Aquella vez, la última anoche, a mitad de octubre, hace apenas unas horas, se me acabó el tiempo -y por un instante se me acabó la vida- sin haberte dicho que eres todo y nunca dejarás de serlo por el resto de mis días.
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Gracias por regalarme tu tiempo y permitirme compartir estas líneas. Deja tus comentarios con el corazón, tal como yo he regado estas cartas.
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