Octubre 24 de 2019
21:06
Y ahí estaba yo,
asido a su cintura desnuda
como si abrazara mi sueño.
No existía el tiempo
sino una infinita ansiedad
que se apaciguaba en cada beso.
Era ella y no importaba nada más
y la anhelaba con el mismo deseo
que había vestido de nostalgias
mientras aguardaba su regreso.
Era amor y era turbulencia
éramos los dos y éramos una vida.
¿Quién puede entender el furor del mar
si no ha desafiado sus tormentas?
Pues cuando ella llega a mi corazón
y se hace poesía entre mis brazos
se deshace mi existir entre los suyos
y quisiera atrapar por siempre
ese instante, ese brillo de amarla toda.
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