Marzo 1 de 2016
00:40
Liliana...
Te amo, sin razones.
Pienso que es la mejor razón
que puedo darte.
lunes, 29 de febrero de 2016
domingo, 28 de febrero de 2016
Nuestra locura
Febrero 29 de 2016
01:13
¿Podría existir mayor locura que esta de amarte,
con la insistencia de una montaña ante el firmamento?
Tú, mi vida, la misma corriendo por nuestras venas;
yo, la sombra de un ayer que creías olvidado.
Tus sueños y tus historias contadas en la tarde,
tan míos en la madrugada frente al mismo Cielo.
Las penas de mi juventud en tu alcoba prisioneras,
en un viejo libro, oculto en la madurez de mis años.
Perdido en la noche, con febril ansiedad de hallarte,
tus ojos aguardaban por mí, sintiéndome en secreto,
Como si nuestras almas se acariciaran y se vieran.
¿Podría haber mayor extravío que el de esperarte,
un noctámbulo que te deja rosas, en silencio?
Ciertamente: que hayas venido, amor, a recogerlas...
Justo ahora, velo tu sueño. Como tú anoche, mis pasos.
01:13
¿Podría existir mayor locura que esta de amarte,
con la insistencia de una montaña ante el firmamento?
Tú, mi vida, la misma corriendo por nuestras venas;
yo, la sombra de un ayer que creías olvidado.
Tus sueños y tus historias contadas en la tarde,
tan míos en la madrugada frente al mismo Cielo.
Las penas de mi juventud en tu alcoba prisioneras,
en un viejo libro, oculto en la madurez de mis años.
Perdido en la noche, con febril ansiedad de hallarte,
tus ojos aguardaban por mí, sintiéndome en secreto,
Como si nuestras almas se acariciaran y se vieran.
¿Podría haber mayor extravío que el de esperarte,
un noctámbulo que te deja rosas, en silencio?
Ciertamente: que hayas venido, amor, a recogerlas...
Justo ahora, velo tu sueño. Como tú anoche, mis pasos.
Instantes
Febrero 28 de 2016
19:11
Sobrevienen instantes de tal ansiedad, que quisiera correr a buscarte, sólo por el placer de mirar tus ojos. En el secreto de mi pecho, mientras respiro mis días, entre tantas cosas (...), me invade súbitamente un íntimo apuro por saber de ti, por tocarte, por escucharte hablar. Es tan fuerte esta solicitud, que debo hacer pausas momentáneas, caminar esta soledad sin ti, escuchando las canciones que te recuerdan, para no enloquecer de desesperación. ¿Dónde estás, mi amor?
La vida es tan dulce ahora, por saber que de algún modo nuestras estrellas se tocan. Mas la espera es larga, y fría esta melancolía. Como la madrugada, sin tu abrigo. No hay manera de imaginar qué sucederá; estas semanas han estado cargadas de sensaciones nuevas, incluso para mi corazón, acostumbrado como estaba, a las cadenas de esta distancia entre los dos. ¿Tienes idea de cuánto sacudes mi vida, con cuánto furor entras en mi pecho? Eres mi dulce veneno y mi dolorosa cura. No tengo escapatoria de tus ojos, la vida no tiene más colores que aquellos que recuerdo cuando me mirabas. No existe tono más cálido, como música que me aquieta el alma, que escucharte hablar muy quedo y sentirte suspirar en mi oído. ¿Y si hablara de tus mejillas, del roce de tu boca, de la tibieza de un abrazo tuyo; del calor que dejaste en mi piel, como una impronta perfumada e indeleble, antes de marcharte?
Tal vez este amor inquebrantable y anónimo, sea lo único que quedó, embelesando tantas memorias contigo. Pero a veces te mantienes tan cerca, que me sorprende que tu luz me esté tocando, como en un sueño del que no quiero despertar.
19:11
Sobrevienen instantes de tal ansiedad, que quisiera correr a buscarte, sólo por el placer de mirar tus ojos. En el secreto de mi pecho, mientras respiro mis días, entre tantas cosas (...), me invade súbitamente un íntimo apuro por saber de ti, por tocarte, por escucharte hablar. Es tan fuerte esta solicitud, que debo hacer pausas momentáneas, caminar esta soledad sin ti, escuchando las canciones que te recuerdan, para no enloquecer de desesperación. ¿Dónde estás, mi amor?
La vida es tan dulce ahora, por saber que de algún modo nuestras estrellas se tocan. Mas la espera es larga, y fría esta melancolía. Como la madrugada, sin tu abrigo. No hay manera de imaginar qué sucederá; estas semanas han estado cargadas de sensaciones nuevas, incluso para mi corazón, acostumbrado como estaba, a las cadenas de esta distancia entre los dos. ¿Tienes idea de cuánto sacudes mi vida, con cuánto furor entras en mi pecho? Eres mi dulce veneno y mi dolorosa cura. No tengo escapatoria de tus ojos, la vida no tiene más colores que aquellos que recuerdo cuando me mirabas. No existe tono más cálido, como música que me aquieta el alma, que escucharte hablar muy quedo y sentirte suspirar en mi oído. ¿Y si hablara de tus mejillas, del roce de tu boca, de la tibieza de un abrazo tuyo; del calor que dejaste en mi piel, como una impronta perfumada e indeleble, antes de marcharte?
Tal vez este amor inquebrantable y anónimo, sea lo único que quedó, embelesando tantas memorias contigo. Pero a veces te mantienes tan cerca, que me sorprende que tu luz me esté tocando, como en un sueño del que no quiero despertar.
martes, 23 de febrero de 2016
Bajo la misma luna
Febrero 24 de 2016
00:44
Esta noche, miré desprevenidamente la luna, Y pensé en ti, como si no tuviera remedio. Tantas ocasiones ha pasado lo mismo, que se me volvió costumbre asociarla contigo. Miles de veces le he preguntado por ti, entre miradas y susurros. Ansioso de verte, pero distante.
Entonces, me fijé en una estrella minúscula, justo al lado de la luna. Tal vez tú podrías verla también, esta noche, o la que viene. Sus destellos son imperceptibles detrás de la hermosa blancura. Y se me antojó que es como mi cariño, anónimo y leve. Invisible detrás de tu claridad, hasta cuando te fijaste en él, inesperadamente. Mi cariño persistente, pero distante.
Más aún, detrás de esta luna inmediata, radiante y bella, (como tú, mi amor), no podría saber si el pequeño lucero es un planeta más grande. Acaso una enorme estrella, tan descomunal y lejana, que habiendo muerto ya, su recuerdo permanece en la luz que todavía nos llega. Un planeta o una estrella, tan grandes, pero distantes.
E indago con vergüenza, cómo un amor tan grande se me difuminó en el tiempo, en la distancia y en el silencio. Sé que es tarde para mí. Pero tal vez no. Tú brillarás en mis ojos, como la luna llena, hasta cuando tenga conciencia de estar vivo. Y quizás, sólo quizás, aquella estrella aún vive en el universo. Es la misma esperanza de que este humilde amor algún día te alcance, aunque hoy apenas brille para ti, tan distante.
00:44
Esta noche, miré desprevenidamente la luna, Y pensé en ti, como si no tuviera remedio. Tantas ocasiones ha pasado lo mismo, que se me volvió costumbre asociarla contigo. Miles de veces le he preguntado por ti, entre miradas y susurros. Ansioso de verte, pero distante.
Entonces, me fijé en una estrella minúscula, justo al lado de la luna. Tal vez tú podrías verla también, esta noche, o la que viene. Sus destellos son imperceptibles detrás de la hermosa blancura. Y se me antojó que es como mi cariño, anónimo y leve. Invisible detrás de tu claridad, hasta cuando te fijaste en él, inesperadamente. Mi cariño persistente, pero distante.
Más aún, detrás de esta luna inmediata, radiante y bella, (como tú, mi amor), no podría saber si el pequeño lucero es un planeta más grande. Acaso una enorme estrella, tan descomunal y lejana, que habiendo muerto ya, su recuerdo permanece en la luz que todavía nos llega. Un planeta o una estrella, tan grandes, pero distantes.
E indago con vergüenza, cómo un amor tan grande se me difuminó en el tiempo, en la distancia y en el silencio. Sé que es tarde para mí. Pero tal vez no. Tú brillarás en mis ojos, como la luna llena, hasta cuando tenga conciencia de estar vivo. Y quizás, sólo quizás, aquella estrella aún vive en el universo. Es la misma esperanza de que este humilde amor algún día te alcance, aunque hoy apenas brille para ti, tan distante.
sábado, 20 de febrero de 2016
Moras y Té
domingo, 14 de febrero de 2016
Retazos de memoria
Febrero 14 de 2016
4:54
Habían sido años marcados por la melancolía y centenares de recuerdos salidos de la nada, que regresaban en las noches a embargarme el alma. Una dura pena por haber perdido tu cariño, en un adiós que le anticipó a mis ojos largas noches en vela, y a mi piel el frío de distancias insalvables.
Mas, por una cierta resistencia al olvido y a la muerte, los pasos me han dirigido con la misma tenacidad del sol en las madrugadas, hacia tu pecho, Liliana. Quizás, los abismos a los lados de un camino tan estrecho y solitario, no me han dejado vislumbrar otro sendero posible. Entre tanto, detengo la marcha eventualmente para agradecer por ti y alentar el viaje con trozos de tus miradas. Tus besos y la cercanía de tu cuerpo fueron días de sol, noches tibias de perfumes y cadencias excitantes de primavera. Pero inadvertidamente, también fueron reservas de calor para estos crueles años sin ti. Los ecos de tus palabras, la tersura de tus manos, la expresión de tu sonrisa, un cóctel que bebo en tragos dulces en las noches más oscuras.
Luego, inesperadamente, como una estrella fugaz, apareciste,
ante la mirada de quien nunca contempla el cielo,
Tal vez por una dulce providencia del Eterno,
que nos otorga sus dones sin merecerlos,
cegándonos con luces que aún disipadas en el olvido, persisten.
¡Siempre ha sido tan lindo verte surgir de repente, dulce compañera, mientras la agitación de mi pecho se contenta con tu llegada!... Como antes. Es nada el dolor, ¡Se marcha súbitamente!, pues tan cara es a mi vida tu cercanía, que no acierto a describirlo. ¡Cuanto más, si habías llegado a verme, tu prisionero sin cadenas, quien se incorpora ante la alegría infinita de mirarte a los ojos!
Y te quedaste para que te contara, sin la prisa de otras tardes, las novedades viejas de este amor que no se marchita, cuyo encubrimiento me había causado desvaríos. Era una confesión que me absolvió de morir sin que lo supieras, mi vida. Estabas tan hermosa como la noche, tus ojos seducían al extremo de detenerme en el tiempo, sin pedir nada más que mirarlos. Tu boca, una invitación al beso en el que aprendí cómo perderme sin regreso. Pero sobre todo, de un modo casi misterioso, la radicalidad de la presencia tuya que disipa la tristeza, como el buen vino frente a la lumbre.
Te deshojé mi corazón hasta quedarme sin nada en las manos, más que la tentación tierna de tocar las tuyas, y acaso una cordial invitación a que me acompañaras. Tanto me diste con tu mirada y la bondad de venir a encontrarme, que tendré mil ocasiones para recodar tu rostro, tu manera de sentarte. Tanto, que pienso que sólo tiene sentido escribir esto, para anclarme al recuerdo de esa tarde indefinible a tu lado. Por si no volviera a sentirte como entonces.
Me he acostumbrado a la idea de que no existe modo de prever la ruta que transitaré en adelante. Te me has ido otra vez, con la bondad en la mirada y el abrigo de un abrazo para el frío de mi habitual camino de añoranzas. Los días aguardan por prisas y tantas cosas, cuya cotidianidad se vuelve a veces insufrible; salvo por los sustanciales espacios donde apareces de nuevo en el pensamiento, en los sueños, en estas memorias que recorté en retazos para ti, para que sepas que te extraño.
4:54
Habían sido años marcados por la melancolía y centenares de recuerdos salidos de la nada, que regresaban en las noches a embargarme el alma. Una dura pena por haber perdido tu cariño, en un adiós que le anticipó a mis ojos largas noches en vela, y a mi piel el frío de distancias insalvables.
Mas, por una cierta resistencia al olvido y a la muerte, los pasos me han dirigido con la misma tenacidad del sol en las madrugadas, hacia tu pecho, Liliana. Quizás, los abismos a los lados de un camino tan estrecho y solitario, no me han dejado vislumbrar otro sendero posible. Entre tanto, detengo la marcha eventualmente para agradecer por ti y alentar el viaje con trozos de tus miradas. Tus besos y la cercanía de tu cuerpo fueron días de sol, noches tibias de perfumes y cadencias excitantes de primavera. Pero inadvertidamente, también fueron reservas de calor para estos crueles años sin ti. Los ecos de tus palabras, la tersura de tus manos, la expresión de tu sonrisa, un cóctel que bebo en tragos dulces en las noches más oscuras.
Luego, inesperadamente, como una estrella fugaz, apareciste,
ante la mirada de quien nunca contempla el cielo,
Tal vez por una dulce providencia del Eterno,
que nos otorga sus dones sin merecerlos,
cegándonos con luces que aún disipadas en el olvido, persisten.
¡Siempre ha sido tan lindo verte surgir de repente, dulce compañera, mientras la agitación de mi pecho se contenta con tu llegada!... Como antes. Es nada el dolor, ¡Se marcha súbitamente!, pues tan cara es a mi vida tu cercanía, que no acierto a describirlo. ¡Cuanto más, si habías llegado a verme, tu prisionero sin cadenas, quien se incorpora ante la alegría infinita de mirarte a los ojos!
Y te quedaste para que te contara, sin la prisa de otras tardes, las novedades viejas de este amor que no se marchita, cuyo encubrimiento me había causado desvaríos. Era una confesión que me absolvió de morir sin que lo supieras, mi vida. Estabas tan hermosa como la noche, tus ojos seducían al extremo de detenerme en el tiempo, sin pedir nada más que mirarlos. Tu boca, una invitación al beso en el que aprendí cómo perderme sin regreso. Pero sobre todo, de un modo casi misterioso, la radicalidad de la presencia tuya que disipa la tristeza, como el buen vino frente a la lumbre.
Te deshojé mi corazón hasta quedarme sin nada en las manos, más que la tentación tierna de tocar las tuyas, y acaso una cordial invitación a que me acompañaras. Tanto me diste con tu mirada y la bondad de venir a encontrarme, que tendré mil ocasiones para recodar tu rostro, tu manera de sentarte. Tanto, que pienso que sólo tiene sentido escribir esto, para anclarme al recuerdo de esa tarde indefinible a tu lado. Por si no volviera a sentirte como entonces.
Me he acostumbrado a la idea de que no existe modo de prever la ruta que transitaré en adelante. Te me has ido otra vez, con la bondad en la mirada y el abrigo de un abrazo para el frío de mi habitual camino de añoranzas. Los días aguardan por prisas y tantas cosas, cuya cotidianidad se vuelve a veces insufrible; salvo por los sustanciales espacios donde apareces de nuevo en el pensamiento, en los sueños, en estas memorias que recorté en retazos para ti, para que sepas que te extraño.
viernes, 5 de febrero de 2016
Esta prisa desaforada por verte
Febrero 4 de 2016
16:30
16:30
Estoy abrumado y al mismo tiempo ilusionado con la idea de
verte y abrirte mi corazón. No puedo ni presentir lo que ocurrirá cuando te vea
venir. ¿Cómo se podría calcular algo así? Me viene constantemente la idea de
que estás igual de aterrada que yo, pero que también nos conecta la misma
complicidad.
Y sé que si llegaras, como me has dicho, tras haberte
levantado tan temprano, seguramente es porque ha empezado la misma inquietud en
tu alma, la que me ha traspasado el corazón hiriéndome y haciéndome soñar entre
delirios por verte otra vez. Tal como será hoy.
Esta prisa desaforada por verte, me remonta a las épocas en
las cuales, con ingenuidad y expectación, me envolvía en un mar de inquietud
mientras te esperaba, o cuando corría a
encontrarte. No hay palabras para describir este vértigo, este frenesí reconocido
y adictivo.
¿Me regalarás el beso de tu
boca, para empezar a ubicar otro lugar donde dejar mis rosas? ¿Me inundarás de
ti como he soñado? ¡Que alguien traiga un poco de tranquilidad sobre este
corazón desbocado, que sólo responde al tuyo, que sólo vive por el tuyo!
miércoles, 3 de febrero de 2016
Lo inesperado
Febrero 3 de 2016
10:00
Durante estos años, amor, he vivido a solas la alegría y la angustia de quererte tanto, hasta el delirio. No habría espacio ya para recorrer todo aquello y contártelo de nuevo. Quizás sólo al echar un vistazo, podrías tener alguna idea de lo que has significado. Sin saberlo.
No obstante, al poner sobre la mesa un epílogo de los sentimientos y experiencias vividos hasta ahora, no hallo el modo de explicar por qué te he querido tanto, por qué lo sigo haciendo y por qué te atesoro de tal manera en el alma, que tengo la certeza íntima de que te voy a querer mientras viva. Es más fácil decir que te amo y ya. Es más sencillo pensar en ti, imaginarte y bendecir tu vida, mientras pasa el tiempo. Pero dolorosamente, no somos inmunes a su paso entre nosotros.
De repente, todo se conjuga de un modo tan extraño e impredecible, que el tiempo parece ser un enorme torrente. La vida se me pasó en esperarte, soñando contigo mientras divisaba en el horizonte la oportunidad de verte de lejos; aguardando la teoría irrealizable de que estas ilusiones te llegaran a la puerta, en un correo con mensaje de urgencia. Y como en un final inesperado, una vez llegadas, por todo lo que has significado en esta espera, sin presentirlo, ¿Qué habría de hacer?
10:00
Durante estos años, amor, he vivido a solas la alegría y la angustia de quererte tanto, hasta el delirio. No habría espacio ya para recorrer todo aquello y contártelo de nuevo. Quizás sólo al echar un vistazo, podrías tener alguna idea de lo que has significado. Sin saberlo.
No obstante, al poner sobre la mesa un epílogo de los sentimientos y experiencias vividos hasta ahora, no hallo el modo de explicar por qué te he querido tanto, por qué lo sigo haciendo y por qué te atesoro de tal manera en el alma, que tengo la certeza íntima de que te voy a querer mientras viva. Es más fácil decir que te amo y ya. Es más sencillo pensar en ti, imaginarte y bendecir tu vida, mientras pasa el tiempo. Pero dolorosamente, no somos inmunes a su paso entre nosotros.
De repente, todo se conjuga de un modo tan extraño e impredecible, que el tiempo parece ser un enorme torrente. La vida se me pasó en esperarte, soñando contigo mientras divisaba en el horizonte la oportunidad de verte de lejos; aguardando la teoría irrealizable de que estas ilusiones te llegaran a la puerta, en un correo con mensaje de urgencia. Y como en un final inesperado, una vez llegadas, por todo lo que has significado en esta espera, sin presentirlo, ¿Qué habría de hacer?
lunes, 1 de febrero de 2016
A través de un beso
Febrero 1 de 2016
14:24
Te pienso todo el tiempo; fracaso constantemente en el deber de ubicar mi mente en lo que debería estar haciendo. Sólo al recordar las canciones, logro que mi mente no divague en los límites de la desesperación.
14:24
Te pienso todo el tiempo; fracaso constantemente en el deber de ubicar mi mente en lo que debería estar haciendo. Sólo al recordar las canciones, logro que mi mente no divague en los límites de la desesperación.
¡Si
estuvieras tan cerca!,.. ¡Si mi corazón no te requiriera con tanta insistencia!
Después de
tanto tiempo, creyendo haber aprendido a convivir con este amor de silencios,
me agobian épocas de sobresaltos. Me sorprendo a mí mismo teniéndote tan
presente como si amarte fuera mi razón esencial de vivir. Como si no importara nada más. Como si no tuvieras
una vida demarcada por un destino inapelable, que te aparta de mí.
¿Qué
estarás haciendo en este momento? ¿Con quién hablarás? ¿Qué atrapa tu
atención, tu necesidad más secreta? ¿Qué te hace llorar o reír? Si aquéllos que
tienen el privilegio de tus palabras, de tu cercanía o de un toque de tus
manos, tan sólo supieran de qué se trata cuando están cerca de ti…
Con todo,
desde este lugar, donde secretamente te pienso, mis anhelos te llegan a través
de un beso hasta tu boca, sin que te des cuenta.
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