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Quisiera habitar en las razones de tu sonrisa,
hurgar la causa de tus gestos
y degustar el acento de tu conversación amena.
Eres la suavidad del viento en la mañana
y un par de vidas latiendo como lunas en la noche.
Con todo, no existen palabras para describirte
y tampoco me interesa encontrarlas.
Sólo quiero un sorbo eterno del misterio que eres
y dormir una tarde contigo, una que nunca termine.
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