Tras la dulce faena desnuda y agitada entre las sábanas con tus pechos apuntando hacia mí desnudo sobre ti, saciado, con el sudor en mi piel como rocío, te miro como a un bendito milagro.
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Gracias por regalarme tu tiempo y permitirme compartir estas líneas. Deja tus comentarios con el corazón, tal como yo he regado estas cartas.
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