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Esta madrugada,
desbordado por las horas
de aletargar en vano
la ansiedad de tenerte
tan cerca, una y otra vez,
se me ocurrió cantar a tu memoria
Y rebosante del optimismo
tibio y cálido de tu sonrisa,
empecé a recordar mi fortuna
que refulgió en vetas rojas
el día que volviste a mirarme
una tarde y una noche.
Y cuántos pasos hemos caminado
a veces bailando
a veces sólo andando
en un juego sutil que aún nos conduce
a la misma puerta
por la que entramos a amarnos.
Por ello, no es cinismo
ni apenas un arrebato de pasión en la piel
pues quizás estaba escrito
que todas aquellas horas
de yo esperarte ti y de ti esperándome
eran, como las de esta madrugada...
¡Pétalos que nos guían a esa puerta!
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