Noviembre 4 de 2013
19:04Esta es mi prisa, prisa por pensar en ti, remolino atrayente del que no puedo escapar.
Mis días son ambiguos: en la superficie, actividades. Unas muy gratas, otras menos. En la profundidad, imágenes interminables que gravitan, se encienden y se alejan. Es una máquina de fabricar recuerdos, empacar olvidos, envasar sentimientos a granel. Tú estás muy presente durante gran parte de ese proceso. Entre otros tantos asuntos, tú eres la reina. A pesar de la inconstancia de los tiempos, de los vaivenes de la vida por los que tenemos que transitar.... Ahí estás.
¿Qué sentido tiene todo esto? ¿En qué punto la racionalidad alcanza a engranarse con la locura? ¿Acaso estas presente en mi vida real? ¿En qué medida es probable para mí estar en la tuya? ¿De qué manera mis extraños pensamientos afectarán los destinos de ambos? Si se plantea de un modo así, las respuestas no son dignas de considerar. No cuentan.
Sin embargo, la esperanza y la grandeza del alma cuentan en este punto de mi relato. De modos misteriosos, mi existencia se prepara para ti o se niega a morir. En semejante plano, no interesan las razones, ni es relevante responder a un interrogatorio imaginario.... Son cosas del alma.
No es que lo anterior trastorne significativamente el curso de nuestros encuentros posteriores. Aquello no tiene relevancia. Tu vida sigue distante, inalcanzable. Pero en los breves instantes de tenerte cerca, quizás puedo tratarte con dulzura, como si los años no hubieran pasado. Y entonces lograr con paciencia y cariño una pequeña luz en ti. De repente, no estás tan lejos, a menos que yo mismo lo arruine. Mas, ¿cómo arruinar lo que no tiene fuerza ni vigor en sí mismo?
Bienvenida a mi vida, el tiempo no pasa. Tú misma no existes, te marchaste hace mucho. Pero sigues anclada a mi corazón y trato de recuperar épocas pasadas en tu voz cálida, en tus ojos que amo, en la prisa por pensar en ti. En todo cuando imagino en estas líneas que no te llegan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por regalarme tu tiempo y permitirme compartir estas líneas. Deja tus comentarios con el corazón, tal como yo he regado estas cartas.