Cuando te miré aquella lejana primera vez
fijándome en un rostro de ángel
y la gracia de tus movimientos,
tal vez supe que había ocurrido algo más radical:
me estaba enamorando de tu alma bonita.
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Gracias por regalarme tu tiempo y permitirme compartir estas líneas. Deja tus comentarios con el corazón, tal como yo he regado estas cartas.
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