Septiembre 4 de 2016
5:35
Mis ojos aprendieron a extrañarte,
en esta oscuridad sin retorno,
en la que me envuelvo dormido.
Y se abren, deseando que estés.
Quizás es por eso que prefiero,
la mañana tibia de promesas contigo
que la fría y oscura madrugada,
con sus fantasmas fugaces.
Tal como hace tanto tiempo,
cuando ya te extrañaba
mis manos frías buscaban tu cintura,
tus manos, tus pechos, para descansar.
Quizás es por eso que recuerdo,
las mañanas jóvenes de encontrarte a mi lado,
paloma dormida, presente en pausadas respiraciones,
hermosa hasta con los ojos cerrados.
Son más trágicas las madrugadas sin ti,
heladas, cortantes, de sombras adustas.
Son más nobles las mañanas,
por aquella lúcida promesa de volver a verte.
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