martes, 26 de noviembre de 2013

Una reserva de calor para el camino

Noviembre 26 de 2013
10:07



Nada cambió tanto mi existencia como el paso fugaz de tu feminidad por mi pecho, mis sentidos, mi alma.

Nada me ha dolido de forma tan pertinaz como nuestro adiós, aquella visión última de tu regreso a casa, dándome la espalda mientras te alejabas con mis poemas desconocidos en tu mano.

Y ahora que la pena aún entona sus cantos para mí sin descanso, hermana gemela tuya que se quedó para acompañarme mientras regresas, agradezco a Dios por tanto vigor creciendo entre lágrimas. En verano, viví meses de rodillas sacudiendo los recuerdos y resignando la posibilidad de buscarte, amándote en silencio. El color del otoño me encontró extrañándote a la distancia, como el viejo león a su manada, mascando hierbas de olvido y angustia. Finalmente, para el invierno la melancolía se tornó de tirana en prisionera amigable, compañera pródiga en valor y ánimo para el camino. Me mataste de mil maneras, pero me hiciste fuerte para las lunas amargas que me esperaban por peregrinar buscándote en otros brazos. Nunca te acaricié, flor de primavera, como durante aquellos días de locura y ebullición. Nunca logré encontrar en otra tu aroma, tus colores y latir. Hoy, en mis manos trémulas queda apenas un recuerdo, y en mis ojos febriles brillas siempre bella, con la tibieza de tantas mañanas juntos.

Te extraño hasta la muerte en este invierno desleal...



Dime- Rubén Blades







lunes, 25 de noviembre de 2013

Tu abrazo, una caricia del cielo







Noviembre 25 de 2013
20:31


¡Cómo recuerdo aquella canción que te dediqué a media luz, 
tan tímidamente, al extremo de parecer una tontería!

Y al hacerlo, asumo con pesar cuántas veces nuestro amor de entonces parecía tan prosaico,
copa de risas, vaso de frases vacías que se repiten con descuido, insaboras. 
Y tras los breves reencuentros, aún así se nos antojaba, cuando pudimos asincerarnos un poco. 

No sé si por miedo, no quisimos despertarlo nuevamente
¿lo sabes tú acaso?
Y si de algún modo lo intentamos en días recientes, 
sin fe,
se nos desvanecía muriente, tan rápido como lo mencionábamos.

¿Será que al mirarnos nos dimos cuenta que es muy tarde para locura semejante?
¿Será que tu prisa y mis sinsentidos no nos dicen nada al respecto, 
o el letargo de estos años ausentes uno del otro,
sin más recuerdo que una canción vaga en la memoria
Lo dejan morir de frío?

Pues con tal sensación de abandono, 
en un rincón olvidado,
en las sombras,
nos perdimos
tú y yo.

Mas, nunca supiste, y tal vez tampoco yo  (sino que apenas lo intuía),
que tu abrazo era una caricia del cielo,
y tu beso un manantial,
del que aún bebo
sediento.

En estos días,... 
tan perdidos,...
uno del otro.




Amiga - Miguel Bosé y Tiziano Ferro




lunes, 4 de noviembre de 2013

Prisa por pensar en ti

Noviembre 4 de 2013
19:04




Esta es mi prisa, prisa por pensar en ti, remolino atrayente del que no puedo escapar.

Mis días son ambiguos: en la superficie, actividades. Unas muy gratas, otras menos. En la profundidad, imágenes interminables que gravitan, se encienden y se alejan. Es una máquina de fabricar recuerdos, empacar olvidos, envasar sentimientos a granel. Tú estás muy presente durante gran parte de ese proceso. Entre otros tantos asuntos, tú eres la reina. A pesar de la inconstancia de los tiempos, de los vaivenes de la vida por los que tenemos que transitar.... Ahí estás.

¿Qué sentido tiene todo esto? ¿En qué punto la racionalidad alcanza a engranarse con la locura? ¿Acaso estas presente en mi vida real? ¿En qué medida es probable para mí estar en la tuya? ¿De qué manera mis extraños pensamientos afectarán los destinos de ambos? Si se plantea de un modo así, las respuestas no son dignas de considerar. No cuentan.

Sin embargo, la esperanza y la grandeza del alma cuentan en este punto de mi relato. De modos misteriosos, mi existencia se prepara para ti o se niega a morir. En semejante plano, no interesan las razones, ni es relevante responder a un interrogatorio imaginario.... Son cosas del alma.

No es que lo anterior trastorne significativamente el curso de nuestros encuentros posteriores. Aquello no tiene relevancia. Tu vida sigue distante, inalcanzable. Pero en los breves instantes de tenerte cerca, quizás puedo tratarte con dulzura, como si los años no hubieran pasado. Y entonces lograr con paciencia y cariño una pequeña luz en ti. De repente, no estás tan lejos, a menos que yo mismo lo arruine. Mas, ¿cómo arruinar lo que no tiene fuerza ni vigor en sí mismo?

Bienvenida a mi vida, el tiempo no pasa. Tú misma no existes, te marchaste hace mucho. Pero sigues anclada a mi corazón y trato de recuperar épocas pasadas en tu voz cálida, en tus ojos que amo, en la prisa por pensar en ti. En todo cuando imagino en estas líneas que no te llegan.








Amarte se me ha vuelto un cruel monólogo


Noviembre 4 de 2013
12:19


Al comienzo, quizás recuerdes, me mirabas con la espontaneidad del viento, sin fijarte en los destellos de mis ojos que sonreían al verte. Me hablabas desprevenidamente y te marchabas con tal mezcla de vanidad y descortesía, que me quedaba recomponiendo tu imagen en un espejo.

Luego, al intentar perfumar tus días con mi amor, huías. No obstante, tus ojos seguían mirándome y eventualmente charlábamos y reíamos con la formalidad de aquella relación tensa con sabores de inocencia.

Con el correr de los meses, maduraron los sentimientos y las perspectivas. Tú volabas, dueña de tus días y señora de los míos. Yo, apenas te seguía de lejos, sin acordar con mi Destino la parte que me había tocado por amarte tanto. Sin embargo, me regalaste tu beso y una oportunidad, amanecer de toda una época. Esta aún no termina, aquellos me han dejado.

Los breves años trajeron su prisa por reafirmarnos, las prioridades que surgían y los horizontes que nos desafiaban. Tus pasos corrían tan lejos de los míos, y de repente regresabas cuando te lo pedía. Me mirabas a los ojos, y tus besos y caricias eran ecos anticipados de un adiós inapelable que sombreaba el cielo. Me quisiste apenas, mas yo me encontraba perdido ya en la locura de amarte.  

Tú último beso, una gélida noche de Marzo, con el enojo en las palabras y unos despojos de poemas en tus manos, fueron mi sombría misión. Las chispas breves que encendieron el alma durante aquellos meses, han sido la reserva de calor para estos largos años de soledad y frío transitar. Me quedé sin ti, y empecé a morir en silencio, aferrado a la Vida.

Hoy, errabundo, patético y solitario de cabellos canos, espero un beso tuyo o la muerte. Con la certeza de haber cumplido el mandato del Destino, de amarlo en el dolor y guardarte en el alma tras largos años, te sigo esperando. Al final, un día claro me regresaste aquellos viejos poemas ausentes de ti y me has mirado con curiosidad y enojo... Yo regresé a mi oscura prisión a soñarte de nuevo.

Aún sueño volver a tus brazos, y canto de esperanza y gozo. Pero no me quieres. Y la distancia que marcas cuando te llamo y no respondes; cuando te busco y te escapas; cuando voy detrás tuyo con un manojo de rosas frescas, envejecidas por el llanto, y me miras de reojo para alejarte de nuevo; cuando mis poemas roncos ya no te llegan y se me apaga la existencia sin inundarte de mí. Tu distancia... Esta amarga distancia que me impones, se me antoja un oratorio sin Dios, un teatro sin concurrencia. Simplemente no estás, y yo hablo al viento, en este cruel monólogo en que se me ha convertido la existencia por amarte.





domingo, 3 de noviembre de 2013

Tesoros para un viaje temerario



Septiembre 24 de 2013
17:02

Es sorprendente lo novedoso, lo intrigante y lo excitante que suele ser charlar contigo. Verte en una fotografía, con tu sonrisa amplia, tus ojos grandes, y ese ángel de alegría que brilla en tu rostro.

Tanto, como difícil eres de olvidar. Siempre sueles acudir a mi pensamiento, con la extrañeza de una bebida dulce en la tarde. Estás aquí, de la misma manera como has estado todos estos años, casi sin falta. En las épocas más tristes y amargas, te apareces como un ímpetu vengador de mis penas, amiga, confidente y centro de tantas experiencias inolvidables. Cuando sobrevienen las escasas alegrías, tu recuerdo aparece de repente para recordarme que no hay dicha completa porque no estás conmigo. Es así de simple.

Pero me quedan los recuerdos, tesoros para un viaje temerario. Tus besos, tu cálida sonrisa, tu espontaneidad y esa forma de ser tú misma que me enloquecía cuando estábamos a solas. Siempre he ansiado esa especial manera de encontrarnos, como una extraña adicción. Siempre te recordaré, mi vida. Los años me lo han enseñado ya. No me sorprendería que, en la muerte, mientras se va mi alma, un pensamiento errante con sabor a ti apareciera, despidiéndome de este mundo en el que nunca me resigné a perderte.

Cariño  - Los Babys