Noviembre 21 de 2012
19:09
Como el final del recorrido que comenzó en la tarde, estoy ya de noche frente al lugar
donde te di el primer beso. El tiempo fue breve, considerando que anduve a solas
con tu recuerdo.
Sé que esta escena la describí mejor cuando la apunté aquel
dos de Junio. Hace ya veintitrés años de eso. Fue tan impetuoso el torrente en
mis venas, mi corazón latía tan a prisa, que sumergido en los aromas de tus
labios y la cercanía de tu rostro, corrí a mi cuarto a escribir.
¡Bendita memoria!
¡Bendito recuerdo!
¡Bendita la alegría de esa noche!
No fue fácil para ti, tampoco para mí. Pero sabía que sin un beso, no seguiría nada. Años más tarde tuve el mismo presentimiento
cuando desnuda en mis brazos te pedí que hiciéramos el amor, pero a pesar de mi
deseo y el tuyo, me juraste que lo haríamos otro día. ¿Por qué no insistí, si
estábamos tan cerca como nunca antes, ni después? Y tras aquella noche, tuve el
presentimiento de que las cosas tendrían el lado más doloroso al final para mí.
Pero volviendo al primer beso, furtivo, como se vuelve a un
paisaje familiar y placentero… Era vital para mí … Por nuestra cercanía
de largos años, habríamos podido seguir viéndonos, pero nuestro lazo no podría
llegar a ser más que eso… ¡A menos que te besara!
¡Pero te arranqué el beso anhelado desde la noche de
Diciembre, cuando te apareciste como un sueño del que nunca desperté!
Lo que vino después de esa noche, tras días, meses y años de
cambios, de acercamientos y distancias, es de lo que también está hecha nuestra
historia. Pero el contacto suave y delicioso de nuestros labios marcó
un antes y un después. La esperanza de poder expresarte mejor mi amor, la
dulzura de tu cercanía, tus manos en mis manos para ceñirte luego a mí en mil
abrazos, tras los cuales no quería separarme.
No obstante, quedó el beso en la noche de Junio, tu linda
boca dibujando una huella en la mía… ¡Delicioso néctar que ancló mi alma a la
tuya por el resto de mis días! Aún en las horas más tristes, con tu presencia
casi desvanecida en la memoria, te quedaste tan presente en mi alma, a salvo de los
años y las penas de tu adiós…
Hoy te amo menos a prisa que en mi juventud, con el sosiego de
tantas noches acumuladas sin ti, esperándote aún. ¡Ven a encontrarte con este
recuerdo! ¡Amémonos otra vez, y que la dulzura de un beso le devuelva la
alegría a este corazón solitario que sigue soñando con tenerte de nuevo!
A unos pasos apenas del lugar de ese abrazo sublime y fugaz,
de la ansiedad de amarte, vuelvo a la oscuridad de la noche, con tu recuerdo
bajo mi brazo…
Usted - Los Tres Diamantes
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