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Sólo sé que la veía y era hermoso
aunque pareciera un ritual reiterado
había magia y universos de colores
cada vez que nos desnudábamos;
cada beso sabía distinto
y cada textura de su sexo húmedo.
Y en estas tardes grises de extrañarla
con canciones distantes que la evocan
quisiera volver a las mismas calles
para fingir a destiempo que la miro llegar,
quisiera el aroma de su piel tibia
quisiera abrazar su cintura
y un ‘te amo’ prodigado en sus excesos.
¡Cuántas tardes y se me antojan pocas
cuán cercana ha estado
-y entre los rumores del viento-
cuán distante ahora por los caprichos del tiempo!
Nos visitó la muerte y nos afligimos
nos enclaustramos a llorar amargas penas
como si deshojáramos rosas negras
mientras vemos pasar el tiempo angustioso.
Sé que está lejos y nada puedo hacer,
mas, entre esta resignación de muros y rejas
quisiera el aroma de su piel tibia
quisiera abrazar su cintura
y un ‘te amo’ prodigado en sus excesos.
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