23:37
Cuando me miras a los ojos,
con esa manera tan tuya,
presiento el sabor de tus pétalos
y la textura de tus hojas.
Cuando me besas
con esos labios suaves,
por los que he luchado mis batallas,
muero de placer
y sé que el tiempo no existe.
Y me recorre un estremecimiento
que sacude el pecho,
brotando como miel de luna
hacia tu boca,
para descender por tu cuello
hasta tu vientre,
bordeando la curva simétrica
y divina de tus senos.
Basta mirar como hablas
para presenciar al instante un amanecer
y quedar extasiado en silencio,
-pues sólo el silencio
hace honor a tu voz y a tus gestos,
así como un buen beso
honra la delicadeza de tus labios-
¡Quisiera la mejor copa para tu vino!
Deja que enrojezca tu piel.
Es tan hermosa la sangre
pintando con disimulo tus mejillas;
tu sangre roja de vida,
que te inflama los labios
y te hace saltar el corazón.
Tu néctar de mujer
fuego de brasa lenta
que me arde con gentileza
y me ir a hace esperarte.
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