Enero 13 de 2017
01:16
Adoro la delicadeza de nuestro cielo, aunque no olvido que lloré amargamente en el cruel desierto de tu ausencia. Las nubes pasaron, depositando rocío en las flores de nuestro ayer. Ya marchitas, retornaron a la vida cuando volviste a mirarme. Tal como sucede en el mundo, los extremos se sobreponen, a veces amigables, a veces indiferentes: la tersura de tu rostro en mis manos y la dureza de estos días sin haberte visto. Regresamos lentamente al día señalado en que hemos de encontrarnos y no puedo esperar. El tiempo es incierto, pero el amor ha podido vencerlo.
Te extraño, Liliana.
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