Agosto 5 de 2016
23:55
Recuerdo cuando te alejabas para nunca aparecer, más que en mis recuerdos desesperados. Se me iba el alma contigo y no lo sabías, porque opté este camino de amarte secretamente. No lo he hecho bien, pues lo sabes ahora; y sospechas por mi ansiedad que cuando regresas, algo florece nuevamente en mí.
Sin embargo, tras tenerte cerca y despedirnos, surge de tal modo la prisa por una noticia tuya, que muy pronto me percato de la falta que me hace volver a mirarte. Eres canción encantadora que necesito escuchar para dormir tranquilo; mil flores en mi nariz para reposar mis mañanas grises; néctar para aderezar las tardes agitadas; brisa tibia que me acaricia frente a la frialdad de la luna tímida.
Tu cariño es más de lo que esperaba en esta época de mi vida, y con todo, se me agota rápidamente la madera que retiene el calor de tu proximidad. Eras una añoranza y te me has vuelto una necesidad. Me deleito con las gotas dulces que me has dejado y me muero por beberte toda, para ver si me sacio.
¿Qué escondes y qué guardas para mí en tu intimidad, que me atrapa por anticipado? ¿Es tu cálida desnudez envuelta en un abrazo? ¿La aurora de tu mirada en la penumbra? ¿La blanda tibieza de tus senos que no olvido? ¿Es tu respiración agitada y un te quiero enredándose en tu garganta? ¿La dulzura de tus sabores preparados en un cóctel aromático y embriagante, hasta la locura? ¿Eres tú, poesía de ternura, en silencio, recogida entre mis brazos, mientras beso tu espalda y te digo que te voy a amar siempre?
Y al aparecer tú, de pronto, siento tu voz tan familiar en las palabras que me dices.
Y se disipan mis ansias, resuelto a dormir, para seguir tu huella o esperarte otra tarde.
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