Octubre 31 de 2016
23:43
Tibio destino de tus manos...
Te tengo conmigo,
en la estación permanente del recuerdo...
Memorias de cómo abrazo tu cuerpo;
la dulce humedad de un beso,
y tu cabello por abrigo.
Tu voz que inquieta el silencio...
Es como música cuando me hablas,
no sabes el regalo que me haces.
Hay caricias en los tonos de tu acento
y no vuelvo a ser el mismo,
pues tuviste algo que decirme.
Y una pausa en el frenesí de amar...
Llegas como el viento,
desencadenas estruendos febriles,
o instantes de quietud.
Y te marchas como una caricia,
pero te me quedas en la piel.
¿Quién puede presentir lo que harás?
Vuelves a tu designio,
como en alas de una mariposa,
dejándome el alma sedienta,
con ganas de volver a tenerte,
hasta volver a empezar.
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