Julio 24 de 2020
4:35
A veces reímos
hasta el cansancio
por el puro gusto
de reventar de dicha
por un desatino
o una ocurrencia,
y acaso nos damos cuenta
que nos ríe la sangre
y las vértebras.
A veces lloramos
por la ausencia
por la partida del amigo
o la hermana
y gemimos amargamente
hasta destrozarnos
sin consuelo próximo
entre nudos de indiferencia
y no sabemos
que nos llora el alma.
Y a veces hay pausas
donde da igual si reímos
en las espontaneidades del vino
o si lloramos
entre aguardientes erráticos
mientras miramos
los ojos que amamos
o en tanto sentimos
la calamidad de lo irremediable.
Son tormentas y convulsiones
son estallidos y ráfagas
nos conmovemos,
nos agitamos
al aspirar somos ángeles
y al espirar somos demonios
o tan llanamente humanos
como el abrazo y el beso
como un adiós en el puerto
como la sonrisa de un niño.
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