Mayo 11 de 2016
00:57
El amor, para mí, tiene la claridad de tu piel. Lleva tu nombre y me sabe a los besos de tu boca. Hunde sus raíces en aquellas primeras tardes cuando te miraba con atención, perdiéndome en fantasías. Se alimentó de ansiedades por la indescriptible alegría de saberte cerca. El amor fue adquiriendo tonos de grises indecisiones y cosas sin decir, o dichas de modo impreciso. Y se me volvió turbulencia, cuando nos alejábamos sin decir nada. Como cuentos inconclusos, y anocheceres sin pausa.
El amor contigo ha estado casi siempre marcado por la temeridad, las desaprobaciones y el riesgo de estar juntos. Y aunque parecían trozos de aventura en una llanura tranquila, la verdad es que al separarme de ti, al temer no volver a verte, me ahogaba un vacío en forma de amarga tristeza, al presentir que te amaba más de lo que estaba dispuesto a aceptar. El amor tiene desde hace mucho el nombre más lindo y la dirección de tu puerta. Tiene sabores de ti que reconozco; fragancias embriagantes alimentadas por el calor del abrazo; añoranzas de tardes y noches contigo, sintiento tu suavidad y centímetros de tibieza en tu piel tan deliciosa.
El amor súbitamente se marchó de mi lado, para dejarme sumergido en el dolor de no saber de ti; de verte como a un milagro que aparecía cada año, fugazmente, dejándome desecho por la falta de una palabra o una mirada tuyas que duraran más de diez segundos. Partió desgastado en suspiros, pero se quedó a vivir en mi casa y a dormir conmigo. Me ha impregnado de infaltables sueños contigo, como si no bastara pensarte tanto durante el día.
El amor reapareció inesperadamente, como una fresca nube en el intenso verano. Lleva tu nombre, el sabor de los besos de tu boca y la tibieza de tu abrazo. Lleva prisa y a veces sosiego. Me calma la ansiedad y luego la despierta frenética. Me habla de besos inimaginables, me promete cercanías envueltas en sabores de delirios, mirándote a los ojos mientras te amo. Escuchándote decir que me quieres, con esa voz tan tuya, con ese acento dulce como una caricia de terciopelo. Con esa característica de ser tú y nadie más, un prodigio de la vida, servida en una mesa para beberte despacio.
El amor, para mí, sigues siendo tú.
Por ti volaré - Andrea Bocelli
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