuyos, pues no todo era romance en el silencio de una alcoba, no todo eran caminatas o aromas de café en las tardes... Y habrá tiempo de recordar nuestras horas en el cine, o nuestra ebriedad en la calle. Pues también, y sobre todo, sonó y aún suena música tropical para los dos.. ¡Qué hermosa añoranza, Liliana! ¡Quiero volver a bailar contigo!

¿Sabes? Pensándolo bien, la idea de estos escritos publicados comenzó tras la noche en que al tomar tu mano e invitarte a bailar conmigo, la música no se escuchó, por extrañas razones. No pudimos hacerlo, y por unos microsegundos el viejo ritual se mantuvo, antes de que, debido a la formalidad de las circunstancias actuales tuviera que soltar tu mano y fingir que nada pasaba. Te di la espalda, como en la necedad de mis años de juventud, como quien no quiere nada ¡Pero, para mí, ese instante era el más maravilloso de aquella noche, y de tantos meses atrás! Unos minutos después, te marchaste, y de mil modos,  la fiesta terminó para mí (creo que ya lo había mencionado antes). Sólo me entintó de familiar alegría, horas después, la experiencia de abrazar a tu padre, entre el frenesí de la embriaguez, y besar su mejilla como si fuera mi propio padre. ¡Cuánto añoro hoy que así hubiera sido! ¡Cuánto lamento, a pesar de todo lo que hubiera significado, que mis hijos no fueran también sus nietos!

¡No es tiempo de maldecir mis despropósitos! Sólo de recordar que te amo y que la música ha estado allí, nada silenciosa y sí muy azarosa y alegre, para alentar nuevos encuentros, nuevos bailes; nuevos anhelos de perderme contigo en noches sin final; y terminar en la madrugada, abrazándote cansado de los excesos, pero contento de que estuvieras a mi lado. Como en aquellas noches ilusorias, que me hacen saber que fui muy feliz contigo cerca.

Coincidencialmente, durante esta época del año, te me vienes a la memoria como un viento rotundo, como un terremoto inapelable. Y deseo aún más volver a tenerte frente a mí,...  Y bailar, bailar.
Es maravilloso, febril y trágico al mismo tiempo....

La Vida nos permita estar juntos de nuevo, Liliana.



Pensando en ti - Cheché Mendoza



  


lunes, 10 de diciembre de 2012

Durante este prolongado silencio entre los dos






Diciembre 10 de 2012

Durante este prolongado silencio entre los dos, me dedico a transcribir recuerdos...

Imagino constantemente cómo estarás, lo que harás y la manera de volverte a ver. Te extraño, y me parece que me acostumbré a la experiencia de añorarte todos estos años. Oigo hablar de la nostalgia, de tantas personas que experimentan soledad y penas por lo que ya no está. Entonces me estremece momentáneamente en el corazón la angustia de pensar que no volveremos a estar juntos. ¡No es posible estar ajeno al dolor de quienes viven turbulencias semejantes!

Me imagino el diálogo entre los dos, hipotético abrir de mi corazón, insistente declaración de un amor callado largamente. Presiento el contacto de nuestros labios, el abrazo secreto, el frenesí.

Anoche soñé otra vez contigo, y hasta me inquieté acerca de tu salud. ¿Qué ocurriría conmigo si te pasara algo malo? Y a pesar de buscarte, de preguntar por ti, de intentar un contacto leve al menos, me dejas solo. Es la triste desventura de quien ama en las sombras, de quien te espera.

Vuelve amor, mis brazos te esperan. Regresa por fin a calmar estas ansias. No me dejes morir así, sin el calor prometido, sin los momentos más íntimos.



Time to say Good Bye - Bocelli y Sarha Bridman




viernes, 7 de diciembre de 2012

Si tan sólo






Diciembre 7 de 2012

Tantos años después del delirio que me causaste la primera vez, mujer de mi vida.

Anoche, meditaba incesantemente en los momentos vividos contigo, sobre todo los que por su nivel de intensidad e intimidad me hicieron conocerte mejor. De pronto, empecé a imaginar lo que hubiera podido ser, y de qué tantas circunstancias dependía entonces. ¿De qué modo las decisiones que tomamos o dejamos de tomar afectan nuestro presente, que se hace imposible escapar de él? ¡Cómo nos tortura la imaginación que alcanza los límites insospechados de la locura para exhibir el tamaño de nuestros errores!

Si tan sólo amor, no me hubiera dormido en esperanzas vanas, aun cuando puedo decirte que no dejé de amarte de verdad, con todo lo que mi ser podía. Las palabras hubieran podido ser más hechos, insinuaciones claras y atrevimientos más allá de lo estipulado para los dos. Las circunstancias eran difíciles, pero fui un quijote inventando batallas contra sombras y mostruos imaginarios. Desvié mi atención de los desafíos reales y temí enfrentarlos, pensando más en el enojo o la contrariedad de quienes podrían en aquella época causarnos daño, que en el tesoro que me esperaba contigo.

Si tan sólo me hubiera empapado más de ti, cuando te entregabas a mis antojos como una flor perfumada. La timidez y irresolución de mi parte, sumadas a un constante sentido del deber, fueron mi ruina contigo. Cuando te entregabas eras nido y paloma, la tersura de tu piel enloquecía mis sentidos y me perdí sin remedio entre tus brazos. Me embriagabas con tus besos, con tus caricias, con tu cercanía, con tu perfume y tu néctar. E iluso, sin percibir que nuestro amor era inoportuno para las madrugadas y los días que seguían, confié demasiado en el futuro. No supe alimentarte de mi pasión, no quise abrir la puerta que me entregaste en esas horas inolvidables. Fuí un insensato con ese raudal de sabias deliciosas y pétalos de flor que me regalaste esas noches que no dejo de atrapar en mi memoria.

Si tan sólo hubiera luchado más por ti, no dejando nada al azar o al capricho de quienes tomaron posiciones firmes contra mi amor. Me duele pensar que mis mejores días se esfumaron con un adiós absurdo e imprevisto; con la cadena de equivocaciones que siguieron; con mi silencio y tu indecisión; con mi enojo y tu orgullo; con cada mañana en la que nos encontrábamos (tú para la universidad y yo para mi trabajo). ¡Por una necedad de la que me he arrepentido todos estos años, creyendo no sentir sed mientras desperdiciaba el agua preciosa que vaciaba del cántaro! Luego, la mayor parte de lo vivido era lamentar, invocar lunas perdidas, recordar viejas canciones... Pero sólo había soledad y vacío de ti por doquier. Y aún cuando llegamos a hablar, por ejemplo tras el momento de lucidez al llamarte para tu cumpleaños, respondí a tu curiosidad con una pose estúpida de autosuficiencia. Cómo lamento eso, amor. Si pudieras perdonar mi insensatez. Si pudiera regresar los giros del universo para estar juntos de nuevo.

No obstante, espérame... Hoy los gigantes parecen más reales, pero tengo la resolución de mi parte. Te he extrañado demasiado para seguir con esta absurda pasividad que me está enloqueciendo, mientras los trozos que quedan de este amor siguen esparciéndose en el olvido.

Estas palabras contra mis acciones, un medidor de verdades y realizaciones. El tiempo que queda es poco. Tú sigues tan hermosa e inquietante.

Espérame...







lunes, 3 de diciembre de 2012

Esta noche, te me apareciste Amor





Diciembre 3 de 2012
21:31

-Esta noche, te me apareciste, Amor, en la figura de un abuelo mendigo.

Él espera siempre, alentando la ilusión del favor para su miseria. Mi pan fue su pan por un momento, y luego desapareció levemente.

Estás en él, ignorado en un océano de indiferente crueldad, en el frío de la noche y tan sólo un puñado de nostalgias evasivas para llevar a casa.

Muy cerca de aquí, mi amor, perdido amor de mil sueños. Muda en lo íntimo de su casa, aguarda el fin de la jornada.

Como hace casi veintiséis años, (¡veintiséis años dentro de tres días!), mi corazón sigue preso de su mirada, del olor de su cuerpo, de su proximidad... De los dulces besos y las deliciosas caricias que vinieron tras angustiosas noches de avidez y ebriedades.

Su recuerdo me acompaña, esta noche, mientras miro su ventana, fría cortina que simboliza el patético desenlace que marcó de dolor mi vida hasta la muerte.

La luna me acompaña en el frenesí de mi delirio.

-Mis cantos se pierden en la noche añorando un beso tuyo, y cuanto puedan de más estas ganas de tenerte conmigo.


Costumbres - Rocío Dúrcal







De modo reiterado, enfermizo e ilógico, te imagino




Diciembre 3 de 2012
21:22

De modo reiterado, enfermizo e ilógico, te imagino. Frecuentemente en lugares conocidos. Otras noches, como esta, mirando directo a tu ventana.

Con el aroma dulce de un café, y en mis oídos varias canciones que me hablan de ti, me figuro que ves televisión; o frente a tu computadora; o quizás preparando la comida; o lista para una ducha…

Estás a unos metros de mí, pero llevamos años separándonos más y más. Este pensamiento que me aborda ahora, te trae conmigo a lugares irreales, pletóricos de risa y placer.

Te extraño…, de verdad me haces falta. Recorro con la vista estos pasos hasta el lugar donde estás ahora, en el que ignoras que sigues tan presente en mí. Tal vez espero que aparezcas, de sorpresa, como supuse que ocurriría otras noches cuando vine aquí mismo, equivocándome como siempre. Pero no importa, al menos por ahora, pues el alma parece reposar sintiendo esa extraña cercanía física… Con mis cartas y poemas para ti en esta mesa, pediré otro café y suplicaré al Destino por un Sí…


Manantial de Corazón - Yordano





domingo, 2 de diciembre de 2012

Arrebatando añoranzas

Diciembre 2 de 2012
14:26





Hace años voy de prisa, arrebatándole vida a las horas, añoranzas a los instantes vividos. Casi se me ha vuelto un propósito rastrear cosas de ti, recuperar momentos pasados para rearmar mi vida. Tantos años ocupándome para evitar pensarte; tanto tiempo evadiendo con un estúpido estoicismo los senderos que me hablaban de ti; ¡tanta vida derramada lejos de tu vida!

Sé que es tarde, que han pasado muchos cielos, muchas tormentas; muchos árboles han sido derribados, y sólo quedan rescoldos bajo la superficie… El incendio no ha dejado mucho, y ardió largamente, sin que hiciéramos nada.

¿Y qué, si volviésemos a animar los fuegos? ¿Y qué, si encontráramos nuevos mundos para nuestro cielo? Trato de buscar en el suelo, descifrar huellas, percibir ecos de tu risa, intuir tu sombra junto a la mía… Los poemas me han servido para reencontrarme con aquellas noches, para volverte a extrañar con algo más que ilusiones en las manos.

Hoy, mientras buscaba las calles de siempre, fantaseaba con un futuro que se fue. Imaginé a nuestros hijos, a nuestra familia, las cosas que hubiera soñado para nosotros. Es algo torpe, indefinido de hacer, y tal vez más infructuoso que atraparte en este presente. Por esta razón trato de hablarte cuando estás disponible, de invitarte a charlar, de interrumpir respetuosamente tu cotidianidad. Para que no se esconda la luna, para no perderte definitivamente. Si pudiera te buscaría cerca de tu casa, pero no quiero hacer daño. De vez en cuando visito los sitios de nuestros seres queridos, y recorro con la mirada sonidos y escenas codificadas para la vista de ellos, pero tan nítidas y patentes para la mía. Y aún trato de no hacerlo demasiado a menudo, para no echar a perder sus hermosos recuerdos. En ellos, sigues recostada a mi lado, mientras te hablo palabras de ensueño y te amo.

Aunque bien sé que, como entonces, todo sea cuestión de alentar las esperanzas. Estas quedaron siempre, aún cuando partías durante semanas sin que volviéramos a hablar. Esa ilusión -a veces negada- de verte, me hacía temblar al estar frente a ti, y mantenía frescos mis caprichos de ti. Por eso, y al ver lo que imaginaba contigo y que quedó preservado, tengo la ilusión de que estés junto a mí otra vez.

No es necesario mantener el fuego ardiendo en la superficie, amor. De lo profundo se puede rescatar la tibieza de nuevos días. Las tormentas no serán nada entonces. Estaré contigo y nos esperaremos en las tardes para vernos, para estar juntos sin fin.

Otra vez de prisa, dejo de rondar los secretos que se mantienen tan vivos en mi memoria, para recogerme otra vez. Como ha ocurrido antes, te extraño desde el lugar lejano, desde el mundo que para nuestro bien o nuestro mal, hemos creado de la mano del mejor Artista.

Te extraño Liliana C






jueves, 29 de noviembre de 2012

Tan consciente de mis noches como tú de tus días

29 de Noviembre de 2012
22:07



No pienses que no sé lo que pasa alrededor. No asumas que ignoro la dureza de nuestra distancia, la cual se hace más grave e irreversible día tras día. No des por hecho que me aparecí de la nada, para fingir la locura de amarte. No consideres que soy un necio cantando una canción repetida y anacrónica. No insinúes que no me doy cuenta de las decisiones que hemos tomado. No atribuyas a un despropósito mis mensajes y mis saludos repentinos. No pretendas que soy un desquiciado que se olvidó del mundo y está hundido en sus desvaríos.

Soy tan consciente de mis noches como tú de tus días. Sé cuánto te incomoda que siquiera toquemos el tema de los dos. Sé lo difícil que eres de abordar, y el infranqueable muro que levantas ante una insinuación vaga. Me doy perfecta cuenta de los días que vivimos, de tantos sinsentidos. Siento un crujido seco cuando regreso a mi casa después de andar tras tu recuerdo. Medito y me pregunto qué es todo esto. Qué sentido tiene remontarme de este modo al pasado, esclavo solitario de un tiempo perdido que ya nadie recuerda.

De día trajino con los deberes de todos, con la prisa y los planes. Atiendo mil responsabilidades y proyecto cambios constantes para asegurar el futuro. Realizo las tareas necesarias y más. Las ocupaciones perfilan constantemente las realidades vividas, las pasadas y las presentes. Mi espíritu se sobrecoge ante lo sagrado. Me entretengo con música, me divierto y me entristezco.

Sin embargo, late un no sé qué escondido, aprisionado en mi pecho. Como un ave cautiva, que ansía la libertad, y que se agita insistente. Un estremecimiento profundo, secreto, acostumbrado por años de hábitos, recorre las fibras de mi ser, sin que pueda hacer nada al respecto.Te llama y te busca, aún cuando entre agonías y lágrimas he hecho lo posible por acallarlo. No considera horas, tiempos, situaciones, impertinencias, riesgos ni circunstancias. Sólo la presencia tuya, o una noticia sobre ti le aletarga y descansa, aunque sólo para revolotear más alegre y pertinaz.

Podrías dejar de hablarme, como lo has hecho antes; podrías hacerme daño, como lo hiciste ya; podrías enfrentarme con rabia por la insensatez de mis actos, como has querido hacerlo; podrías marcharte lejos, tanto que no supiera como encontrarte... En fin, podrías martirizar aún más mi alma... Y probablemente sólo conseguirías que te ame más. Y más aún, que esta inquietud íntima por ti se me vuelva seductora fragancia, y termines por extasiarte en ella.

No sé cómo decirte que no puedo, tras estas décadas, dejar de quererte, de esperarte, de extrañarte; con la luz encendida, manteniendo viva la esperanza, hasta que mis días se apaguen...

El día que me quieras - Calamaro




martes, 27 de noviembre de 2012

La noche después de dos sueños

Noviembre 27 de 2012
22:42

Esta noche tu recuerdo tiene un sabor especial.
He pensado en ti durante todo el día. Las canciones van y vuelven a mi memoria; la sensación de abrazarte, de besarte, de bailar juntos. Todo se conjuga en un frenesí de anhelos que inunda mi alma. No te apartas de mi mente durante el tiempo que necesito para extrañar esa ya usual sensación de tenerte cerca.
Todo está aquí conmigo: tu perfume, tu voz, tu aliento, tu sonrisa… Todo menos tú. Pero al parecer es suficiente para seguir viviendo la constante de tu cercanía.
Al pensar en lo que podría ser nuestro encuentro, imaginario y realizado a base de nostalgias, he hallado mil razones para ilusionarme: la justicia de estos años extrañándote, esperándote; la prisa de estos brazos que te buscan en los espacios que te traen a mi memoria; la pena de pensar que no llegues a enterarte que ahora mismo me estoy muriendo por ti, por tus besos, por la bondad de tu mirada; los sueños, que como prisioneros en cadenas, se liberan en mis noches.
¡Ah, mis sueños contigo! En la madrugada te besaba con ternura, mientras te decía al oído: ¡Mi primer amor, mi gran amor! Te estrechaba con alegría, con la prisa de los momentos que se nos van sin decirnos nada; con la ansiedad de entregarte todo por si de repente la vida nos separara: ¡Aún en mis sueños me inunda la tristeza por el futuro que te aleja de mi corazón, mi amor!  Luego, seguías conmigo, mientras hablábamos en un espacio abierto, en un césped difuso, y tu imagen aparecía cerca de una hija tuya. Súbitamente ella parecía tener tu mismo rostro de la adolescencia: tus ojos grandes, tu boca linda, tu piel clara. Se me figuraba quizás una hija nuestra en otros mundos. Si es verdad que los sueños son ventanas a realidades paralelas, me alegra saber que estamos juntos allí. ¡Que la Vida nos permitió amarnos de todos modos!  
¿Cómo se puede atrapar instantes así, aunque sólo sean sueños? ¡Es como aguantar la respiración en el fondo turbio, con las ansias de salir a la superficie en busca de aire! ¡Es perderse en el trópico sin nada en las manos, sino sólo la dicha del aire tibio, los colores por doquier, el olor de mil frutas y el sonido de la vida agitándose alrededor! Aunque en lo secreto del alma alguien nos diga que volverá el frío… Así te sueño yo, mi amor lejano. Así acaricio la ilusión de estar juntos otra vez, mi vida. Así se mantienen frescos mis besos, y tibias mis caricias para el día que vuelvas. Así se desnuda mi alma, de rodillas, implorando al Cielo amarte sin descanso antes del final de mis días.
Mientras tanto, en la noche de mis melancolías por ti, sigues presente. El aroma de tus cabellos negros que quise atrapar un día; el susurro de tus amores en las noches en que nos agitábamos tan cerca, cuando sólo cerraba mis ojos para sentirte con dulzura; el calor de tu boca que me envició de tu amor sin dejarme nunca ¡Oh arrolladora obsesión de ti! Tu seriedad, tu enojo y las risas que explotaban de tu pecho durante tantos momentos vividos.
¿Te acuerdas, amor?  El beso silencioso junto a la laguna, mientras el viento azotaba nuestros cabellos; las largas caminatas, conversando sobre mil asuntos, en tanto nos deleitábamos de estar tan cerca; aquél beso que te di al apagarse súbitamente la luz, cuando bailábamos; las caricias enloquecidas de nuestras manos recorriéndonos, la ansiedad en nuestra respiración apasionada, mis besos en tu vientre y tus silenciosos gemidos con cada contacto; el beso que te pedí y me diste en la calle a escondidas de todos, tras lo cual, como un niño me sonreía y te pregunté incesantemente cómo estabas, tan feliz de verte de nuevo; la noche de mi embriaguez en tu cuarto, cuando te deshojaba mis penas al ver que empezaba a perderte; la mañana de besos en el parque, tras una noche de fiesta antes de navidad.
¡Cómo te me has ido, Liliana! ¡Cuánto frío siento en el alma por extrañarte, por los sueños perdidos! ¡Tanto dejaste de ti en mi corazón, que ya no imagino la vida sin quererte, sin esperarte!
¡Cómo me matan tus recuerdos, tus besos y tu cercanía, y me devuelven la vida luego, en un círculo infinito de tristezas y alegrías!
Te espero, amor de mi vida, rosa de mis días, hermoso amanecer en el horizonte de mi juventud…
A ver si al dormir, regresas otra vez, preciosa.



Volverte a ver - Juanes



lunes, 26 de noviembre de 2012

Tras años de Ambular



Noviembre 26 de 2012
13:05

Tras años de ambular distintos espacios en la vida, he llegado a varias conclusiones.

Siempre has estado presente...
Lo estuviste cuando buscaba a la mujer con quien vivir alegrías de manera plena y exclusiva; lo estabas cuando perseguía mi musa en momentos de febril inquietud; persistías reiteradamente en mis oraciones más íntimas. Lo has estado todos estos años extrañando tu abrazo y la paz de tu mirada. Sin que lo supieras entonces, tu abrazo me resultaba un alivio, un motivo para regresar a ti, una espera mezclada con pasión y sosiego; el placer maravilloso de tenerte cerca.

Me enseñaste a ser mejor hombre, desde el principio.
Sin darte cuenta, proyectaste en mí el deseo de ser más honesto, gentil y familiar. Me mostraste la alegría de formas que percibía en mi alma. Te aparecías con tu figura grácil y amena en las reuniones de amigos y familia; silenciosa a mi lado; te aparecías cuando la Vida nos encontró a ambos, inesperadamente.. Te aparecías cuando corría a buscarte. ¡Y aún si no llegabas,... estabas tan presente y tan real en mi corazón! Del mismo modo que lo has estado todos estos años desde cuando nos alejamos.

Fuiste un ideal inalcanzado entonces, y lo sigues siendo de muchas maneras hoy.
Es difícil hablar de ello, porque he tenido una indomable tendencia a idealizarte. Me he quedado con trozos de recuerdo, y olvido frecuentemente que sufrí mucho por querer tenerte cerca, y una vez cercana, por que no te me fueras. También se me olvida frecuentemente que eres libre como quien te trajo a mí, ¡Cuánto más lo eres hoy, amor! Te sigo buscando de todas maneras, te llamo en silencio y busco más páginas perdidas de las horas y días vividos contigo. Ayer precisamente atrapaba en el recuerdo los instantes de entrega, de íntima cercanía, de tierna calidez. Cuando nos entregábamos el amor. Y aunque me dejaste la esencia de tu feminidad, aunque bebí del néctar inolvidable que desearía volver a saborear a mis anchas, estás ahora lejana, inaccesible como la luna que me mira con frialdad.

Te me figurabas como alguien a quien siempre quería encontrar, con quien deseaba urgentemente hablar. Al igual que esperaba la luna llena en las noches de avidez y de romance, tu mirada y cercanía eran un puerto para arribar tras tormentas indescriptibles. La mezcla de inquietud y descanso que me producías al acercarte, se me volvió necesaria como el aire. No importaba con quienes estuviéramos, constantemente me alegraba mirarte, hablarte, tocarte.

Sigues en mis caminos, mientras aliento la esperanza de encontrarte nuevamente, de poder tan siquiera verte. Y aunque tras algunos años de alejarnos, un día te dije con insistencia que necesitaba verte, al parecer la nube de olvido envuelve otra vez esta ilusión aguardada. Pero persisten latentes en el anhelo, la prisa y el suspiro.

Has llegado a ser esa secreta esperanza de vivir alegrías, de comunicar las ansias del alma, el espacio acogedor para dialogar con el corazón.

La partida, tristeza inapelable e inesperada; la separación, sombra insoslayable; el adiós inevitable... Todo se conjuga misteriosamente, como la tormenta nocturna. Mas el corazón encuentra rumbos inesperados para no dejarse morir de frío. El pasado viernes volví a dejar dos rosas y una nota íntima en la esquina donde nos dijimos adiós con un último beso, donde te entregué mis poemas. "Liliana, te amo, siempre te amé, siempre te seguiré amando". ¡Qué cerca me sentí de ti! ¡Qué íntima cercanía otra vez! ¡Qué delicioso sabor de tus labios en los míos! ... ¡Aunque fuese el final entonces! El amor renovará, lo sé, los aires de nuestras tardes, de mil noches por venir. ¡Estaremos juntos otra vez y será definitivo!

No dejes de hablarme, yo esperaré mañanas nuevas y cultivaré besos, caricias y abrazos.


Te amo


Qué será de ti Thalía

 



miércoles, 21 de noviembre de 2012

Delicioso néctar que ancló mi alma a la tuya




Noviembre 21 de 2012
19:09

Como el final del recorrido que comenzó en la tarde, estoy ya de noche frente al lugar donde te di el primer beso. El tiempo fue breve, considerando que anduve a solas con tu recuerdo.
Sé que esta escena la describí mejor cuando la apunté aquel dos de Junio. Hace ya veintitrés años de eso. Fue tan impetuoso el torrente en mis venas, mi corazón latía tan a prisa, que sumergido en los aromas de tus labios y la cercanía de tu rostro, corrí a mi cuarto a escribir.

¡Bendita memoria!
¡Bendito recuerdo!
¡Bendita la alegría de esa noche!

No fue fácil para ti, tampoco para mí. Pero sabía que sin un beso, no seguiría nada. Años más tarde tuve el mismo presentimiento cuando desnuda en mis brazos te pedí que hiciéramos el amor, pero a pesar de mi deseo y el tuyo, me juraste que lo haríamos otro día. ¿Por qué no insistí, si estábamos tan cerca como nunca antes, ni después? Y tras aquella noche, tuve el presentimiento de que las cosas tendrían el lado más doloroso al final para mí.

Pero volviendo al primer beso, furtivo, como se vuelve a un paisaje familiar y placentero… Era vital para mí … Por nuestra cercanía de largos años, habríamos podido seguir viéndonos, pero nuestro lazo no podría llegar a ser más que eso… ¡A menos que te besara!
¡Pero te arranqué el beso anhelado desde la noche de Diciembre, cuando te apareciste como un sueño del que nunca desperté!

Lo que vino después de esa noche, tras días, meses y años de cambios, de acercamientos y distancias, es de lo que también está hecha nuestra historia. Pero el contacto suave y delicioso de nuestros labios marcó un antes y un después. La esperanza de poder expresarte mejor mi amor, la dulzura de tu cercanía, tus manos en mis manos para ceñirte luego a mí en mil abrazos, tras los cuales no quería separarme.
No obstante, quedó el beso en la noche de Junio, tu linda boca dibujando una huella en la mía… ¡Delicioso néctar que ancló mi alma a la tuya por el resto de mis días! Aún en las horas más tristes, con tu presencia casi desvanecida en la memoria, te quedaste tan presente en mi alma, a salvo de los años y las penas de tu adiós…

Hoy te amo menos a prisa que en mi juventud, con el sosiego de tantas noches acumuladas sin ti, esperándote aún. ¡Ven a encontrarte con este recuerdo! ¡Amémonos otra vez, y que la dulzura de un beso le devuelva la alegría a este corazón solitario que sigue soñando con tenerte de nuevo!

A unos pasos apenas del lugar de ese abrazo sublime y fugaz, de la ansiedad de amarte, vuelvo a la oscuridad de la noche, con tu recuerdo bajo mi brazo…

Usted - Los Tres Diamantes



En el sitio donde te esperaba


21 de Noviembre
17:25

Dicen con frecuencia que no todo en la vida es amor... Sin embargo, justo ayer terminé de leer un libro que me recordó al fin que el ágape traspasa todas las esferas de la vida y les da sentido.

¿Qué sentido tiene ahora recordar con nostalgia tu figura aproximándose a mí mientras te esperaba? Me parece verte al otro lado de la avenida, caminando hacia mí, mientras con cierta vanidad volteabas ligeramente la mirada a un lado: sabías que yo no dejaba de mirarte.

Han pasado los años, y el sitio no es más una cafetería... Ha sido muchas cosas desde aquellos días, pero aún vengo a suspirar como lo hacía hace tantos años...

Ahora que lo recuerdo... Me parecía grandioso ver que te aparecías, que eras tú de veras. Pensaba, con total agradecimiento al cielo, que era maravilloso que hubieras sacado unos momentos de tu vida que amaba, para estar conmigo; para caminar a mi lado, para que te diera un beso.

¡Eso valía todo en mi existencia!.

Pero, por otro lado, a veces llegaba apresuradamente de mi trabajo, de mi estudio o de mi casa, sólo para saber después de esperar y llamarte, que no vendrías. Quizás no lo supiste, era una derrota para mí, una oportunidad menos de estar junto a ti. Sin embargo, siempre con optimismo esperaba la próxima ocasión que me regalaba la vida.

¡Esperé demasiadas siguientes posibilidades!

(Fue un Día de la Mujer, un ocho de Marzo, cuando me enfadé tanto porque habías tardado en llegar. Yo, que muchas veces demoraba en cumplirte las citas, no tuve la paciencia que tú si tenías conmigo. De hecho me lo recordaste la última vez que nos vimos, el ocho de Noviembre, el día que me regresaste el libro de poemas).

Pero al evocar esas tardes, cuando me sentía feliz de tener una cita contigo, traigo al corazón mucho de esa sensación. Quizás es lo que como una adicción me hace volver a los lugares donde te recuerdo más.

He venido también aquí muchas veces antes, tal vez algún día te lo dije, hace unos pocos años. Cuando paso, y veo la esquina donde nos encontrábamos, la miro con la veneración de un santuario. Es el sitio de nuestros encuentros... A unos pocos metros de este lugar, veo el andén frente a la estación de gasolina. Allí, recuerdo bien una ocasión en la que tú te reías de una de mis ocurrencias, hasta doblarte a carcajadas, a mi lado...

Pero este también es el sitio donde hablamos por última vez como novios; yo tenía mi agenda escondida, presintiendo la separación, pero sin saber exactamente qué hacer, porque aún no podía asimilar que tenía que alejarme o enloquecería. Hoy sé que no fue buena idea dejarte ir, o pedirte que me dejaras... Nunca más he vuelto a sonreír como entonces... Nunca más volví a amar así, y sé que nunca más lo haré... ¡Es muy tarde para muchas cosas! 

Fotografía - Juanes - Nelly Furtado






En la que fuera la esquina cerca a tu casa

Noviembre 21 de 2012
16:07



Al estar frente al sitio de aquel adiós distante y fallido, (en el que nos separamos, pero me quedé con el dolor), existe la impresión de que, como en mi corazón, el tiempo tampoco ha pasado allí.

La esquina sigue igual, quizás conservando los ecos de esa despedida que me arrancó el alma...

¿Hasta dónde puede martirizarnos la ausencia de aquello que amamos sin descanso? ¿De qué modo cruel se quedan también los testigos de esa despedida, allí intactos y mudos? ...Como contando una triste historia sin palabras.

¿Cómo se pueden remediar errores semejantes?

Aún te veo frente a mí, afanada, silenciosa hasta en la mirada, quizás buscando escapar de aquella triste hora. Sin siquiera atinar a decir algo coherente, alcancé mis poemas tan cerca como pude de tus manos. Pero te negaste a recibir el regalo, aunque ignorabas lo que había dentro. No tenías intención de continuar. Siempre has tenido razones para que nos alejemos. ¡Cuánto he sufrido por eso!

Sin poder explicar por qué, casi te supliqué con los gestos que recibieras aquello. No tuve palabras, porque el corazón se me estaba desgarrando, ya que ese era el depósito de largos años de amarte. Estabas molesta por nuestra última discusión. Tanto, que quizás si supieras lo que te estaba entregando, hubieras rehuido para no comprometerte más. Eso me hubiera sumido en un dolor aún más grave que el que siguió... 

En mi torpeza sólo pude decirte que no podía quererte de otra manera. Me diste el último beso hace casi veinte años, y fue el final. La torpeza mía en las horas que siguieron, marcó un destino trágico y épocas de terribles tristezas. Desde entonces, he huido de un lado a otro, intentando olvidarte. Pero ya lo ves: aquella esquina en lo que fue tu barrio, te dirá que he vuelto innumerables ocasiones al mismo sitio, como realizando un peregrinaje sagrado, intentando atrapar ese último beso.

Creo que si Dios me lo permitiera de nuevo, yo prolongaría con insistencia ese final, sólo para correr tras de ti y suplicar, como nunca a nadie..., sólo para alentar en cada día la ilusión de verte. Ilusión a la que no renunció después de años de penas.



Volver - Carlos Gardel
  

 


domingo, 11 de noviembre de 2012

Dulce condena de amarte en secreto




12-11-2012
1:08 am



Como en mis días de juventud, anhelando correr a buscarte, recordé la ilusión secreta que mantenía viva la euforia en mi sangre, cada fin de semana: verte, sentirte y abrazarte, mientras bailábamos. Tanto me sosegaba la experiencia de semejante cercanía, que aplazaba sin cesar, hasta desperdiciarlas toda, las oportunidades que me daba la vida de estar a tu lado. Confié demasiado en la juventud, en las fuerzas que tenía y en la esperanza del mañana. ¡Cuánto he llorado por dejar volar esas horas que ansío!

Hoy la noche seguía igual, como entonces: fría, inesperada e impredecible. Caminé nuevamente buscándote, intentando atrapar tu imagen esquiva, mirándote en cada esquina, en cada espacio... En la sala donde besé por primera vez tus pechos cálidos, y tras el ardor de mi desesperación por sentirme junto a ti, te reprochaba tiernamente que me abandonaras cuando más te amaba. ¡Como recuerdo ese instante justo ahora!: En respuesta a un beso en tu frente, abriste tus brazos y me embriagaste de amores... Hace unas horas apenas, una amiga en común me recordó precisamente esa noche, cuando previamente habíamos inventado en la terraza una celebración, para encontrarnos como una gran familia. Aquella ocasión, tras la distancia y el silencio frío, terminamos los dos en la oscuridad, trenzados en un abrazo nuevo, uno que aún no olvido. ¡Cuánto deseo ese abrazo, cuanto muerde en el alma ese recuerdo de nuestra intimidad, de mi pasión desgarrada y tu complaciente dulzura! ¡Cuánto duele esta herida de haberte perdido! ¡Te me has ido, y quedé en una agonía que no se acaba!

¡Cuánto desearía que fueras tú quien hundiera la hoja afilada en mi pecho y acabara por fin esta honda pena! ¡Cuánto quisiera morir en tus brazos, cerrando los ojos al fin, sin miedo a alejarme otra vez!

Tras vagar casi a media noche, no pude evitar llegar a la esquina desde la cual ver tu casa, tu ventana con la luz encendida. Pude adivinarte allí, acostada, presente, a unos pocos metros de mis ansias. Te salude amorosamente en voz baja, con la esperanza de que mi beso te llegara como un rumor tibio en tus mejillas. Sabiéndote en la paz de tu casa, deseé lo mejor para ti, mientras honraba tu recuerdo en el frío de esta noche. Con la amargura de no haberte contemplado, pero de todos modos con la cercanía que me permite este tiempo aciago. Finalmente, llegué como pude a mi casa, obsesionado con la idea de recordarte otra vez en el silencio de mi estancia, de atrapar cuanto pueda de este naufragio en que se ha convertido mi existencia sin ti.

No me niegues tu abrazo ni tu beso. Vuelve para traer alegrías nuevas a este corazón que se envejece por tu ausencia. Déjame oírte otra vez, muy quedo, mientras te susurro que te amo, que siempre te he amado, que nací para eso mismo sin remedio; ¡Dulce condena de amarte en secreto, de esperarte en la soledad y el frío en que me has dejado!

¡Duerme amor de mi vida, confiadamente, mientras mi oración y mi deseo te bendice en el anonimato de este exilio!.

¡Que me prodigue la Providencia en este año más, lo que tanto sueño! ¡Las palabras ya no alcanzan a describirlo, sólo el llanto que expresa esta sed de ti, este furor con el que ya no puedo!

...Duerme mi amor...



Vuela una lágrima - Los nocheros


viernes, 9 de noviembre de 2012

Fue como encontrarme contigo de viaje


10-Nov- 2012
00:38 am

Ayer nos vimos de modo espontáneo, por mi parte no planee nada. Hasta el extremo de no sorprenderme al saber que tenías prisa. Fue una conocida desilusión, pero en el fondo me he acostumbrado a saber que siempre vas de camino, ahora más que nunca. Me alegra saber que te va bien, tu rostro es bello, tu mirada transparente, tus gestos desprevenidos, tus palabras rápidas. Podría haberte hecho un interrogatorio rotundo, y brillabas tanto que sé que lo hubieras contestado perfectamente tranquila.

Te confieso que me alegró mucho verte y hablar contigo. El pretexto (y no lo es) valió la pena. Pude verte y hablar contigo.

Me contaste de tu trabajo con alegría y gratitud, me hablaste de tus planes para navidad y en diez años, y de algunas cosas complejas a tu alrededor. Te hablé de tantos cambios en mi vida, muchos de los cuales me apenan.

Al reencontrarme con la vieja libreta que te regalé al despedirme, la miré con atención. Intentaba atrapar algo de sus viejas historias en mi alma, pero fue en vano. Me la entregaste con tanta prisa y despreocupación, y yo mismo no me sentía con la tranquilidad de hablar demasiado del tema, salvo por las circunstancias de quererla conmigo otra vez. Me la entregaste y ya.  

Pero al despedirnos tras la charla breve y tu actitud descomplicada, mientras aún hablabas por teléfono, me quedé en la Biblioteca, Conmovido, estuve leyendo hasta terminar de leerla, y releer algunos pasajes. Me aislé para conectarme con ese pasado que me persigue tan a menudo, a ver si podía hundirme en sus brazos para soñar otra vez con cada línea. Para recordarte otra vez, alimentando mi memoria con tantos trozos de nuestra vida.

Fue como encontrarme contigo de viaje, y conmigo mismo en una época inolvidable. Mientras te ibas, fríamente, aquella mujer que fuiste tantos días conmigo, se quedaba. ¡Me alegró tanto que estuvieras allí, a mi lado, en silencio, guiando mis ojos, consolando mis desventuras! Reviviendo mis febriles locuras de la juventud, mientras me extasiaba con tus besos, con el toque de tus manos, con tu cercanía mil veces ansiada. Gracias por aquellos días, mi amor lejano.     

Pero nunca me contaste cómo te pareció a ti aquella reliquia que rescataste de un cajón perdido de tu memoria. ¿Leíste sus líneas?, ¿Me recordaste otra vez?, ¿Ocurrió algo nuevo e inesperado para tu corazón en presencia de tanta pena por amarte? ¿Brotó alguna lágrima extinguiéndose en la muerte del pasado? ¿Recordaste alguna canción, alguna palabra de mi boca, algún susurro mientras te amaba? ¿Percibiste mi agonía, el delirio de mi corazón por esa intimidad que escondes? ¿Has estado esperándome en secreto, quizás una palabra, un gesto, algo que te vuelva a decir que eres tan amada como antes? ¿Tienes ganas de verme, de abrazarme, de escucharme decirlo… Te amo? ¿Te apena ese pasado por sus errores? ¿Te escondes confiadamente en el presente que te alegra, en tus hijos, en el hombre con quien decidiste compartir tu vida? ¿Te lastima acercarte al tonto de antes, perdiendo horas de tu vida en un sinsentido que te llena de rabia y de pena? ¿Sientes rabia por mi obsesión y mi insistencia, inoportuna molestia que regresa de un pasado que prefieres no haber vivido?¿Me has esperado en silencio, pues sabes que sigues existiendo en la locura de mis sueños, que en mi alma nunca te perdí y me rehúso a dejarte ir? ¿Presientes el desenlace que no marcamos al alejarnos? ¿Es triste, es cruel, es simple y vacío, te da miedo o pena, te produce placer o descanso? ¿Juegas a sentirte tan querida, porque hace rato que no escuchas un suspiro por ti, o desconoces la prisa del corazón por tenerte cerca? ¿Quieres escuchar esa canción secreta que nunca te cantaron?

Para mí sigues siendo el amor, la ternura, la paz y la cordura al tenerte cerca. Me llenas la vida con sólo verte, y se me alegra el alma al escucharte. Si estás cerca podría morir tranquilo allí mismo, dormido… Pues mis más sinceros anhelos, mi primer beso enamorado, mi mirada feliz, mi suspiro íntimo… Mi pasión sincera… Mi beso… Mi secreta gran ilusión sigues siendo tu, mi vida. Mi Liliana.

Aunque te avergüences de lo que pasó entre los dos, para mí fue todo lo mejor que esperé de la vida, la razón por la que volveré a Dios agradecido por darme la oportunidad de tenerte cerca, aunque haya sido sólo eso. Porque fuiste el amor que no me negó la vida en esos instantes en que dormí junto a ti, en que me regalaste tu abrazo  una sonrisa sincera, en que me permitiste un te quiero que me brotaba del alma. En que hacías lo mejor que podías para tolerar tanta insensatez de mi parte, tantos celos y rabias sinsentido. En que descansaba del camino implacable de tu ausencia, para reponer mis fuerzas, preparándome sin saberlo para estos años de largas penas… Amor mío, gracias por dejarme ser feliz mientras te entregaba mi corazón con la fidelidad de quien nunca se irá. ¡Si supieras que para esta soledad me preparabas con tus besos! ¡Si supieras que en este desierto de ti, la luz de tu mirada me ayuda a seguir! El eco de tu risa, tu respiración en mi pecho, son el tesoro que guardo en el corazón y me mantiene con vida. En tanto Dios, con su bondad ponga fin al dolor y mis ojos se cierren para soñar contigo y no abrirse nunca más. Entre tanto mi vida, esperaré en la oscuridad triste por una mirada tuya.

El niño dormía su saciedad, socarronamente, mientras se preparaba ingenuo para el dolor del hombre, la llama inacabable por la ausencia del beso que se marchó de prisa. Te me fuiste y no supe a qué hora, te marchaste pero seguí esperando tu regreso, alentando los años con la ilusión infantil de encontrarte de nuevo.

¡Oh, la mirada triste por los desvelos, por las puertas cerradas, por el luto, por esperarte sin descanso!. ¡Oh, la necedad del corazón que no te ha dejado, aún queriéndolo intensamente en los ocasos de la agonía! ¡Oh, mis manos que esperan, envejeciendo, por las tuyas! ¡Oh, mi boca, que se deshace de frío pronunciando tu nombre, en espera del beso! ¡Oh mis brazos cansados de abrirse esperando atraparte entre delirios, sin encontrar más que penas al paso!.

Vuelve mi amor, no me dejes así, no es justo…

Nadie podría entender algo así, es verdad. A veces no puedo más con la pena de tu partida; de la distancia de estos años vagando sin ti; intentando atrapar tu perfume en los recuerdos que me esfuerzo por mantener frescos en la memoria. Intentando encontrarte en vano, evocando el camino que me conduce a tu casa, a las calles que caminamos tomados de la mano, amando cada eco perdido, cada paso caminado, cada sonrisa tuya. Mirando cómo se me pasan los años con el dolor de haber muerto para ti, mientras sigues tan presente en mi vida. Reviviendo artificialmente con tantas lágrimas, como esta noche, los momentos en que el amor se acercó a los dos al fin… ¡Sólo para marcharse y dejarme tan solo, con el luto de tu silencio, de la indiferencia de tus ojos amados, con la frialdad de tu distancia, la condena que cargo por tanto tiempo en silencio!. ¿Dónde te has ido, mi vida? ¿Dónde estás esta noche, mientras mi alma se deshace en llanto? ¿Cuándo moriré de olvido, que no vuelvas a mirarme como aquellos días perdidos para siempre, solo vivos en este recuerdo que no me deja?   

¿Qué pensaste de todo eso?

Hay cosas que nunca dijimos, y te pido perdón por haber cerrado tanto mi corazón a escucharte, en esos días en que tímidamente me decías algo, aún sin palabras. Perdón aunque ya es tarde. Perdón, aunque muchas veces así es la vida.

Con todo el respeto que mereces hoy, y lo estoy diciendo muy en serio, después de más de veinte años, te diré que nunca más amé así a ninguna mujer en la vida, has sido mi primer amor, mi gran amor. No me da vergüenza admitirlo, todo lo contrario. No quisiera morirme sin que lo sepas otra vez. Y muerto yo, sepas que hubo alguien que te amó con todo lo que pudo, menos el valor. La vida y las circunstancias fueron muy adversas y yo demasiado cobarde. No te merecía, cariño. Tú siempre has sido muy inteligente y lo supiste pronto. Demasiado pronto, no me diste tiempo para entender que todo había terminado y mi tortura apenas comenzaba.



Fire and Rain - Richie Ray / Bobby Cruz




martes, 30 de octubre de 2012

Feliz Cumpleaños

Septiembre 12 de 2012





Una tarde de septiembre, en un café solitario, apurando un café con licor, mientras pensaba en ella
-Esperando aún el milagro de verla llegar-



Eres feliz amor, te lo mereces
alegras con tus risas todo alrededor
y aún quien te encontró antes que yo
(aunque fui yo, pero no me alcanzó)


no sabe lo dichoso que es y lo valiosa que eres.
¡Mas para quien afuera se quedó,
mirando silenciosamente en el frío,
es suficiente tener los recuerdos
la fantasía de lo que podría haber sido!


Vuelvo en silencio
de a pocos muriendo,
con tu recuerdo bajo mi brazo
y tu nombre quedo en mis labios



Feliz Cumpleaños Liliana



Me cuesta tanto olvidarte - Alex Ubago





Feliz Cumpleaños

Septiembre 12 de 2012





Una tarde de septiembre, en un café solitario, apurando un café con licor, mientras pensaba en ella
-Esperando aún el milagro de verla llegar-



 No hubieras podido amor...
Ahora que lo pienso vida mía
tú, mujer, hoy madura y casada,
no hubieras podido con mi agonía
la prisa de adorarte aprisionada


Te hubiera comido de a poco,
¡te hubieras muerto antes hastiada
o te hubiera matado yo primero!
Con tanta ansiedad de este loco


No podrías haber soportado
tenerme presente en cada esquina
ambicionando todo de ti, querida,
hasta el suspiro, el fragmento de tu pensamiento
¡la palabra secreta o la razón de tus silencios!


¡No hubieras podido amor
con tanto corazón y tan poco tiempo!



Te lo juro yo  - Miguel Poveda



Feliz Cumpleaños

Septiembre 12 de 2012




Una tarde de septiembre, en un café solitario, apurando un café con licor, mientras pensaba en ella
-Esperando aún el milagro de verla llegar-


Un día para recordarte...


Los años que me has dado (más pesar que alegrías),
como pinceladas de embelesos (como tiranos y amigos),
vuelven a mí de vez en cuando
para recordarte entre las penas,
las de no verte, de no saber nada más de ti.

Ya sabemos tan poco uno del otro,
ya hablamos tan poco.
Como si no hubiera pasado nada de la locura de la juventud.
Como si no hubiéramos derramado lágrimas por amarnos y olvidarnos.

Pero, digo, los años vuelven para inflamar el pecho,
para extraviar la mente, para apurar los suspiros,
¡Como si pudieran borrarnos la risa y tornarla en pesar!


¡Vuelven los años amor, a recordarte!
Para celebrar un año más por ti, porque estás (aunque hace muchos años te me fuiste, amor)
Para recrear mis ojos con los encuentros del pasado (por un año contigo, mi vida, más de veinte sin ti).

Suficiente para un corazón que dejó de latir con tu adiós,
y en la muerte, en las cenizas del presente
en el afán, en el dolor y la fatiga.

¡Sueña hasta el fin con tenerte, sabiéndolo imposible!

¡Con cariño y respeto!

Feliz Cumpleaños Liliana



 Te recuerdo dulcemente - Rocío Dúrcal
 


Vuelve al silencio mi escondida pena





Mayo 7 de 2012
23:04
   
Hace rato que escribo estas cartas sólo para pensar en ti, recordarte y recorrer mi corazón buscando señales de tu presencia en mi ser.
Hace mucho no sé de ti, y mucho menos he hablado contigo.. Todo lo cual me lleva a considerar lo que pasaría si te enteraras que te recuerdo todavía, que en mi alma no se ha marchitado aquel primer amor. La verdad, ya no tengo fuerzas para enfrentar más penas y adversidades sobre mi corazón. No tendría la respuesta, no sé de dónde sacaría nuevas frescuras en este corazón desgastado de sinsabores, en cuyo universo tu memoria gravita como un imposible soñado y distante por el agotamiento y las penurias.
Era tan lindo cuando, aún tan jóvenes, nuestras miradas se encontraban tras el hondo suspiro de estar juntos, de no dejar de abrazarnos y besarnos, mientras el futuro ignorado se asomaba en el horizonte sin hacernos daño. ¡Cuán equivocado estaba yo al pensar que respiraríamos embriagados el elixir de esta pasión, que mis penas terminarían en ese abrazo nocturno que varias veces me regalaste mientras dormías a mi lado! Cuánto dolor y lágrimas perdidos sin razón aparente para anochecer entre tristezas, mientras te me vas del cielo que soñé contigo. Qué indolente el Amor con quien lo atesora con esperanza desde los suspiros más humildes. Te me has ido, casi sin remedio. Al menos sé que sigues callada y amorosa junto a mí en estos momentos de fantasía que me resisto a abandonar tras tantos años de no tenerte.

Mi amor, si sólo no te me hubieras aparecido sin más, para quedarte dándome la vida y hacerme morir de frío al marchar en silencio infinito.
¡Oh las ilusiones de un poeta que tienen sed de descanso!
¡Oh las penas de un amor que se ha muerto en el silencio y el olvido, pero mata de ardor en el corazón que no te olvida!
¡Oh, la canción que no termina, aunque los invitados a la fiesta hace décadas abandonaron las risas y han envejecido en su hastío!
¡Oh, el joven que se quedó llorando por tu regreso, mientras silenciosamente apura una copa que le engaña para retenerte en su alma sin descanso!
¡Sin compasión por su pena!
¡sin dejar de herir su alma sangrante, ansiosa de ti como el primer día, pero envejecidos sus huesos y su carne de tanto esperarte en vano!
¡Mi amor, si sólo no hubieras sido tú, precisamente! habría quedado tiempo para olvidarte y alejarme mientras buscaba otra ilusión. Pero sigues ahí, en el recuerdo, en la calle caminada, en el jardín marchito, en el parque de risas, en las noches a solas, en las lágrimas frente a la luna, en las locuras tras tus pasos, en los besos que no fueron y las noches que amé tu cuerpo frente al mío. Qué peor martirio que este, de soñar contigo porque sigues tan cerca, porque sin culpa de tu parte estás anclada a mi senda, sin dejarte tocar, sin marcharte y sin quedarte. Porque mis fracasos no fueron los tuyos, y estoy solo como cuando te me fuiste, cuando te dije adiós y me hundí en la selva oscura de tu distancia como una peregrinación voluntaria a la noche. Mas tú, amada merecida y dulce, olvidado el pasado que dejaste atrás sin volver la mirada, despliegas tus alas una y otra vez sin cansarte, mientras la vida te prodiga la alegría que me negó con nuestro adiós.
Preso en esta pena infinita, amiga de prisión que me embelesa de algún perfume ignorado largamente, y que se me enredó al abandonar tu vientre para sollozar solamente. Esta agonía se me vuelve lo único que te trae como entonces, a veces en la memoria de algo ocurrido, a veces en la melancolía de lo que pudo ser, a veces en la locura de lo que aún quedó por decir, a veces en la desesperación de inventarle sueños al alma que te espera entre delirios. A veces en la vergüenza de quedarme solo, buscándote en todas partes sin escuchar respuesta. Amor: este calabozo húmedo, frío y oscuro no es el alivio que esperaba cuando te perseguía, cuando enloquecido te robé el primer beso. Hoy, lo sé, mi vida. No era lo que esperé, ni creí merecer, que frente al altar me dejases solo, implorando por un beso, por el si de tu silencio mientras te amaba, por tu mirada todas las mañanas mientras corría a buscar flores para nuestra mesa, por la esperanza de dormir a tu lado una noche más y amanecer viéndote mientras envejecíamos.
Pero estás lejos... Duermes tu ventura en los brazos que te separan de los míos. Tal como hace tantos años, más de los que me atrevo a admitir sin sentir pena, sigo despierto, pensándote a ratos, masticando la soledad intentando robarme otros minutos del recuerdo para levantar la mirada y decir que después de todo estuviste a mi lado.
Vuelve al silencio mi escondida pena.. Nadie quizás sepa, que en el silencio de mis pasos tras tu recuerdo, que en la mirada que disimula el brillo por tu nombre pronunciado, que en el suspiro que se ha hecho parco y cansado en mi pecho, que en la mirada perdida hacia el horizonte intentando atraparte con las manos como un ladrón furtivo en las noches, allí, aún allí, tan a mi pesar y sin sospecharlo tú... Te he seguido amando.
Con la sonrisa en la boca,
con la gratitud por el encuentro,
con los brazos extendidos del buen amigo,
con la mirada ansiosa del amante escondido,
con la paz del esposo que abraza al dormir,
con la inquietud del niño que atrapó tu vientre.


Extraño tus ojos - Juan Gabriel