Marzo 22 de 2016
12:20
Por esta época hace ya algunos años, cuando no creía soportar la distancia que empezaba a separarnos, acepté un vuelco esencial para mi existencia. Corría a los brazos de un Destino posible, sin ti. No obstante, desacostumbrarme a tu mirada, tu voz, tu cercanía y todo cuanto representas, era no sólo inviable, sino una locura peor que haberte querido tanto. Fue tan ingenuo como renunciar al aire.
Desde entonces, como un amargo desdén a la resignación, esperaba año tras año algo distinto. Emprendí un viaje por un mar de estrépitos, sin dejar de mirar tu faro a la distancia, ni abandonarte del todo. Regresaba a buscarte, en mareas altas, en noches solitarias y nostalgias de luna. Y se me volvió un hábito recordar cada detalle tuyo, hasta donde las brumas del tiempo me lo permitieran.
Por eso, no capitulé andando este camino. En cambio, anidando en la fría oscuridad la ilusión de volverte a mirar de cerca, reemprendía la marcha. Hasta reencontrarme con tus ojos, una tarde de Febrero. Hasta volver a sentir tu aroma y redescubrir brillos, escondidos para mí, en tu alma. Y una tibia agitación guardada en tu boca, como una gota de néctar en Marzo.
¿Quién puede intuir el sentido de todo esto, si la vida es tan caprichosa y a veces tan cruel? Sólo sé que esperaré por ti, como las otras veces, con un pretexto o con un acuerdo. Contigo por unos minutos, o unas horas que se me antojan segundos. Con el tiempo, con la prisa, con el silencio. De todas maneras, eres tú. Eres lo que más importa...
Amémonos - Lucho Gatica
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