Diciembre 30 de 2020
7:10
Tú desde la primera mirada
cuando me descubriste el alma
desde el primer tibio contacto de tus dedos,
desde la primera canción
y las que vinieron luego.
Tú, desde el primer beso...
Tú, cuando éramos primavera
y desde entonces, sentado,
contemplando todas tus estaciones
o recostado a tu vera
saciado de tus frutos.
Tú, desde el primer abrazo de navidad
hasta el último
en la anónima penumbra
de una habitación donde nos fugarnos juntos
para darnos a beber el amor en copas
para recuperar el tiempo perdido
en dulces cuotas de horas.
Tú, desde la primera sonrisa,
sincera, como tus brazos abiertos,
invitándome a tomar café
en la sala de tu alma
y en la biblioteca de tus pensamientos.
Tú, desde siempre y hasta siempre,
como un tiempo celestial
recitado en versos con las letras de tu nombre,
desde cuando me fascinaste
con tus maneras de mujer
y tus designios de diosa.
Tú, desde el primer beso...
Tú, desde cuando indagué tus misterios
desde la noche que descubrí tus senos
desde la noche que nos dijimos adiós
desde la tarde que dijiste hasta luego
desde la mañana de tu espalda desnuda
secuestrada de la monotonía.
Tú, desde los dedos de tus pies,
desde la zanja húmeda de tu sexo
desde el sí de tu boca
como si recorriera tu geografía
con el pasaporte de tu sonrisa
sin otro destino que encontrarme con tus ojos
y contarte que también he sufrido sin verte.
Tú, desde el primer beso...,
desde la última canción que bailamos
desde las lágrimas
por los dolores del alma
y por los adioses inevitables
Tú, desde las fantasías de nuestros mil viajes
peregrinos de tierras lejanas
tomados de la mano en las playas de cualquier mar
donde no nos conoce nadie
y nuestras historias están dispersas en la arena
para descansar de tantas distancias
y de tantos silencios.
Tú, desde la primera tarde,
en que hicimos el amor
entre músicas de placer y de asombro
burlándonos de los años que signaron ausencias;
y desde la última tarde
componiendo cantos de orgasmos
y promesas de volver a hacerlo.
Tú, siempre tú,
desde los secretos que sabes de memoria
desde que me acostumbré a pensarte
imaginando modos de recordarte
y diseñando estrategias para robarte un beso.
Tú, desde la complicidad de estos versos,
impregnados de tu perfume
desde donde me asomo a llamarte
por si acaso pasaras frente a mi casa de letras
y te sentaras a escucharme...
Y una vez persuadida,
te quedaras.
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