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Me enamoré de un ser divino,
es una mujer y es una diosa,
hicimos el amor y bebimos,
la besé en tardes presurosas.
Suele culparse por lo ocurrido,
arde y sueña, tierna y amorosa.
¿Perfecta? ¡No tendría sentido!
Si fuera, no sería tan hermosa.
Mas cálida es su voz a mis oídos,
como agua fresca a mi sed ansiosa,
dulces pechos de tibios latidos
y aromas de frutas deliciosas.
La ama el corazón enceguecido,
porque no sabe hacer otra cosa,
mi vida por su beso escondido
mi muerte por deshojar su rosa.
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