Noviembre 13 de 2016
18:56
¡No te vayas nunca!
No quiero salir a las calles,
donde ya no existan posibilidades de verte,
y las sombras de los árboles
se burlen de mis lágrimas por tu ausencia...
¡Me haces tanta falta,...
Tengo tanto frío!
Y el corazón desabrigado
se muere de pena.
Ya volvió a recordar cómo se llora,
como la primera tarde,
cuando supo que te irías.
No es que le entristezcan tus alegrías
a este corazón necio.
¡De veras brilla si eres feliz,
mi amada, mi dulce reina!
Es simplemente que late con más fuerza
y nada le detiene,
cuando te siente cerca.
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