Mientras nos besábamos en la noche, en otro de nuestros rincones ocultos, sentía a la mujer que eres, tu suavidad y tu cuerpo. Y pensaba lo afortunado que soy por vivir este tiempo contigo. No quería que te marcharas.
En la penumbra, las luces distantes jugaban con las facciones de tu rostro. Y al aferrarme a tus labios, mi alma también se afianzaba a la tuya. Mi brazos estrechaban lentamente tu cuerpo, como si quisiera fundirlo al mío en un abrazo perenne. Quería quedarme a tu lado.
Y al reír junto a ti, con mi corazón de par en par, mientras reías, también mi puerta se abrió para ti. Nos mirábamos a los ojos, recogiendo silencios, penas y alegrías. Entraste profundo, pediste permiso y me expuse. Y no quiero que salgas nunca.
Quisiera atraparte en cada segundo que te tengo cerca. Retener el sabor de tus labios para siempre y el recorrido de tu cuerpo entre mis manos. O que no te fueras nunca. Pues esa sensación que me causas cuando estás, se torna en angustia cuando te vas. Semejante mezcla de gozos y nostalgias me mantiene el alma despierta y lleva tu nombre por todos los rincones. Canciones que te recuerdan, la textura de tu boca que imploro, la gentileza de tus manos en mi pecho y el silencio en que nos sumergimos en largos besos. Las calles que caminamos, la tarde que nos ve y el viento que nos acaricia. Todo se convierte en un cuadro colorido de recuerdos esparcidos que recobro a solas mientras te anhelo en silencio. Un beso, el tono de tu voz y tu mirada son todo cuanto necesito para soñar despierto.
Si supieras que mi corazón late durante el día, deseando la cercanía del tuyo. Que cuando llegas y nos aproximamos empieza a recontarse la historia de mi existencia, dormida en tu ausencia, regada en suspiros ansiosos de mirarte, de tocarte, de saber cómo estás, de escucharte hablar. Estás conmigo y mi mundo empieza a girar de nuevo, como si me rescataras de la muerte al mirarme. Mi vida se queda en tu regazo, sube hasta tus senos y se alivia al pie de tu cuello. Sólo allí sé quién soy de veras, sólo en ese momento, entrelazados. Entonces, acude a mi mente una certeza clara: el tiempo sin ti cuenta sólo como espera hasta volver a estar contigo.
Con este amor que es tan tuyo,
con el merengue de tus besos
y tu mirada de ojos negros,
yo salgo al mundo a cumplir sueños
o inventarnos otros sueños
o inventarnos otros mundos.
Si supieras,
por saber que llegas,
todo cuando gira en el aire
mil voces de colores
luces y sombras
olores suaves
promesas de amor
y espasmos de placer.
Si supieras
de estos pensamientos
y las sensaciones
que se tornan incontrolables,
porque naufragas
en las tormenta convulsa
en la agitación de mi piel
y los recuerdos.
Pensaba en lo lindo que fue hallarte,
tan bella,
tan tú misma frente a mi desnudez.
Con tus manos abiertas y tu sonrisa.
Con tu silencio a mi lado
y la vida que compartimos.
Y cómo un momento
compuesto de mil gestos,
puede llegar a serlo todo,
dejando huellas
en la inmensidad del tiempo.
Viniste a mi vera,
a posar tu hermosura en mi alma,
como una novedad infinita;
un ramillete de feminidad
deslizándose en mi pecho
disponible para mi boca
y mis manos ansiosas.
Me marcaste la vida
cuando presentí que estabas,
pero me la cambiaste toda
con tu cuerpo desnudo,
tu respiración agitada
y la suave certeza
de saber que eras tú.
Quizás sí haya un destino nuestro escrito en las estrellas. O quizás sea trate de algo sentenciado como un buen día sin sol. ¿Cómo pues saberlo, mi amor, a menos que miremos al cielo?
Con el corazón desgarrado y el alma expuesta
te conté que mis días se ataron a tus manos,
Me bendijo tu mirada y tu sonrisa abierta
se silenció el dolor en mi pecho solitario.
Te regalé mi sol, tú me diste tus estrellas,
y se reabrió un libro por años olvidado.
Ahora mis noches esperan por tu luna llena.
Ahora, que ahuyentaste mi invierno con tu verano
Toma de mí la copa y el vino mi bienaventurada esperanza y un pedazo de mi alma para abrigarte en el frío.
..........................
Bebe mis sueños,
sobre todo aquellos
en que apareces dibujada.
Arrebátame la vida
y recoge una cosecha
con el milagro de tus manos.
Llévate mi tiempo
las destrezas que me quedan
y los pétalos muertos
de mis noches esperándote.
Llévate mi nombre y mi apellido.
no dejes nada, pues son tuyos
desde cuando se pronunciaron
y mi alma se quedó contigo.
Tienes las ansias de mis ojos,
toda mi atención
y mi sonrisa al mirarte;
lo tienes todo y no lo sabes,
la melancolía y las carcajadas,
mis pasiones secretas,
mi corazón amándote.
Mis brazos y mis silencios;
las caricias de mis manos,
el furor de mi vientre,
mis mejores besos
y un poema perdido.
Dame una huella de tu mano,
el sabor de tus labios,
el recorrido de tu cintura
y el misterio de tu sexo,
mientras me sujeto el alma
para esperar tu regreso.
Dame la fuerza de tu luz,
el vigor de tus espinas,
la lucidez de tu corazón,
y un te quiero,
en tanto reparo mis velas
por la amarga tormenta.
Dame tu sí y tu no,
pues proviniendo de ti
se convierten en canción,
aromas de café en la noche
y dulces gotas de vino,
mientras te espero.
Sé que debes irte, pero antes, quizás pudieras dejarme el brillo de tus ojos, la magia de esa sonrisa, un beso dulce o un abrazo que nunca se acaben... Sólo mientras regresas.
Recuerdo el sabor de tus besos,
tus labios de azúcar y tu lengua juguetona,
fracciones de tu alma que me regalabas,
angustias de morir demasiado rápido.
Recuerdo la dulzura de tus ojos
y la grata amenidad de tus palabras;
la prisa de las horas mientras caminábamos
y nuestras manos entrelazadas conversando.
Te recuerdo, tanto como que existes
aunque al preguntarle a nuestros secretos,
de nuestros encuentros no nos digan nada,
porque así ha sido y será, ¡Por eso te recuerdo!
Hoy estás junto a mí,
recostada como la tarde...
Mañana te irás
como una luz fulminante...
Volverás luego
y haremos el amor.
Te quedarás dos veces
y al tercer día te lloraré.
E iré a buscarte,
huyendo de mi sombra
para soñar en tus cabellos
y robarte un beso.
Y te hallaré despierta,
mirándome y sonriendo,
como sabes hacerlo.
Eres tu libertad
esa brisa impetuosa
tu clara piel de terciopelo,
tus sabores de mujer
y mil sorbos de vino.
No sabría qué esperar,
tampoco quiero,
eres quien eres
y me enamora saberlo.
Quiero verte,
quiero escucharte respirar.
Hoy no me bastan el sol y la luna,
quiero tocarte y comprobar a qué sabes,
quiero el arroyo y la brisa
y quiero tu voz cerca.
Amarte no es saber que existes,
sino lo que viene después.
Amarte es conseguirte despacio
y saber que un día sin mirarte
ya es bastante pena por un día.
Lo sabré yo mi vida...
Sí que te podría hablar de ello
pues tu larga ausencia
fue mi oscuridad.
¿De dónde, pues, saliste?
¿De un sueño, de una ilusión, de un libro?
Que tienes en vilo mi alma
y sólo quiero saber de ti
ansiando sumergirme en tus pensamientos
y en la suavidad de tu piel clara
Que muero por descubrirte de mil maneras
y sin saciarme nunca,
espero la siguiente ocasión
para hallar un brillo nuevo,
un acento distinto,
un misterio impensado,
un sabor matizado.
Tú y tu manera de enamorarme tanto,
sin decir nada, sin proponértelo siquiera...
Cuánto más si me das tus besos,
si me invitas a probar tu cuerpo,
si me miras por última vez
con esa dulzura tan tuya,
tras decirme que me quieres.
Soy nadie, sólo sueño,
sueño contigo hasta olvidar que duermo;
me parecen flores tus manos y frutas tus pechos;
se me antoja perderme en tu mirada
y escuchar tu voz mientras olvido el tiempo.
Beberme esa sonrisa,
beber de tu vientre
y comenzar de nuevo.
La lluvia es triste, inmoviliza los sentidos tras la ventana. Habla de pesares y distancias, enmudece la alegría y deja una estela impregnada de nostalgias. La lluvia tiende su manto sordo con un rumor somnífero que aletarga el pensamiento y llena de soledad la piel.
!Pero la lluvia era tan dulce aquella tarde!
Millones de gotas encubriendo nuestro secreto, mientras te amaba, mientras me amabas. El cielo gris cerraba los sonidos de nuestra respiración y el agua empapaba los tejados, dejándonos pausas de lucidez para percibir que afuera hacía frío, lejos de la humedad cálida de nuestra piel y el ardor de nuestro sexo. Temblaban tus senos y conocí a la mujer. Las memorias de tu olor y tu sabor aún retumban en mis sentidos, adheridas por miles a mis poros. Tus ojos entrecerrados y los míos en un éxtasis del que no podía escapar; y aún sabiendo que era mejor cerrarlos, me contuve mirándote, contemplando tu imagen adorada; la misma que aún me embriaga y me condenó a desearte por siempre,... Mientras afuera llueve.
Evocarte con estas manos,
que se hacen afectas a ti y te esperan.
Pues durante los afanes del día,
sin quererlo, sin buscarlo, aparece el recuerdo...
Recuerdo dulce, recuerdo de flores, recuerdo de tu espalda,
de tu respiración y ese calor tan tuyo cuando me abrazas.
Pues durante las prisas y las horas que distraen mi mente,
aparece tu nombre, tu nombre bendito.
Y al final del día, como recogiendo flores,
se acumulan las razones para buscar tu boca;
los sentimientos y las esperanzas de tus ojos frente a los míos...
Rozando las bocas y dejando brotar un te quiero imperceptible,
abrigado en tus suspiros y la cercanía de tus senos,
mis manos se precipitan a tu cintura de algodón.
Al llegar a mi casa, en el frío y la oscuridad,
me doy cuenta que te he traído en mi pecho,
que comes conmigo y me cuentas tus jornadas
y aunque muda quedó tu figura, esparcida junto a mí,
mis brazos dormirán aferrándote en el vacío.
Porque les haces falta aunque no sepan decirte nada,..