Septiembre 3 de 2016
4:38
Estás en mi alma,
divina mujer,
como una bendición.
En el abrazo cálido,
en la madrugada,
en una taza de café.
Vives en el presente,
en los latidos del corazón;
en las memorias reservadas,
para las cosas bellas;
en el futuro que nos aguarda,
cuando te hable de amor.
Estás y has estado,
sigues estando,
vives y has vivido,
y vivirás por siempre.
En el corazón de Dios,
y también en mi mente.
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