martes, 30 de octubre de 2012

Mis cartas a Liliana, el itinerario de un amor imposible

lunes, 29 de octubre de 2012




Esta quizás es como muchas historias, la de un corazón que ha amado con todas sus fuerzas. La abro por fin a quienes la quieran conocer, pero sobre todo, para dejar cantar mi alma. Es una forma de rendir tributo a una ilusión que ha llenado mi vida, pintándola de colores y sombríos matices. A una mujer grandiosa, a quien amo como sólo se puede amar una vez en la vida.

Divido esta obra en estaciones, pero aclaro que aún no llega el invierno.


La primavera comenzó una noche de Diciembre

Las ansias de un adolescente se despertaban y una historia dio comienzo.

"Nunca oí la música como aquella noche y las que siguieron"

Con el tiempo, la ternura dio paso a la obsesión, al beso ansiado que no llegaba. Y mi corazón produjo una época prolífica de cantos, sueños y extravíos. Siempre me entregaba al sueño de abrazarla, y no sólo de contemplarla.

"La locura, el dolor, el frenesí y el afán, dieron paso a muchos despropósitos. La amaba pero no podía llegar a su corazón, había tanto ruido alrededor, que me confundía frecuentemente. La había convertido en el centro de mi vida, pero me asustaba sólo al tomar su mano"

Tras dos años de intentarlo, al fin ella aceptó. Me entregué sin pensarlo, bajé la guardia como ante un atardecer delirante. Me embriagué de amores, la tuve como en mis sueños, pero nunca estaba saciado. Como suele ocurrir con el amor apasionado y visceral, la desesperación se hizo mi enemiga, y perdí a mi Liliana. Ahora que lo pienso, estaba demasiado precipitado y ella muy confundida. Por la situación de ambos, el desconcierto era una bebida frecuente. Había terribles inconvenientes, y ella tenía que decidir si continuaba conmigo y se embarcaba en un camino sin retorno, a la deriva. Yo tenía mis manos llenas, pero mis bolsillos vacíos.

"Tras los besos y el amarnos a escondidas, aparecieron las sombras que al final nos separaron. La vida cambia, y yo no quería entenderlo. Cuando haces las cuentas, con todo y el deseo, sobre todo para alguien como ella, el desenlace debía ser simple y práctico"

Nos queríamos, acercándonos y alejándonos. Ya no recuerdo tantos detalles. Habían pasado unos tres años desde el primer beso, y la lluvia llegó. Había intentado hacerla mía en una época muy conservadora, pero incluso una de las noches que dormimos juntos, ella no quiso. Me prometió por el Más Sagrado que estaríamos juntos, y espero desde entonces, pues a los pocos meses le dije adiós. Una despedida que me mató, y desde entonces vago en las noches y me esfumo durante el día. Intenté amar otra vez, y a pesar de algunos obvios éxitos, despedidas e hijos, frecuentemente la recuerdo. Cuando la veo, tiemblo como la primera vez que la vi, me inquieto y no sé lo que hago.

"En aquel amargo adiós, adiós por no tenerla, por saberla perdida sin remedio, como un regalo póstumo, le dí un cuaderno con mis poemas, envuelto en papel de regalo. Le estaba dando mi corazón, y la promesa de que no sería de nadie más que de ella. Se despidió  con un beso, el último que me dio"

Había estado pasando a limpio en un cuaderno, los poemas que le había compuesto en épocas de ensueño. Lo hice aprisa, presintiendo el final. Había llorado demasiado por ese amor, y sabía que a pesar de mis esfuerzos, ella no seguiría conmigo. Era demasiado simple, pero así es la vida a veces. Aquella noche de 8 de Marzo estaba signada por la tristeza.

El Verano me encontró a solas pensando intensamente en ella, pero queriendo olvidarla

Creo que Dios me abrazó pocos días después. Una suave paz me embargó justo en el fondo del abismo. A diferencia del ardor de la primavera con sus trinos, frescuras y olores, el verano se tornó apacible e improductivo. Ella se comprometió con el hombre con quien se casaría meses después, y esto me hacía estar cada vez más seguro de haber actuado bien al alejarme a tiempo de ella, antes de terminar más herido de lo que estaba la noche de nuestra despedida.

Por afán o pasión, o por las ansias que me movían desde adentro en dirección de comenzar de nuevo, la fui alejando de mi alma, creyendo extirpar el mal que me causaba. Me comprometí con otra mujer a quien me consagré por algunos años, sin llegar nunca a experimentar siquiera el grado de furor de mis días junto a Liliana. Ella se casó al año siguiente que yo, y ya nada fue quedando de tanta locura. Yo me sentía seguro, hasta el día en que fui a su boda, y llegué a casa, al lado de mi esposa, a llorar amargamente.

Charlamos unas cinco veces sobre nosotros, en particular para pedir perdón y considerar que lo mejor para ambos había sido la separación. Debido a una inusitada confianza, además de un absurdo orgullo de ambos, nunca pude ser sincero. Las cosas iban tomando nuevos caminos. Ella seguía siendo la fuente de mis locuras y el sol en el horizonte de mis amores, pero ahora ambos íbamos por caminos distintos. Lo extraño es que nunca imaginé lo cercanos que estaríamos de comenzar decisiones parecidas.

Durante esos años, cada uno con alegrías y tristezas, ella aparecía secretamente para henchir mis pulmones y hacerme soñar. Compuse más poemas a su recuerdo, en ocasiones me acercaba secretamente a su casa, o recorría lugares donde estuvimos juntos, y las penas por ese amor perdido se insertaban a las páginas de mi existencia.

Muy pocas veces nos acercamos, estoy seguro de que es porque la respeto al extremo de amarla en silencio, sin estropear su vida. Pero cuando ocurren tales encuentros formales, trato de perder la cordura y es por eso que decidí abrir este espacio. Espero publicar con el permiso de ella la obra que le compuse, la cual, según me contó alguna vez, terminó en un cajón secreto, perdido incluso para ella. Lo deseo antes de que la deje perder para siempre. De ser posible colocaré las fechas de las composiciones, la idea es organizarlas cronológicamente.

Es sólo una parte de mi vida, lo sé. Pero como dije al comienzo, es la historia de mi corazón, el combustible que ha hecho aflorar lo mejor de mi sensibilidad. En ocasiones, al encontrarme en el secreto de mis lecturas, repaso estos versos febriles para encontrarme con el hombre que amó a Liliana y se sintió más libre que nunca, aún cuando esa pasión lo hundió en la cárcel de pesares indecibles. Espero sea de su agrado, pues en el fondo, sigue latiendo en mi ser este amor que intenta escapar de mi pecho para que cometa locuras. Tal vez guíe las suyas, y les haga ser más valientes que yo. Les puedo anticipar de antemano que en un universo remoto, alguien como yo tomó las decisiones precisas y fue muy feliz toda su vida. ¡Cuánto quisiera retroceder en el tiempo y persuadirme de amarla y mantenerla a mi vera! ¡Cuánto dolor hay acumulado en mi ser por saber perdida para siempre a la mujer de mi vida! ¡Cuánta tristeza encontrarla distante, pero tan bella como siempre, tan ansiada y tan perenne en mis sueños!




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