Febrero 24 de 2016
00:44
Esta noche, miré desprevenidamente la luna, Y pensé en ti, como si no tuviera remedio. Tantas ocasiones ha pasado lo mismo, que se me volvió costumbre asociarla contigo. Miles de veces le he preguntado por ti, entre miradas y susurros. Ansioso de verte, pero distante.
Entonces, me fijé en una estrella minúscula, justo al lado de la luna. Tal vez tú podrías verla también, esta noche, o la que viene. Sus destellos son imperceptibles detrás de la hermosa blancura. Y se me antojó que es como mi cariño, anónimo y leve. Invisible detrás de tu claridad, hasta cuando te fijaste en él, inesperadamente. Mi cariño persistente, pero distante.
Más aún, detrás de esta luna inmediata, radiante y bella, (como tú, mi amor), no podría saber si el pequeño lucero es un planeta más grande. Acaso una enorme estrella, tan descomunal y lejana, que habiendo muerto ya, su recuerdo permanece en la luz que todavía nos llega. Un planeta o una estrella, tan grandes, pero distantes.
E indago con vergüenza, cómo un amor tan grande se me difuminó en el tiempo, en la distancia y en el silencio. Sé que es tarde para mí. Pero tal vez no. Tú brillarás en mis ojos, como la luna llena, hasta cuando tenga conciencia de estar vivo. Y quizás, sólo quizás, aquella estrella aún vive en el universo. Es la misma esperanza de que este humilde amor algún día te alcance, aunque hoy apenas brille para ti, tan distante.
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