Septiembre 29 de 2020
21:30
Con la extraña melancolía
con que se vislumbra en las cosas del pasado
las conexiones que impregna el amor
en los seres y los corazones.
Con la solemnidad de un balcón
cuyas barandas ha desaliñado el tiempo
mas se imagina en sus ángulos
los ecos de risas pasadas
de embelesos marchitados
que se han ido a otra parte
o se callaron para siempre.
O con la sutil esencia de un cuarto nupcial
que de pronto pasó a ser salacuna
o el último recinto de la agonía
pero que retiene su encanto
al sonar la vibración adecuada.
Quizás, sólo quizás,
alguien pase por estas líneas
cuando ya no estemos
cuando nos hayamos ido a otra parte
o nos callemos para siempre.
Y te habrán de conocer
deleitándose en tu exquisitez,
adivinando intrigas
en tus ojos negros y tu risa amplia
y ansiando asomarse por un segundo
a la redonda figura de tus senos
o sentir tu suave acento,
la fresa fragante de tu sexo
o tal vez intuyendo
que estuve ahí para contarlo,
para contarte.
.
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