Diciembre 13 de 2016
21:35
En este momento de lo recorrido, van quedando treinta años de locura... Treinta años de haber venido a vivir en mi corazón entre pausas y olvidos, entre horas intensas y besos robados. En aquella época, adquiría el extraño hábito de caminar los pasos que recorrimos juntos para recordarte en secreto. Una manía que con todo y el tiempo, sigo repitiendo de modos distintos, con los matices que me regalan los suspiros y las ansias acumuladas. Siempre estuviste tan cercana y lejana a la vez. Supongo que por eso el corazón vacila entre correr a buscarte y detenerse ante el caos que significaría amarnos.
Una triste historia o quizás la más bella. ¿Cómo se tasan las noches frías y los kilómetros andados tras tu figura grácil en la calle o nuestro abrazo en un lugar oscuro? No hay precio para tantas ilusiones y recomienzos. Bastaron unos momentos con tu pecho desnudo junto al mío, lejos de los ojos que nos vigilaban, para irme acostumbrando a saber que no había vida si no estabas. Pasado el tiempo, ya no importó tenerte conmigo para confirmarlo. Treinta años me enseñaron que es cierto. Un duro castigo por dejarte ir, o escaparme en el sinsentido de esta marcha que no termina. Igual lo sé: mi vida estará en la tuya de algún modo, mientras tú seguirás presente en la mía. Tibia, como una caricia tuya.
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