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Habrá que preguntar al cielo
a las estrellas que fuimos,
al tiempo que no existe,
cómo nos cruzamos,
tan velozmente
casuística imposible
para llenarnos de tal modo
y despedirnos sin drama.
E indagar con meticulosidad
qué fue de ti,
dónde te perdí
y quizás reconsiderar
setenta modos de encontrarte
en la prisa, en la tarde
en los ecos de estos versos
que vuelven a buscarte.
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