"A la diosa no la puedes atrapar, ella te desborda, con la vida en su voz, con su cálida feminidad con la luz de su mirada..." Intentaba cautivarte, con lazos invisibles, quise hacerte mía, No obstante, este amor me había atrapado a mí primero.
Un cualquier lugar
donde hemos estado,
un recinto, un restaurante
o la silla de un parque;
una calle anónima
o una avenida transitada;
el asiento de un bus,
o un cajero secreto;
el rincón de un bar de mujeres,
o la silla con vista a la plaza
de nuestro café...
En todos ellos podría amarte,
pero ya no estás.
Un preciso lugar,
donde podríamos estar,
un ascensor, una playa
o la silla de un avión;
un camino en el bosque,
o un río ancho como el mar;
la cama de un hotel,
o un consultorio austero;
el balcón con vista a una montaña,
o el sofá ancho y cálido,
de nuestra casa...
En ellos, soñando te he amado,
y a veces te quedas.
Eres pura poesía y pura música,
puro perfume y puro vino.
No se trata de razonarte,
Sino de degustarte,
despacio y con gentileza,
para que broten tus colores
y emerjan tus burbujas.
Me encanta
rodearte con mis manos,
sentir tu piel tibia
y arrancarte un suspiro.
Pintar murales en tu boca,
delirando en un viaje,
de horas y recorridos.
Me encanta caminar tus valles,
navegar tus ríos,
subir tus montañas,
explorar tus selvas
y hundirme en tus abismos.
Sin un mapa para guiarme,
sólo la intuición y el instinto.
Y como eres pura poesía,
hay que cantarte,
con pausa y delicadeza.
Hay que añorarte,
en la risa y la tristeza.
En el adormecer de los días,
y en las noches que despiertan.
Como esta noche fría,
en la que por extrañarte,
canto versos de tu ausencia.
Pinto tu cuerpo en el aire,
y me bebo el tibio néctar.
¡Lloro por las cosas que serían
y río por las que son tan ciertas!
En esta época de nuestra existencia, mirarte es el punto de llegada de tantas estaciones en espera. Tus besos, un elixir divino para aplacar la ansiedad. Te sueño más que nunca. Se me antoja una visión del cielo, que se me anticipa al estar dormido, donde la absoluta libertad del alma me lleva de la mano contigo. Corren con estrépito los días, simulando primaveras perennes porque tu flor sigue abierta. Porque tu música se escucha desde la distancia, tan familiar como una caricia amada. Porque eres tú, y te esperaba.
Quise convertirme en olvido, dejando rosas en la loza fría donde reposaba un beso; regando lágrimas en las calles oscuras que sintieron tus pasos, para guiar los míos. No quería equilibrar cuentas, sólo tal vez guardaba la esperanza de hallarte. Quizás mirarte a los ojos y preguntarte qué había sido de tu vida; si eras feliz. Pero tardaba en enterarme que la niebla y el tiempo tienen membranas espesas y selectivas, que dejan florecer la memoria y ahogan el olvido.
"¿Y si primero nos besamos y luego hablamos?"
Inesperadamente apareciste entre las frutas y el aire tibio. Recuerdo los olores y los sonidos. Y como estabas vestida. Imaginaba que daba mi vida por el placer de rozar tus dedos, mientras depositaba en tus manos aros de cobre y te veía sonreír. Llegabas sin pedir permiso, -siempre lo has hecho-, para quedarte un rato y dejarme desolado en la noche de tu ausencia.
"Cobarde, entonces ya no"
Pintas estrellas en mi cielo, has llegado y se avecina una tormenta dulce. Quiero volver a besar tus senos y saborear tu vientre; que me digas que me quieres y me cobijes con tu vida. Invadirte en silencio y volver a sentir tu respiración agitándose mientras te recuerdo que te amo. Quizás me regales una lágrima a voluntad, como lo hacías de niña. Quizás este amor ya estaba escrito en algún libro y no lo sabíamos.
"¿Todo está bien?"
Nuestro universo sigue expandiéndose, sin que alcancemos a determinar sus verdaderas fronteras... Quizás luego se contraiga en retroceso, buscando su molécula original. Y la potencia de cuanto somos en esta realidad hiperestésica, acaso concluya en la Memoria de un Nosotros, perdida entre billones de historias. Sí, mi corazón... Si, cariño... Todo está bien.
Mi diosa y mi esclava, mi reina y señora, ¿No ves que me afana me urge y me agobia burlar la distancia; tan cruel y tan honda que hoy nos separa?
Si tú no vuelves - Miguel Bosé & Shakira
Prometí no dejarla, ni olvidarla. -¿Cómo se prometen cosas así? No puedes comprar el futuro
Alguna vez prometí sin conocerla, enamorado de su sombra. -Te encendía la mirada..., pero como un espejismo..., y mágica e irreal, se disipó ante tus ojos,...
Caminé años tras ella, recordándola en silencio, ansiándola en el frío, bendiciéndola a la distancia. -Algo sabías,.. Entre más te acercabas ella más se alejaba... ¿Por qué sería distinto ahora?
Ahora la conozco mejor, quizás así debía ser.
-Pero tal vez se aleje como antes..., tal vez se canse y te olvide... ¿Y de qué habrá servido una promesa?
A veces tierna y delicada,
como un beso de tu boca.
A veces intensa y profunda,
como el misterio en tu mirada.
A veces cruda y fuerte,
a veces selva y tormenta.
No me dejes, es muy tarde,
las palomas alzaron vuelo,
han presentido el torrente.
Ya me hace falta mirarte,
impregnarme de tu piel,
y beberme todo tu vino.
El breve espacio en que no está - Silvio Rodríguez
Cuando miro tus ojos negros
y su profunda dulzura,
quisiera entrar por sus puertas
con tu permiso...
Y cerrarlos despacio,
para dormirme contigo.
Quizás, sólo quizás,
respirar tu aire
y hacer míos tus latidos;
recorrer los rincones de tu pecho,
y descubrir de primera mano
el misterio envolvente,
que hay en tus ojos negros.
Hay días como este, en que te encuentro en todas partes, sin andarte buscando: en las canciones, en la luna, en la gentileza del viento, en una luz distante. ¡Y me alegra sentirte…!
Hay días diferentes, en que te busco por todas partes, en nuestros pasos andados, en nuestras sombras esquivas, en un café anónimo, en una silla solitaria, en el silencio de una calle… ¡Y me entristece no hallarte!
Me propuse verte,
en las canciones que escuchamos,
dibujándote en paisajes imaginarios,
recreando tus besos para dormir tranquilo.
Me propuse olerte,
entre las brisas de jardines pletóricos,
cultivados con celo en estas líneas,
pétalos tibios para embelesar las ansias.
Me propuse tocarte,
contando las horas para volver a mirarte,
robándole ondas de tus cabellos esquivos
fingiendo olvidarte para volver contigo.
Me propuse sentirte,
corriendo a tus brazos con cualquier excusa,
rozando tus senos con sutil gentileza,
y guardando silencio para escuchar sus latidos.
Me propuse saborearte,
desgranando frutas con la boca entreabierta,
embriagándome de humedad en tu puerta,
gustando texturas para recordar en tu ausencia.
Me propuse escucharte,
¿Qué vas a decirme en la avidez de tus noches?
¿Locuras repentinas que me hacen reír a solas?
¿Ecos de tu voz tersa para aliviar mi corazón enamorado?
El sueño me aleja y me trae de vuelta contigo,
por senderos inimaginables donde brotan mis fantasías,
Quería que volaras a mi lado y me recluí entre tus brazos,
destilando vinos aromáticos de los besos que nos dimos.
Engañado por la fatiga me seducía tu vientre,
me sumergía en él como una daga húmeda,
para curar tus miedos y rescatar tus sonrisas,
y reposar con el brillo de tus ojos bellos...
Pero ¿Quién podría retenerte por más tiempo,
que el que dura un viaje a lo desconocido?
El sueño se alejó tibiamente antes del alba,
y me desperté con tu sabor de mujer en mi boca.
El sueño me aleja y me trae de vuelta contigo,
es un misterio que no alcanzaré a comprender en vida,
revoloteas divina en la caótica embriaguez de mis noches,
y sin pedirme permiso te marchas, diosa de las madrugadas.
Me atraes tanto, no puedo explicarlo. Como si tuvieras un imán en el alma una especie de luz irresistible, que me conducirá a ti, inexorablemente. Me atraes tanto, que al decirlo aquí mismo estoy navegando, sin saberlo, en el río tibio y silencioso, que me llevará de nuevo a tu mar. ¡Sin poder evitarlo!
Estar contigo
es robarme la luz del sol,
abrigarme de estrellas,
mientras bebo tu vino.
Y saber que toco el cielo,
trémulos mis labios,
cuando me inundan los tuyos,
delicia desbordante.
Estar contigo,
es saber otro secreto,
que no me contaste,
y tener algo más en mi alma,
para recordarte a solas.
La paz y la guerra,
desvanecidas a tu lado.
Perdido sin buscar una salida.
Estar contigo,
es presumir una promesa,
y burlar la muerte
de mis necias esperanzas.
Es extraviar mis sentidos
entre tus brazos,
para perderte a prisa
y recuperarte despacio.
Quizás me canse de amarte,
la vida es tan irónica,
que nos hastía el cielo
y el agua que nos calma.
Quizás me olvide de tu nombre,
y se caigan las hojas secas,
para dormir en silencio,
perdidas bajo las verdes y nuevas.
Quizás en la fatiga del tiempo y los dolores,
ya no te guarde poemas ni canciones,
y al mirar tus ojos ya no recuerde nada,
como la lluvia que vuelve a caer a tierra.
Quizás nos perdamos en el tiempo,
en la amnesia gris de días errantes,
y me olvides como a veces lo has hecho,
y se apague tu luz en mi firmamento.
Quizás, mi amor, pase todo eso,
pero la vida es tan irónica,
contra la gravedad inevitable
que hace caer las hojas muertas.
Quizás, en cambio, podría recordarte
todos los días de mi vida
y todavía ansiar mirarte dormida
cubierta de arrugas y de canas.
Quizás invente cielos con mis manos,
para entregártelos cada noche,
quizás nunca me canse a amarte,
porque eres tú y con eso me basta.
Mujer de mil estaciones.
Tienes la dulzura de la amiga,
la ternura de la compañera,
el amor de la mujer en la boca.
La tersura de la piel en la pasión y el encuentro,
el olvido cruel a base de culpas inconfesadas.
El beso secreto, aceptando deseos,
el abrazo abierto al afecto y la complicidad,
la mirada burlona del tiempo y los deberes.
Llegas y vuelves a marcharte,
como el viento fugaz que no puedo atrapar,
como las olas caprichosas.
De pronto te quedas y me sorprendes,
me afinas la mirada y me tiendes tus manos,
para esconderte entre silencios.
Me envuelves en un abrazo o me dejas solo,
lloras conmigo o te alejas sin explicación.
Bebe vino conmigo y escuchemos la canción;
olvida tus penas, te cubriré de flores;
auxíliame en la prisa de verte,
en el dolor de tu ausencia.
Y quédate tranquila a mi lado,
quizás una nube pasajera,
como tú, amor mío,
nos cautivará la mirada en silencio,
mientras se nos olvida el tiempo.
Qué tibia tu sonrisa, qué lindo es mirarte.
Te desconciertas y bajas la mirada,
con dejos amables de incomodidad,
sin restar un ápice a tu cercana hermosura.
Cuando ocurre el milagro de que me mires
y otra vez, como en mis sueños, te tengo cerca,
se abre un espacio para los dos en el que no hay tiempo,
así lo siento yo mientras te encierras en él conmigo.
Y misteriosamente la vida retoma su marcha,
ocurre cuando te miro mientras te alejas,
como la brisa cálida de una promesa que nos recuerda,
y sobrevienen los ecos que me dicen que estuviste cerca.
Rebuscando en los besos perdidos,
en las ocasiones fallidas de entonces y ahora.
Recordaba que es amargo no verte después de intentarlo,
que el dolor es agrio y la canción melancólica.
Como si una nube gris se posara pertinaz,
a ensombrecer y a agitar con crueldad la tierra.
¡Qué amargo es el sendero de regreso,
entre la burla de las horas y las calles!
Corte final de flores negras al paso de la derrota,
elegías sin héroes, baladas sin abrazos célebres.
La esclavitud nos acostumbra con crueldad,
estremeciendo las fibras del alma durante años.
¡Qué oscura la noche, qué gris la luna
Cuánta soledad sin la ventura de un hombro amigo!
Te me ibas, o me iba yo en silencio sin que supieras,
Se partía en mil fragmentos la tibia dulzura.
Y se iba apaciguando el corazón resignado,
condenado a días y años de anónimo silencio.
El amor tiene estaciones solitarias que nos esperan sin vino,
impasibles invitaciones al destierro en cadenas.
Lágrimas enteras y lamentos a medias sin mirarte,
con la esperanza sumisa de reposar de la tristeza.
Así se me iban los días y los años sin besar tu boca,
así te recordaba aquella noche en mi frustración de no verte.
Te amo,
con el furor del grito,
con la paz del susurro.
Cuando el viento detenga su marcha,
tendrán que quedar en sus rumores,
rastros de mis palabras perdidas,
ecos de tus suspiros secretos.
Te amo,
horizonte que se desborda,
fuente de las altas montañas.
Donde vaya te siento a mi lado,
donde estés te alcanzarán mis cantos,
Porque mis ríos buscan tus playas,
y tu cielo reposa en mi suelo accidentado.
Un día me encontré contigo,
caminamos, caminamos,
en el silencio incómodo,
de la primera vez juntos.
Sin presentir que me harías falta,
allí mismo,
cuando ya no estuvieras,
y por el resto de mi vida.
Y recientemente,
cada vez,
al caminar juntos,
ya sin aquel silencio incómodo,
siento el mismo frenesí descomunal,
de saber que moriré un poco,
cuando te alejes en silencio,
cuando digamos "hasta pronto".
Mis ojos aprendieron a extrañarte,
en esta oscuridad sin retorno,
en la que me envuelvo dormido.
Y se abren, deseando que estés.
Quizás es por eso que prefiero,
la mañana tibia de promesas contigo
que la fría y oscura madrugada,
con sus fantasmas fugaces.
Tal como hace tanto tiempo,
cuando ya te extrañaba
mis manos frías buscaban tu cintura,
tus manos, tus pechos, para descansar.
Quizás es por eso que recuerdo,
las mañanas jóvenes de encontrarte a mi lado,
paloma dormida, presente en pausadas respiraciones,
hermosa hasta con los ojos cerrados.
Son más trágicas las madrugadas sin ti,
heladas, cortantes, de sombras adustas.
Son más nobles las mañanas,
por aquella lúcida promesa de volver a verte.
Arañar...
de tu tiempo, un momento;
de tu momento, una oportunidad;
de tu oportunidad, un beso;
de tu beso, un abrazo;
de tu abrazo, un encuentro;
de tu encuentro, una noche;
de tu noche, un cielo;
de tu cielo, mi libertad.
Existe un misterio, sabroso y azucarado, entre tú y y yo. Al recorrer las hojas del libro anónimo de nuestra existencia, miro con asombro semejanzas inexplicables; coincidencias que traspasan lo probable de nuestros planes.
Y sucede que al imaginarte, lejos de esta distancia y el frío que nos separa y nos une, tus besos y la tibieza de tus abrazos me resultan más familiares de lo esperado. Nos reímos de pensarlo, lo sé. Hasta esa esfera acechan los hilos invisibles, que nos conectan en el tiempo.
Telarañas invisibles de cristal dorado; cadenas infinitas que nos despiertan a veces, o nos hacen soñar eventos vividos en otra parte. Cuando te buscaba en las calles del pasado, tal vez seguía sin saberlo las redes silenciosas que dejamos inconclusas. Cuando respondías, quizás queriendo romperlas, venías a mí por el mismo camino trazado de antemano.
Quizás, quizás no. ¿Cómo podríamos llegar a saberlo? Pero ocurre que al mirarme en tus ojos, me descubro yo mismo en la dulzura de tu alma, como si el tiempo se detuviera o no existiera más. Y te siento tan dentro, en un apego perfumado que no se desgasta, como si no debieras estar en otro lado.
Desgarrado amor, tibia obsesión. Alegría de verte llegar. Frenesí por mirarte gozar. Risas en un parque, lágrimas fugaces. Y esta intensa necesidad de disfrutar tus momentos, aún los más aciagos, bebiendo penas contigo o soñando despiertos.
¿Cómo estarás ahora, mi amor? Inquietud constante. Lirio perfumado de tu vientre, estrellas de cristal en tus ojos negros, terciopelo de tu voz, palomas errantes de tus manos. Te extraño como al sol tras la madrugada muda y solitaria. Te extraño como a la noche tras la agitación desbordada del día. Te extraño, mientras recorro los pasos que me llevarán otra vez hacia los tuyos.
Estás en mi alma,
divina mujer,
como una bendición.
En el abrazo cálido,
en la madrugada,
en una taza de café.
Vives en el presente,
en los latidos del corazón;
en las memorias reservadas,
para las cosas bellas;
en el futuro que nos aguarda,
cuando te hable de amor.
Estás y has estado,
sigues estando,
vives y has vivido,
y vivirás por siempre.
En el corazón de Dios,
y también en mi mente.
