00:49
Mientras nos besábamos en la noche, en otro de nuestros rincones ocultos, sentía a la mujer que eres, tu suavidad y tu cuerpo. Y pensaba lo afortunado que soy por vivir este tiempo contigo. No quería que te marcharas.
En la penumbra, las luces distantes jugaban con las facciones de tu rostro. Y al aferrarme a tus labios, mi alma también se afianzaba a la tuya. Mi brazos estrechaban lentamente tu cuerpo, como si quisiera fundirlo al mío en un abrazo perenne. Quería quedarme a tu lado.
Y al reír junto a ti, con mi corazón de par en par, mientras reías, también mi puerta se abrió para ti. Nos mirábamos a los ojos, recogiendo silencios, penas y alegrías. Entraste profundo, pediste permiso y me expuse. Y no quiero que salgas nunca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por regalarme tu tiempo y permitirme compartir estas líneas. Deja tus comentarios con el corazón, tal como yo he regado estas cartas.