jueves, 29 de noviembre de 2012

Tan consciente de mis noches como tú de tus días

29 de Noviembre de 2012
22:07



No pienses que no sé lo que pasa alrededor. No asumas que ignoro la dureza de nuestra distancia, la cual se hace más grave e irreversible día tras día. No des por hecho que me aparecí de la nada, para fingir la locura de amarte. No consideres que soy un necio cantando una canción repetida y anacrónica. No insinúes que no me doy cuenta de las decisiones que hemos tomado. No atribuyas a un despropósito mis mensajes y mis saludos repentinos. No pretendas que soy un desquiciado que se olvidó del mundo y está hundido en sus desvaríos.

Soy tan consciente de mis noches como tú de tus días. Sé cuánto te incomoda que siquiera toquemos el tema de los dos. Sé lo difícil que eres de abordar, y el infranqueable muro que levantas ante una insinuación vaga. Me doy perfecta cuenta de los días que vivimos, de tantos sinsentidos. Siento un crujido seco cuando regreso a mi casa después de andar tras tu recuerdo. Medito y me pregunto qué es todo esto. Qué sentido tiene remontarme de este modo al pasado, esclavo solitario de un tiempo perdido que ya nadie recuerda.

De día trajino con los deberes de todos, con la prisa y los planes. Atiendo mil responsabilidades y proyecto cambios constantes para asegurar el futuro. Realizo las tareas necesarias y más. Las ocupaciones perfilan constantemente las realidades vividas, las pasadas y las presentes. Mi espíritu se sobrecoge ante lo sagrado. Me entretengo con música, me divierto y me entristezco.

Sin embargo, late un no sé qué escondido, aprisionado en mi pecho. Como un ave cautiva, que ansía la libertad, y que se agita insistente. Un estremecimiento profundo, secreto, acostumbrado por años de hábitos, recorre las fibras de mi ser, sin que pueda hacer nada al respecto.Te llama y te busca, aún cuando entre agonías y lágrimas he hecho lo posible por acallarlo. No considera horas, tiempos, situaciones, impertinencias, riesgos ni circunstancias. Sólo la presencia tuya, o una noticia sobre ti le aletarga y descansa, aunque sólo para revolotear más alegre y pertinaz.

Podrías dejar de hablarme, como lo has hecho antes; podrías hacerme daño, como lo hiciste ya; podrías enfrentarme con rabia por la insensatez de mis actos, como has querido hacerlo; podrías marcharte lejos, tanto que no supiera como encontrarte... En fin, podrías martirizar aún más mi alma... Y probablemente sólo conseguirías que te ame más. Y más aún, que esta inquietud íntima por ti se me vuelva seductora fragancia, y termines por extasiarte en ella.

No sé cómo decirte que no puedo, tras estas décadas, dejar de quererte, de esperarte, de extrañarte; con la luz encendida, manteniendo viva la esperanza, hasta que mis días se apaguen...

El día que me quieras - Calamaro




martes, 27 de noviembre de 2012

La noche después de dos sueños

Noviembre 27 de 2012
22:42

Esta noche tu recuerdo tiene un sabor especial.
He pensado en ti durante todo el día. Las canciones van y vuelven a mi memoria; la sensación de abrazarte, de besarte, de bailar juntos. Todo se conjuga en un frenesí de anhelos que inunda mi alma. No te apartas de mi mente durante el tiempo que necesito para extrañar esa ya usual sensación de tenerte cerca.
Todo está aquí conmigo: tu perfume, tu voz, tu aliento, tu sonrisa… Todo menos tú. Pero al parecer es suficiente para seguir viviendo la constante de tu cercanía.
Al pensar en lo que podría ser nuestro encuentro, imaginario y realizado a base de nostalgias, he hallado mil razones para ilusionarme: la justicia de estos años extrañándote, esperándote; la prisa de estos brazos que te buscan en los espacios que te traen a mi memoria; la pena de pensar que no llegues a enterarte que ahora mismo me estoy muriendo por ti, por tus besos, por la bondad de tu mirada; los sueños, que como prisioneros en cadenas, se liberan en mis noches.
¡Ah, mis sueños contigo! En la madrugada te besaba con ternura, mientras te decía al oído: ¡Mi primer amor, mi gran amor! Te estrechaba con alegría, con la prisa de los momentos que se nos van sin decirnos nada; con la ansiedad de entregarte todo por si de repente la vida nos separara: ¡Aún en mis sueños me inunda la tristeza por el futuro que te aleja de mi corazón, mi amor!  Luego, seguías conmigo, mientras hablábamos en un espacio abierto, en un césped difuso, y tu imagen aparecía cerca de una hija tuya. Súbitamente ella parecía tener tu mismo rostro de la adolescencia: tus ojos grandes, tu boca linda, tu piel clara. Se me figuraba quizás una hija nuestra en otros mundos. Si es verdad que los sueños son ventanas a realidades paralelas, me alegra saber que estamos juntos allí. ¡Que la Vida nos permitió amarnos de todos modos!  
¿Cómo se puede atrapar instantes así, aunque sólo sean sueños? ¡Es como aguantar la respiración en el fondo turbio, con las ansias de salir a la superficie en busca de aire! ¡Es perderse en el trópico sin nada en las manos, sino sólo la dicha del aire tibio, los colores por doquier, el olor de mil frutas y el sonido de la vida agitándose alrededor! Aunque en lo secreto del alma alguien nos diga que volverá el frío… Así te sueño yo, mi amor lejano. Así acaricio la ilusión de estar juntos otra vez, mi vida. Así se mantienen frescos mis besos, y tibias mis caricias para el día que vuelvas. Así se desnuda mi alma, de rodillas, implorando al Cielo amarte sin descanso antes del final de mis días.
Mientras tanto, en la noche de mis melancolías por ti, sigues presente. El aroma de tus cabellos negros que quise atrapar un día; el susurro de tus amores en las noches en que nos agitábamos tan cerca, cuando sólo cerraba mis ojos para sentirte con dulzura; el calor de tu boca que me envició de tu amor sin dejarme nunca ¡Oh arrolladora obsesión de ti! Tu seriedad, tu enojo y las risas que explotaban de tu pecho durante tantos momentos vividos.
¿Te acuerdas, amor?  El beso silencioso junto a la laguna, mientras el viento azotaba nuestros cabellos; las largas caminatas, conversando sobre mil asuntos, en tanto nos deleitábamos de estar tan cerca; aquél beso que te di al apagarse súbitamente la luz, cuando bailábamos; las caricias enloquecidas de nuestras manos recorriéndonos, la ansiedad en nuestra respiración apasionada, mis besos en tu vientre y tus silenciosos gemidos con cada contacto; el beso que te pedí y me diste en la calle a escondidas de todos, tras lo cual, como un niño me sonreía y te pregunté incesantemente cómo estabas, tan feliz de verte de nuevo; la noche de mi embriaguez en tu cuarto, cuando te deshojaba mis penas al ver que empezaba a perderte; la mañana de besos en el parque, tras una noche de fiesta antes de navidad.
¡Cómo te me has ido, Liliana! ¡Cuánto frío siento en el alma por extrañarte, por los sueños perdidos! ¡Tanto dejaste de ti en mi corazón, que ya no imagino la vida sin quererte, sin esperarte!
¡Cómo me matan tus recuerdos, tus besos y tu cercanía, y me devuelven la vida luego, en un círculo infinito de tristezas y alegrías!
Te espero, amor de mi vida, rosa de mis días, hermoso amanecer en el horizonte de mi juventud…
A ver si al dormir, regresas otra vez, preciosa.



Volverte a ver - Juanes



lunes, 26 de noviembre de 2012

Tras años de Ambular



Noviembre 26 de 2012
13:05

Tras años de ambular distintos espacios en la vida, he llegado a varias conclusiones.

Siempre has estado presente...
Lo estuviste cuando buscaba a la mujer con quien vivir alegrías de manera plena y exclusiva; lo estabas cuando perseguía mi musa en momentos de febril inquietud; persistías reiteradamente en mis oraciones más íntimas. Lo has estado todos estos años extrañando tu abrazo y la paz de tu mirada. Sin que lo supieras entonces, tu abrazo me resultaba un alivio, un motivo para regresar a ti, una espera mezclada con pasión y sosiego; el placer maravilloso de tenerte cerca.

Me enseñaste a ser mejor hombre, desde el principio.
Sin darte cuenta, proyectaste en mí el deseo de ser más honesto, gentil y familiar. Me mostraste la alegría de formas que percibía en mi alma. Te aparecías con tu figura grácil y amena en las reuniones de amigos y familia; silenciosa a mi lado; te aparecías cuando la Vida nos encontró a ambos, inesperadamente.. Te aparecías cuando corría a buscarte. ¡Y aún si no llegabas,... estabas tan presente y tan real en mi corazón! Del mismo modo que lo has estado todos estos años desde cuando nos alejamos.

Fuiste un ideal inalcanzado entonces, y lo sigues siendo de muchas maneras hoy.
Es difícil hablar de ello, porque he tenido una indomable tendencia a idealizarte. Me he quedado con trozos de recuerdo, y olvido frecuentemente que sufrí mucho por querer tenerte cerca, y una vez cercana, por que no te me fueras. También se me olvida frecuentemente que eres libre como quien te trajo a mí, ¡Cuánto más lo eres hoy, amor! Te sigo buscando de todas maneras, te llamo en silencio y busco más páginas perdidas de las horas y días vividos contigo. Ayer precisamente atrapaba en el recuerdo los instantes de entrega, de íntima cercanía, de tierna calidez. Cuando nos entregábamos el amor. Y aunque me dejaste la esencia de tu feminidad, aunque bebí del néctar inolvidable que desearía volver a saborear a mis anchas, estás ahora lejana, inaccesible como la luna que me mira con frialdad.

Te me figurabas como alguien a quien siempre quería encontrar, con quien deseaba urgentemente hablar. Al igual que esperaba la luna llena en las noches de avidez y de romance, tu mirada y cercanía eran un puerto para arribar tras tormentas indescriptibles. La mezcla de inquietud y descanso que me producías al acercarte, se me volvió necesaria como el aire. No importaba con quienes estuviéramos, constantemente me alegraba mirarte, hablarte, tocarte.

Sigues en mis caminos, mientras aliento la esperanza de encontrarte nuevamente, de poder tan siquiera verte. Y aunque tras algunos años de alejarnos, un día te dije con insistencia que necesitaba verte, al parecer la nube de olvido envuelve otra vez esta ilusión aguardada. Pero persisten latentes en el anhelo, la prisa y el suspiro.

Has llegado a ser esa secreta esperanza de vivir alegrías, de comunicar las ansias del alma, el espacio acogedor para dialogar con el corazón.

La partida, tristeza inapelable e inesperada; la separación, sombra insoslayable; el adiós inevitable... Todo se conjuga misteriosamente, como la tormenta nocturna. Mas el corazón encuentra rumbos inesperados para no dejarse morir de frío. El pasado viernes volví a dejar dos rosas y una nota íntima en la esquina donde nos dijimos adiós con un último beso, donde te entregué mis poemas. "Liliana, te amo, siempre te amé, siempre te seguiré amando". ¡Qué cerca me sentí de ti! ¡Qué íntima cercanía otra vez! ¡Qué delicioso sabor de tus labios en los míos! ... ¡Aunque fuese el final entonces! El amor renovará, lo sé, los aires de nuestras tardes, de mil noches por venir. ¡Estaremos juntos otra vez y será definitivo!

No dejes de hablarme, yo esperaré mañanas nuevas y cultivaré besos, caricias y abrazos.


Te amo


Qué será de ti Thalía

 



miércoles, 21 de noviembre de 2012

Delicioso néctar que ancló mi alma a la tuya




Noviembre 21 de 2012
19:09

Como el final del recorrido que comenzó en la tarde, estoy ya de noche frente al lugar donde te di el primer beso. El tiempo fue breve, considerando que anduve a solas con tu recuerdo.
Sé que esta escena la describí mejor cuando la apunté aquel dos de Junio. Hace ya veintitrés años de eso. Fue tan impetuoso el torrente en mis venas, mi corazón latía tan a prisa, que sumergido en los aromas de tus labios y la cercanía de tu rostro, corrí a mi cuarto a escribir.

¡Bendita memoria!
¡Bendito recuerdo!
¡Bendita la alegría de esa noche!

No fue fácil para ti, tampoco para mí. Pero sabía que sin un beso, no seguiría nada. Años más tarde tuve el mismo presentimiento cuando desnuda en mis brazos te pedí que hiciéramos el amor, pero a pesar de mi deseo y el tuyo, me juraste que lo haríamos otro día. ¿Por qué no insistí, si estábamos tan cerca como nunca antes, ni después? Y tras aquella noche, tuve el presentimiento de que las cosas tendrían el lado más doloroso al final para mí.

Pero volviendo al primer beso, furtivo, como se vuelve a un paisaje familiar y placentero… Era vital para mí … Por nuestra cercanía de largos años, habríamos podido seguir viéndonos, pero nuestro lazo no podría llegar a ser más que eso… ¡A menos que te besara!
¡Pero te arranqué el beso anhelado desde la noche de Diciembre, cuando te apareciste como un sueño del que nunca desperté!

Lo que vino después de esa noche, tras días, meses y años de cambios, de acercamientos y distancias, es de lo que también está hecha nuestra historia. Pero el contacto suave y delicioso de nuestros labios marcó un antes y un después. La esperanza de poder expresarte mejor mi amor, la dulzura de tu cercanía, tus manos en mis manos para ceñirte luego a mí en mil abrazos, tras los cuales no quería separarme.
No obstante, quedó el beso en la noche de Junio, tu linda boca dibujando una huella en la mía… ¡Delicioso néctar que ancló mi alma a la tuya por el resto de mis días! Aún en las horas más tristes, con tu presencia casi desvanecida en la memoria, te quedaste tan presente en mi alma, a salvo de los años y las penas de tu adiós…

Hoy te amo menos a prisa que en mi juventud, con el sosiego de tantas noches acumuladas sin ti, esperándote aún. ¡Ven a encontrarte con este recuerdo! ¡Amémonos otra vez, y que la dulzura de un beso le devuelva la alegría a este corazón solitario que sigue soñando con tenerte de nuevo!

A unos pasos apenas del lugar de ese abrazo sublime y fugaz, de la ansiedad de amarte, vuelvo a la oscuridad de la noche, con tu recuerdo bajo mi brazo…

Usted - Los Tres Diamantes



En el sitio donde te esperaba


21 de Noviembre
17:25

Dicen con frecuencia que no todo en la vida es amor... Sin embargo, justo ayer terminé de leer un libro que me recordó al fin que el ágape traspasa todas las esferas de la vida y les da sentido.

¿Qué sentido tiene ahora recordar con nostalgia tu figura aproximándose a mí mientras te esperaba? Me parece verte al otro lado de la avenida, caminando hacia mí, mientras con cierta vanidad volteabas ligeramente la mirada a un lado: sabías que yo no dejaba de mirarte.

Han pasado los años, y el sitio no es más una cafetería... Ha sido muchas cosas desde aquellos días, pero aún vengo a suspirar como lo hacía hace tantos años...

Ahora que lo recuerdo... Me parecía grandioso ver que te aparecías, que eras tú de veras. Pensaba, con total agradecimiento al cielo, que era maravilloso que hubieras sacado unos momentos de tu vida que amaba, para estar conmigo; para caminar a mi lado, para que te diera un beso.

¡Eso valía todo en mi existencia!.

Pero, por otro lado, a veces llegaba apresuradamente de mi trabajo, de mi estudio o de mi casa, sólo para saber después de esperar y llamarte, que no vendrías. Quizás no lo supiste, era una derrota para mí, una oportunidad menos de estar junto a ti. Sin embargo, siempre con optimismo esperaba la próxima ocasión que me regalaba la vida.

¡Esperé demasiadas siguientes posibilidades!

(Fue un Día de la Mujer, un ocho de Marzo, cuando me enfadé tanto porque habías tardado en llegar. Yo, que muchas veces demoraba en cumplirte las citas, no tuve la paciencia que tú si tenías conmigo. De hecho me lo recordaste la última vez que nos vimos, el ocho de Noviembre, el día que me regresaste el libro de poemas).

Pero al evocar esas tardes, cuando me sentía feliz de tener una cita contigo, traigo al corazón mucho de esa sensación. Quizás es lo que como una adicción me hace volver a los lugares donde te recuerdo más.

He venido también aquí muchas veces antes, tal vez algún día te lo dije, hace unos pocos años. Cuando paso, y veo la esquina donde nos encontrábamos, la miro con la veneración de un santuario. Es el sitio de nuestros encuentros... A unos pocos metros de este lugar, veo el andén frente a la estación de gasolina. Allí, recuerdo bien una ocasión en la que tú te reías de una de mis ocurrencias, hasta doblarte a carcajadas, a mi lado...

Pero este también es el sitio donde hablamos por última vez como novios; yo tenía mi agenda escondida, presintiendo la separación, pero sin saber exactamente qué hacer, porque aún no podía asimilar que tenía que alejarme o enloquecería. Hoy sé que no fue buena idea dejarte ir, o pedirte que me dejaras... Nunca más he vuelto a sonreír como entonces... Nunca más volví a amar así, y sé que nunca más lo haré... ¡Es muy tarde para muchas cosas! 

Fotografía - Juanes - Nelly Furtado






En la que fuera la esquina cerca a tu casa

Noviembre 21 de 2012
16:07



Al estar frente al sitio de aquel adiós distante y fallido, (en el que nos separamos, pero me quedé con el dolor), existe la impresión de que, como en mi corazón, el tiempo tampoco ha pasado allí.

La esquina sigue igual, quizás conservando los ecos de esa despedida que me arrancó el alma...

¿Hasta dónde puede martirizarnos la ausencia de aquello que amamos sin descanso? ¿De qué modo cruel se quedan también los testigos de esa despedida, allí intactos y mudos? ...Como contando una triste historia sin palabras.

¿Cómo se pueden remediar errores semejantes?

Aún te veo frente a mí, afanada, silenciosa hasta en la mirada, quizás buscando escapar de aquella triste hora. Sin siquiera atinar a decir algo coherente, alcancé mis poemas tan cerca como pude de tus manos. Pero te negaste a recibir el regalo, aunque ignorabas lo que había dentro. No tenías intención de continuar. Siempre has tenido razones para que nos alejemos. ¡Cuánto he sufrido por eso!

Sin poder explicar por qué, casi te supliqué con los gestos que recibieras aquello. No tuve palabras, porque el corazón se me estaba desgarrando, ya que ese era el depósito de largos años de amarte. Estabas molesta por nuestra última discusión. Tanto, que quizás si supieras lo que te estaba entregando, hubieras rehuido para no comprometerte más. Eso me hubiera sumido en un dolor aún más grave que el que siguió... 

En mi torpeza sólo pude decirte que no podía quererte de otra manera. Me diste el último beso hace casi veinte años, y fue el final. La torpeza mía en las horas que siguieron, marcó un destino trágico y épocas de terribles tristezas. Desde entonces, he huido de un lado a otro, intentando olvidarte. Pero ya lo ves: aquella esquina en lo que fue tu barrio, te dirá que he vuelto innumerables ocasiones al mismo sitio, como realizando un peregrinaje sagrado, intentando atrapar ese último beso.

Creo que si Dios me lo permitiera de nuevo, yo prolongaría con insistencia ese final, sólo para correr tras de ti y suplicar, como nunca a nadie..., sólo para alentar en cada día la ilusión de verte. Ilusión a la que no renunció después de años de penas.



Volver - Carlos Gardel
  

 


domingo, 11 de noviembre de 2012

Dulce condena de amarte en secreto




12-11-2012
1:08 am



Como en mis días de juventud, anhelando correr a buscarte, recordé la ilusión secreta que mantenía viva la euforia en mi sangre, cada fin de semana: verte, sentirte y abrazarte, mientras bailábamos. Tanto me sosegaba la experiencia de semejante cercanía, que aplazaba sin cesar, hasta desperdiciarlas toda, las oportunidades que me daba la vida de estar a tu lado. Confié demasiado en la juventud, en las fuerzas que tenía y en la esperanza del mañana. ¡Cuánto he llorado por dejar volar esas horas que ansío!

Hoy la noche seguía igual, como entonces: fría, inesperada e impredecible. Caminé nuevamente buscándote, intentando atrapar tu imagen esquiva, mirándote en cada esquina, en cada espacio... En la sala donde besé por primera vez tus pechos cálidos, y tras el ardor de mi desesperación por sentirme junto a ti, te reprochaba tiernamente que me abandonaras cuando más te amaba. ¡Como recuerdo ese instante justo ahora!: En respuesta a un beso en tu frente, abriste tus brazos y me embriagaste de amores... Hace unas horas apenas, una amiga en común me recordó precisamente esa noche, cuando previamente habíamos inventado en la terraza una celebración, para encontrarnos como una gran familia. Aquella ocasión, tras la distancia y el silencio frío, terminamos los dos en la oscuridad, trenzados en un abrazo nuevo, uno que aún no olvido. ¡Cuánto deseo ese abrazo, cuanto muerde en el alma ese recuerdo de nuestra intimidad, de mi pasión desgarrada y tu complaciente dulzura! ¡Cuánto duele esta herida de haberte perdido! ¡Te me has ido, y quedé en una agonía que no se acaba!

¡Cuánto desearía que fueras tú quien hundiera la hoja afilada en mi pecho y acabara por fin esta honda pena! ¡Cuánto quisiera morir en tus brazos, cerrando los ojos al fin, sin miedo a alejarme otra vez!

Tras vagar casi a media noche, no pude evitar llegar a la esquina desde la cual ver tu casa, tu ventana con la luz encendida. Pude adivinarte allí, acostada, presente, a unos pocos metros de mis ansias. Te salude amorosamente en voz baja, con la esperanza de que mi beso te llegara como un rumor tibio en tus mejillas. Sabiéndote en la paz de tu casa, deseé lo mejor para ti, mientras honraba tu recuerdo en el frío de esta noche. Con la amargura de no haberte contemplado, pero de todos modos con la cercanía que me permite este tiempo aciago. Finalmente, llegué como pude a mi casa, obsesionado con la idea de recordarte otra vez en el silencio de mi estancia, de atrapar cuanto pueda de este naufragio en que se ha convertido mi existencia sin ti.

No me niegues tu abrazo ni tu beso. Vuelve para traer alegrías nuevas a este corazón que se envejece por tu ausencia. Déjame oírte otra vez, muy quedo, mientras te susurro que te amo, que siempre te he amado, que nací para eso mismo sin remedio; ¡Dulce condena de amarte en secreto, de esperarte en la soledad y el frío en que me has dejado!

¡Duerme amor de mi vida, confiadamente, mientras mi oración y mi deseo te bendice en el anonimato de este exilio!.

¡Que me prodigue la Providencia en este año más, lo que tanto sueño! ¡Las palabras ya no alcanzan a describirlo, sólo el llanto que expresa esta sed de ti, este furor con el que ya no puedo!

...Duerme mi amor...



Vuela una lágrima - Los nocheros


viernes, 9 de noviembre de 2012

Fue como encontrarme contigo de viaje


10-Nov- 2012
00:38 am

Ayer nos vimos de modo espontáneo, por mi parte no planee nada. Hasta el extremo de no sorprenderme al saber que tenías prisa. Fue una conocida desilusión, pero en el fondo me he acostumbrado a saber que siempre vas de camino, ahora más que nunca. Me alegra saber que te va bien, tu rostro es bello, tu mirada transparente, tus gestos desprevenidos, tus palabras rápidas. Podría haberte hecho un interrogatorio rotundo, y brillabas tanto que sé que lo hubieras contestado perfectamente tranquila.

Te confieso que me alegró mucho verte y hablar contigo. El pretexto (y no lo es) valió la pena. Pude verte y hablar contigo.

Me contaste de tu trabajo con alegría y gratitud, me hablaste de tus planes para navidad y en diez años, y de algunas cosas complejas a tu alrededor. Te hablé de tantos cambios en mi vida, muchos de los cuales me apenan.

Al reencontrarme con la vieja libreta que te regalé al despedirme, la miré con atención. Intentaba atrapar algo de sus viejas historias en mi alma, pero fue en vano. Me la entregaste con tanta prisa y despreocupación, y yo mismo no me sentía con la tranquilidad de hablar demasiado del tema, salvo por las circunstancias de quererla conmigo otra vez. Me la entregaste y ya.  

Pero al despedirnos tras la charla breve y tu actitud descomplicada, mientras aún hablabas por teléfono, me quedé en la Biblioteca, Conmovido, estuve leyendo hasta terminar de leerla, y releer algunos pasajes. Me aislé para conectarme con ese pasado que me persigue tan a menudo, a ver si podía hundirme en sus brazos para soñar otra vez con cada línea. Para recordarte otra vez, alimentando mi memoria con tantos trozos de nuestra vida.

Fue como encontrarme contigo de viaje, y conmigo mismo en una época inolvidable. Mientras te ibas, fríamente, aquella mujer que fuiste tantos días conmigo, se quedaba. ¡Me alegró tanto que estuvieras allí, a mi lado, en silencio, guiando mis ojos, consolando mis desventuras! Reviviendo mis febriles locuras de la juventud, mientras me extasiaba con tus besos, con el toque de tus manos, con tu cercanía mil veces ansiada. Gracias por aquellos días, mi amor lejano.     

Pero nunca me contaste cómo te pareció a ti aquella reliquia que rescataste de un cajón perdido de tu memoria. ¿Leíste sus líneas?, ¿Me recordaste otra vez?, ¿Ocurrió algo nuevo e inesperado para tu corazón en presencia de tanta pena por amarte? ¿Brotó alguna lágrima extinguiéndose en la muerte del pasado? ¿Recordaste alguna canción, alguna palabra de mi boca, algún susurro mientras te amaba? ¿Percibiste mi agonía, el delirio de mi corazón por esa intimidad que escondes? ¿Has estado esperándome en secreto, quizás una palabra, un gesto, algo que te vuelva a decir que eres tan amada como antes? ¿Tienes ganas de verme, de abrazarme, de escucharme decirlo… Te amo? ¿Te apena ese pasado por sus errores? ¿Te escondes confiadamente en el presente que te alegra, en tus hijos, en el hombre con quien decidiste compartir tu vida? ¿Te lastima acercarte al tonto de antes, perdiendo horas de tu vida en un sinsentido que te llena de rabia y de pena? ¿Sientes rabia por mi obsesión y mi insistencia, inoportuna molestia que regresa de un pasado que prefieres no haber vivido?¿Me has esperado en silencio, pues sabes que sigues existiendo en la locura de mis sueños, que en mi alma nunca te perdí y me rehúso a dejarte ir? ¿Presientes el desenlace que no marcamos al alejarnos? ¿Es triste, es cruel, es simple y vacío, te da miedo o pena, te produce placer o descanso? ¿Juegas a sentirte tan querida, porque hace rato que no escuchas un suspiro por ti, o desconoces la prisa del corazón por tenerte cerca? ¿Quieres escuchar esa canción secreta que nunca te cantaron?

Para mí sigues siendo el amor, la ternura, la paz y la cordura al tenerte cerca. Me llenas la vida con sólo verte, y se me alegra el alma al escucharte. Si estás cerca podría morir tranquilo allí mismo, dormido… Pues mis más sinceros anhelos, mi primer beso enamorado, mi mirada feliz, mi suspiro íntimo… Mi pasión sincera… Mi beso… Mi secreta gran ilusión sigues siendo tu, mi vida. Mi Liliana.

Aunque te avergüences de lo que pasó entre los dos, para mí fue todo lo mejor que esperé de la vida, la razón por la que volveré a Dios agradecido por darme la oportunidad de tenerte cerca, aunque haya sido sólo eso. Porque fuiste el amor que no me negó la vida en esos instantes en que dormí junto a ti, en que me regalaste tu abrazo  una sonrisa sincera, en que me permitiste un te quiero que me brotaba del alma. En que hacías lo mejor que podías para tolerar tanta insensatez de mi parte, tantos celos y rabias sinsentido. En que descansaba del camino implacable de tu ausencia, para reponer mis fuerzas, preparándome sin saberlo para estos años de largas penas… Amor mío, gracias por dejarme ser feliz mientras te entregaba mi corazón con la fidelidad de quien nunca se irá. ¡Si supieras que para esta soledad me preparabas con tus besos! ¡Si supieras que en este desierto de ti, la luz de tu mirada me ayuda a seguir! El eco de tu risa, tu respiración en mi pecho, son el tesoro que guardo en el corazón y me mantiene con vida. En tanto Dios, con su bondad ponga fin al dolor y mis ojos se cierren para soñar contigo y no abrirse nunca más. Entre tanto mi vida, esperaré en la oscuridad triste por una mirada tuya.

El niño dormía su saciedad, socarronamente, mientras se preparaba ingenuo para el dolor del hombre, la llama inacabable por la ausencia del beso que se marchó de prisa. Te me fuiste y no supe a qué hora, te marchaste pero seguí esperando tu regreso, alentando los años con la ilusión infantil de encontrarte de nuevo.

¡Oh, la mirada triste por los desvelos, por las puertas cerradas, por el luto, por esperarte sin descanso!. ¡Oh, la necedad del corazón que no te ha dejado, aún queriéndolo intensamente en los ocasos de la agonía! ¡Oh, mis manos que esperan, envejeciendo, por las tuyas! ¡Oh, mi boca, que se deshace de frío pronunciando tu nombre, en espera del beso! ¡Oh mis brazos cansados de abrirse esperando atraparte entre delirios, sin encontrar más que penas al paso!.

Vuelve mi amor, no me dejes así, no es justo…

Nadie podría entender algo así, es verdad. A veces no puedo más con la pena de tu partida; de la distancia de estos años vagando sin ti; intentando atrapar tu perfume en los recuerdos que me esfuerzo por mantener frescos en la memoria. Intentando encontrarte en vano, evocando el camino que me conduce a tu casa, a las calles que caminamos tomados de la mano, amando cada eco perdido, cada paso caminado, cada sonrisa tuya. Mirando cómo se me pasan los años con el dolor de haber muerto para ti, mientras sigues tan presente en mi vida. Reviviendo artificialmente con tantas lágrimas, como esta noche, los momentos en que el amor se acercó a los dos al fin… ¡Sólo para marcharse y dejarme tan solo, con el luto de tu silencio, de la indiferencia de tus ojos amados, con la frialdad de tu distancia, la condena que cargo por tanto tiempo en silencio!. ¿Dónde te has ido, mi vida? ¿Dónde estás esta noche, mientras mi alma se deshace en llanto? ¿Cuándo moriré de olvido, que no vuelvas a mirarme como aquellos días perdidos para siempre, solo vivos en este recuerdo que no me deja?   

¿Qué pensaste de todo eso?

Hay cosas que nunca dijimos, y te pido perdón por haber cerrado tanto mi corazón a escucharte, en esos días en que tímidamente me decías algo, aún sin palabras. Perdón aunque ya es tarde. Perdón, aunque muchas veces así es la vida.

Con todo el respeto que mereces hoy, y lo estoy diciendo muy en serio, después de más de veinte años, te diré que nunca más amé así a ninguna mujer en la vida, has sido mi primer amor, mi gran amor. No me da vergüenza admitirlo, todo lo contrario. No quisiera morirme sin que lo sepas otra vez. Y muerto yo, sepas que hubo alguien que te amó con todo lo que pudo, menos el valor. La vida y las circunstancias fueron muy adversas y yo demasiado cobarde. No te merecía, cariño. Tú siempre has sido muy inteligente y lo supiste pronto. Demasiado pronto, no me diste tiempo para entender que todo había terminado y mi tortura apenas comenzaba.



Fire and Rain - Richie Ray / Bobby Cruz