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Naciste a las nueve de la mañana...
Cómo me hubiera gustado,
ser tu primera mirada.
Te conocí a las dos de la tarde,
radiante y sorprendente,
como una mañana presentida.
Me enamoré de ti a las diez de la noche,
con la pura alegría de mirarte,
de sentirte y saber que existías.
Te lo dije la madrugada a las tres,
que te quería, hasta la desesperación
sin alcanzar apenas a decir nada.
Y amanecimos juntos a las seis,
solitarios en un cuarto anónimo,
al cual nunca más regresamos.
Luego, nos besábamos a las diez,
en el estrépito de las copas,
y el desenfreno del sol sobre nosotros.
Y nos silenciamos a las tres de la tarde;
el cielo cubría el recuerdo de cenizas,
preparando la noche fría.
Nos separamos a las ocho de la noche
y un manto de tinieblas asoló mi alma.
Fueron años crueles, lejos de tus brazos.
Nos reencontramos a las seis de la tarde,
y contra toda lógica y razón
también reanudamos el viaje...
Y ahora, cuando un año más te corona,
de belleza, de bondad y dulzura,
sé que te quiero como nunca antes.
No sé cuántas horas nos queden,
porque en últimas, estos recortes,
son las cuotas de cielo que me han tocado.
Te amaré - Miguel Bosé
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