Diciembre 3 de 2019
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Hacer el amor con ella
Hacerle el amor, digo,
es sentir detenerse todo el mundo en un instante
como si su cuerpo fuera el universo entero
y mi piel dos millones de estrellas
queriendo acariciarla.
Son los senos más dulces
y las caderas más excitantes
como caminar descalzo en la playa
como atrapar dos lunas juntas
y bordear una montaña de azúcar fina
porque son los senos suyos
y porque son sus caderas.
Hacer el amor con ella,
amarla intensamente, digo,
es descubrir el enigma
-su solución y su respuesta-
en el instante sublime de un orgasmo.
Y es empezar a recitar nuevos porqués
cuando ella se despliega en sus éxtasis
orgasmos de cabellos,
de labios abiertos,
de respiración agitada
contrayéndose como un remolino
en la frontera baja y oscura
de su sexo húmedo.
Hacer el amor con ella,
que me haga el amor, digo,
no tiene fin ni explicación
como no existen palabras para describir la luz
si llegara de repente tras un siglo de oscuridad...
¿Cómo encerrar en una botella de cristal
el sabor de sus labios,
el aroma de su cuello
y uno solo de sus gemidos
propiciados por mi sangre ardiendo
empujando tan dentro de ella?
Y beberla luego a su lado
sobre una cama blanca
una y otra vez, digo,
hasta que la Vida quiera.
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