Septiembre 29 de 2020
20:58
Tu mirada es como una música
de acordes inciertos pero finamente definidos
para recostarse en el césped de las fantasías
o para bailar contigo en salones anónimos
donde digas «sí y no» con espontaneidad.
Tus manos se sienten como frutas
tibias y enseñoreadas de tus secretos
entrelazadas con las mías en momentos fugaces
pero con suficientes huellas para el sumario
donde reposan los registros de nuestra locura.
Tu nombre sabe a vino
servido en copas de besos de rojo intenso
con su acento variable de elixires femeninos
que desbordan tu cuello por el camino de tus senos
hasta descender generosamente a tu sexo.
Y tus memorias, señora,
son estantes abarrotados de libros de mil géneros
donde caben emociones sutiles,
los atrevimientos innombrables y las locuras nocturnas,
en un sin fin de líneas que invitan a regresar.
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