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Yo podría vivir mil horas
disfrutando días perdidos
andando, de tu mano,
lugares inauditos, para soñar.
Recuperar muy junto a ti
todas aquellas lunas
esperando el momento anhelado
de estar contigo.
Recorrer las viejas calles
-viejas de esperarnos volver-
y decirle a mi corazón:
"ya puedes descansar"
Mas ha sido tímido el rumbo
de vivir locuras en tus cabellos
y a veces agitadas las horas
de encontrarnos a solas.
Cuánta contradicción de veranos
y relojes a destiempo
donde feliz te divisaba en la tarde
para regresar a mis noches a soñarte.
Nos queda, entonces,
como una deuda que debe pagarse
la alternancia del pensamiento
que en su cuarto oscuro te ve llegar.
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