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Encontrarme contigo es revisar un libro abierto,
el de nuestras palabras proferidas a la distancia
y nuestras miradas que también se dicen tanto.
Una tarde, te llevaste de mi mano algunas de sus páginas
y otras las escribo en tu ausencia casi a diario,
pero la mayor parte la escribimos con cada beso.
Y si acaso esta misma tarde me preguntaras
cuál sería la mejor historia de ese libro nuestro
te diría que pienso que aún no la hemos comenzado.
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