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Te recuerdo,
prestado a estas paredes frías
enajenado de tus ojos
aislado de las calles donde anduvimos los dos.
Extrañando tus ojos
tejiendo memorias mientras no estás.
Sólo estos árboles cansados
y las tardes grises de ecos distantes
escuchan cuando susurro tu nombre
¿Y si estuviéramos juntos?
¿Y si se volvieran dicha mis noches?
¿Y si amaneciera con la visión de tu espalda desnuda?
Estas ventanas se vuelven barrotes
y conduzco con la mirada la luz tenue
como dirigiendo te quieros
para que los escuches detrás de estas montañas.
Soy extranjero donde no estás conmigo
soy errante mientras llego a verte
soy sombra que se escabulle buscando la tuya.
Y mi canción dejó de escucharse
y mi poema está atrapado entre caminos,
soy de ti y nadie lo sabe
estás conmigo en mis silencios
que se multiplican, sin poder gritarlo.
Cuánto añoro tus brazos
tu voz que se volvió mi himno,
y el color de tu piel para pintar alegrías
cuánta falta me haces, sin que lo sepas,
cuánto ha dolido esta vida de extrañarte
como si tuviera que pagar equivocaciones
con la amarga tragedia de amarte en ausencias.
Mis amigos se están marchado
aquellos con quienes conversaba sobre ti
sobre los locos desvaríos de juventud
embriagándome de ilusiones
por llegar a besar tu boca.
Y a pesar de la distancia
de los años truncados y las pausas crueles
es lindo leer que me extrañas
y que sabes que tanto te he amado
y podértelo repetir en versos
en encuentros y en susurros
por los siglos en que me condené al silencio…
Te amo, mil veces te amo.
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