Agosto 13 de 2017
00:30
La mesa era como un pacto
que la noche escondió apresurando su marcha
eran tibias tus manos y delicioso tu olor
entre destellos y sombras que deambulaban.
Te quedaste, un poco y un poco más,
y un abrazo atrapó en agosto la promesa,
que canciones perdidas cantaron sin decir,
mirándonos a los ojos y sonriendo por estar cerca.
Te besé y te mordías los labios
y subía en silencio el rumor de las calles
afuera hacía frío y se recogían las horas
pero entre nosotros ardían las caricias fugaces.
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