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¿Podría existir mayor locura que esta de amarte,
con la insistencia de una montaña ante el firmamento?
Tú, mi vida, la misma corriendo por nuestras venas;
yo, la sombra de un ayer que creías olvidado.
Tus sueños y tus historias contadas en la tarde,
tan míos en la madrugada frente al mismo Cielo.
Las penas de mi juventud en tu alcoba prisioneras,
en un viejo libro, oculto en la madurez de mis años.
Perdido en la noche, con febril ansiedad de hallarte,
tus ojos aguardaban por mí, sintiéndome en secreto,
Como si nuestras almas se acariciaran y se vieran.
¿Podría haber mayor extravío que el de esperarte,
un noctámbulo que te deja rosas, en silencio?
Ciertamente: que hayas venido, amor, a recogerlas...
Justo ahora, velo tu sueño. Como tú anoche, mis pasos.
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