Diciembre 18 de 2016
23:11
Estás en mí todo el tiempo. Te volviste mi fuente y el aire que respiro. Desde hace horas, apenas alcanzo a entender que eres mi presente, mientras en mi alma un reloj silencioso marcha con el latir de tu corazón. ¿Qué significa extrañarte, si no saber que cien mil palabras no alcanzan a describir un solo roce de tus labios?
Un café en la mesa en un instante apresurado de la mañana; la luz tenue sobre tu rostro durante horas escondidas en la noche. Todo se mezcla en un néctar caliente que me sabe a tu boca, servido entre aromas de tu cuello y la cercanía de tu pecho. Todo me sabe a ti esta noche. Todo conduce al misterio de tus ojos, a la mística dulzura de tu presencia cercana. Aquella noche te estreché entre mis brazos, pero eras tú quien me sujetaba el alma.
Vuelves a este sueño. No me dejas en la orfandad de esta necesidad de tenerte. Mi pecho reserva un lugar para ti hasta cuando estemos juntos nuevamente.
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