Noviembre 25 de 2017
20:01
Deja que te cuente que te extraño
porque para la inteligencia de nuestro corazón
sólo queda nuestra voz como testigo.
Esta noche quiero ser yo quien lo diga,
nuestras tardes de amor son verdad y no mentira
por si te encontraras en la soledad de la duda
y llegaras a olvidar mi nombre
en el estrépito del día.
Sólo tú sabes mi secreto
y yo guardo el tuyo junto a las cosas que me dejaste
guardadas como tesoros para el camino.
Y si el tiempo quisiera borrarme
como las olas a las huellas en la playa
o si quisiera el viento disipar la canción de tu nombre
como el agua rompe la roca de tanto caer sobre ella,
habremos de volver a los lugares
donde nuestros pasos siguen vivos
junto a los ecos de las sonrisas al tenernos.
Habremos de volver caminando
habremos de volver en la memoria.
Pues el tiempo de aquellas cosas
ya no es y se ha marchado.
Mas quedaron el sabor, el perfume y la herida;
los ecos del baile y la alucinación de las caricias;
nuestros cuerpos desnudos alimentándose de amor
y la promesa de volver al lugar de siempre...
Como el grito de libertad de vencer a la muerte,
el río transformado en riachuelo aún lleva vida
y se destrozan contra el silencio para saber que sienten.
Nadie sabrá nuestro secreto porque sigue vivo
aunque haya muerto en la ignorancia de la gente.
Nadie sabrá que me has amado
nadie, la forma en que te he querido.
Sólo la piel del recuerdo
que lleva huellas forenses en los poros
y repite nuestros nombres
y seguirá diciéndolos
hasta que nos los entregue otra tarde
para que los digamos con la sonrisa en los labios.