Octubre 31 de 2016
23:52
Qué delicia es amarte. Si bien, tras la euforia de la cercanía, te marchas para dejarme expectante. No hay estremecimiento más intenso que el que me queda cuando te has ido. ¡Qué obsesión por atraparte y que no consigas escapar! Qué ansiedad de tocarte y gustar tu sabor, hasta morir, o al menos quedarme dormido. Eres mujer como ninguna, ¡Y vaya ironía!, mi alma lo sabe de memoria. No se resigna, no cesa de intentar envolverse en tus cabellos.
Pensé que algún día te iba a conocer. Pero al pasar el tiempo, resulta imposible descifrarte. Te me conviertes en enigma y respuesta imprecisa. Y regreso por más. ¡Si pudiera indagar tus pensamientos y recorrerte en secreto! Si con un beso; si con una caricia; si con esa voz tuya en mi oído confesándome que me quieres, mientras te hago tan mía como la noche.
Y en el frío de esta inquietud que sembraste, sin quererlo tú quizás,... Te espero. Te sueño. Me uno contigo, esta noche, mientras llega el momento. Mientras rompemos la pausa de estos años y nos damos amor y consuelo. Mientras te confieso, sin temor a la madrugada, que tanto te he amado, y que quieras escucharme.
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