Diciembre 8 de 2016
23:42
Estás, luz imaginaria,
latido real en mi pecho.
Has estado desde siempre
madurando conmigo,
en mis noches solitarias
en mis horas junto a ti,
sobre todo, estas últimas,
sobre todo, este tiempo;
sobre todo, estás tú...
¡Cuánto habría dado,
por este sueño que vivo!
Tu boca en mi boca,
mil abrazos en silencio.
Por saber que vendrías,
o que me esperarías.
Por bailar juntos
y soñarte despierto,
sin dormir ni pedir más.
Pues como la lluvia,
tras la sequía pertinaz,
impredecible y dulce,
como tú sola eres,
llegaste una tarde.
Y te me volviste sol,
y primavera azul;
un sabroso licor,
y café en la noche.
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