12:50
Te vuelcas como una montaña en la crueldad del sismo.
Como ella, deshecha sobre ti misma,
exhibes tu ausencia con sabor a tierra seca.
Me pesa como pocas veces la extrañeza de tu silencio.
No me has hecho nada, son los vientos, son las tormentas.
Eres tan gentil como el rocío fresco que empapa las hojas en el campo.
Pero me hace falta tu lluvia violenta,
tu caricia de cielo, tu mirada tersa.
Me hace falta volver a mi patria que son tus brazos,
tus besos que detienen las horas.
Ahora, más consciente de la muerte que a todos nos espera,
mi corazón sale sin permiso del día para correr a buscarte.
Se retuerce de dicha por la promesa
de volver a sentir tus aromas,
las tonalidades de tu piel,
las redondeces de tus senos,
las inflexiones de tu voz,
tus modalidades de besarme
y las frescuras de tus ocurrencias.
Me haces falta, no es nada, sólo la muerte.
Me haces falta, no es nada, sólo el silencio...
No es nada, sólo tu ausencia...
No es nada, es todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por regalarme tu tiempo y permitirme compartir estas líneas. Deja tus comentarios con el corazón, tal como yo he regado estas cartas.